Ardes.

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Mi dedo quemado y ya adormecido, después de tocar tan de cerca tu brillo, arde al tacto y me dejó asombrado, el como tú piel consigue hacer arder todo lo que roce, diría que duele, diría que arde, pero dejarías de tocarme. Este efecto también lo tiene tu mirada, con tan solo cruzar tu vista con la mía, dejas ardiendo mis mejillas, las dejas rojas y me tiemblan las rodillas, es que ¿Cómo me iría? Si cada vez que me quemas siento tu gran energía, tan tranquilizadora y atrayente, que sin importar cuanto me quemes por dentro o por fuera, acá tienes quien te admire hasta que muera. Que magnífico es el hecho de ver tu mirada chispeante, tu sonrisa amable y tu carisma voraz. A tu lado me tendrás hasta que ya no pueda respirar, ya que eres tú la que alumbra mi día azul. No me importa si se derrite mi piel, si se queman mis pestañas o me quedo ciego, yo te amare desde mis entrañas hasta que me digas "Ya no puedo" porque, oh, querida, tu cauterizas mis heridas con tu alegría. Así que, acéptame, permíteme quedarme contigo, o si no, no sabré que hacer en este mundo tan frío.

-𝕊𝕤.

Escritos de una noche fría. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora