<𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓬𝓲𝓷𝓬𝓸>

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—¿Así que lo soñaste? —Pregunta ChangBin a la siguiente noche

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—¿Así que lo soñaste? —Pregunta ChangBin a la siguiente noche.

—Sí, y sé que eso tiene que ver contigo. También sé que no fue sólo un sueño, fue real. Esto lo comprueba. —Dice mientras toca su hombro y parte de su espalda.

—¿De todas las cosas que pudiste haber recordado, precisamente tuvo que ser esa? —Seo suspira y después mira al cielo —, ¿Tanto me odias? Qué rencoroso.

—¿A quién le hablas?

—No importa.

—En fin, ¿Me vas a hablar de esto?

—Supongo que darte una ligera ayuda no está mal. Siéntate en tu cama. —Dice después de entrar a la habitación.

—¿Para qué?

—¿Quieres recordar o no?

—Bien, lo haré. —Hace caso a Seo y se sienta en la cama, observa que el contrario toma una silla que se encuentra en su tocador y la coloca frente a él, tomando asiento también.

—Mírame a los ojos y no se te ocurra cerrarlos  por ningún motivo, ¿Entendido?

—Sí.

ChangBin cierra sus ojos, cuando los abre son de un color rojo intenso, brillaban, lo que los hacía lucir aún más hermosos. Quiere seguir apreciándolos, pero su vista se vuelve borrosa y cuando se da cuenta, ya no ve nada. Comienza a asustarse, pero siente que una mano se posa sobre la suya y, a pesar de ser fría, lo hace sentir seguro.

No pasa demasiado cuando empieza a recuperar la visión, pero ahora está solo.
Estaba en un camino lleno de nieve, tal vez era invierno. Mira un poco el lugar, no podía ver el sol debido a la tormenta que pronto iniciaría. De pronto, escucha unas voces. Una pertenece a un niño y la otra probablemente a un hombre, no lo sabe con certeza ya que tiene una capa y se encuentra cubierto de la cabeza a los pies. Da la vuelta y se encuentra con esas dos personas, está a punto de chocar con el hombre, pero éste lo traspasa como si no existiera. Aunque no puede ver su rostro por completo, de inmediato lo reconoce.

—¡ChangBin! —Grita, pero no es escuchado.

Decide seguirlos y los observa desde atrás. ChangBin va tomado de la mano con el pequeño, seguro para no perderlo o no dejarlo atrás. Seo se encuentra sonriendo en grande, como nunca lo había visto, se veía feliz. Entonces, se siente mal, y no físicamente. Su corazón duele al ver lo feliz que Seo parecía estar y lo triste que se veía ahora.

—Oye, Felix.

Escucha las palabras del pelinegro y está por contestar, pero alguien es más rápido.

—¿Sí?

Y ahora se siente estúpido. Era claro que se trataba de él. Se siente avergonzado pero al mismo tiempo contento, de alguna manera. 

𝑫𝒖𝒍𝒄𝒆 𝒅𝒆𝒔𝒆𝒐||𝒞𝒽𝒶𝓃𝑔𝐿𝒾𝓍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora