IX

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Como cada fin de mes Namjoon se encontró en la casa del anciano tomando té y ayudandolo a acomodar las provisiones que le había llevado. Desde que el anciano lo había tomado bajo su ala aquella tarde en la plaza, Nam se sentía con una responsabilidad moral hacia él. Lo visitaba cada que podía y procuraba que no le faltara nada, de igual manera era la única persona con la que podía hablar de cosas que no se atrevía a contarle a su madre.

— ¿Y qué cuenta la Luna? Al fin se cansó de matar gente.

— Él no mata gente— fue la respuesta automática de Namjoon, si algo había servido el hablar con Jin era ir borrando poco a poco ese pensamiento en el pueblo.

— Ya lo sé, muchacho, ya lo sé— el viejo se sentó frente a él de manera trabajosa, Nam odiaba admitirlo pero cada día era más obvio el deterioro en sus huesos y la forma en la que iba perdiendo movilidad. Dentro de muy poco no se podría valer por sí mismo nunca más— Sólo te estaba dando tiempo para que pusieras tu cabeza en orden y decidas contarme lo que te atormenta.

Namjoon suspiró, no era posible que incluso una persona ciega pudiera notar sus cambios de humor tan fácilmente.

— Jin y yo... bueno, creo que discutimos— el anciano se quedó callado— sí, discutimos y pues... puede que no haya ido a verlo en casi un mes...

El silencio se hizo presente en la pequeña choza. Namjoon esperaba una reprimenda, últimamente todos lo reprendían por no visitar a la Luna, Kyab se había acostumbrado a la vida nocturna y no estaban dispuestos a dejarla ir otra vez. Ahora Nam ya no podía caminar, trabajar o estar en la taberna tranquilamente sin que alguien le preguntara qué hacía allí y porque ya no visitaba a la Luna, incluso se había topado con un hombre que intentó tomarlo por los hombros y sacarlo del bar para que fuera al risco y no la hiciera enojar. De no haber sido por Kook, Nam hubiera tenido la primera pelea de su vida.

— ¿Qué sucedió exactamente?

— Conocí a alguien— era imposible parar la sonrisa que se instalaba en su rostro al pensar en Jungkook y sus enormes ojos, la manera en la que lo seguía como si fuera un patito tras su mamá, un calor se instaló en sus mejillas al recordar su cuerpo desnudo bajo el sol, con las gotas de agua bajando lentamente por su pecho y la forma en la que sus músculos se flexionan antes de volver a saltar al mar.

— ¿Y éste alguien también te conoce a ti?

— ¿Perdón?— Tan hundido en sus pensamientos se encontraba que no capto del todo el significado de la pregunta.

— Sí, ¿éste chico al que conociste te corresponde? ¿sabe quién eres? ¿o sólo estás siendo joven y estúpido ahora?

— ¿Cómo supo que es un chico?— el viejo río.

— Puede que sea ciego pero no soy idiota.— Nam no dijo nada — ¿y bien?

— Somos algo así como amigos— se rasco incómodo el cuello— él es... diferente, no es de aquí y es la primera persona a la que no le interesa mi encuentro con la Luna. ¿No le molesta que sea un chico?

— Namjoon— el anciano negó con la cabeza de manera cariñosa— debes buscar lo que te haga feliz, sea un chico, una chica o la Luna, no importa. Lo único que debe importarte es tu felicidad. Y si él te hace feliz ¿qué más da? La gente del pueblo no te está dando un mal rato ¿o sí?

— No...

— Entonces no tienes nada de qué preocuparte. Busca tu propia felicidad, muchacho, y deja de preocuparte por lo demás. Sí él te hace feliz ve por él.

Namjoon sonrío y se sintió mejor consigo mismo, la única opinión que importaba aparte de la de su madre era la del anciano y ahora con la aprobación de él y la emoción que veía en el rostro de su madre cada vez que hablaba de Jungkook, Nam se sentía capaz de conquistar al mundo.

— ...Pero debes de ir a ver a la Luna— la voz del viejo volvió a hacerse escuchar— no es de caballeros abandonar a un amigo.


***


Dos días después Namjoon regresó al risco. Todo estaba como la última vez, el mismo árbol muerto, el mismo pasto plateado y allí, ese espejo que en un pasado le había brindado tanta felicidad y ahora no sabía qué hacer con él.

Las horas pasaron con calma, la noche estaba silenciosa, el mar tranquilo y la Luna se reflejaba en sus aguas y sí Namjoon dejaba la vista fija en el punto blanco sobre el mar, podía sentir como si flotara, todo era oscuridad y silencio.

Era más tarde de lo habitual y la Luna no bajaba a verlo, parecía como si hubiera pasado una vida entera y no sólo un mes, la última vez que se había sentado en ese mismo tronco estaba borracho, inseguro de su futuro, de sus sentimientos y de su persona. Ahora ya no se sentía así, ya no necesitaba alcohol para ver a Jungkook, ahora sólo debía esperar a que el reloj marcará el final del día y allí estaba siempre él, esperándolo con una sonrisa abierta. Ya no le temía a su futuro, su jefe al fin le había brindado un trabajo específico, Namjoon sería el encargado de pedir y recibir el material en el puerto de la isla, ya no tendría que trabajar bajo el sol, sino en una pequeña oficina en el centro de la isla, con aire acondicionado y sobre todo privacidad. Ya no temía sobre sus sentimientos, no cuando las manos de Jungkook y la suya encajaban tan bien, ya no dudaba sobre sí mismo.

Y sin embargo, sentía un dolor en el pecho al pensar en Jin.

Esa noche él no bajó a verlo.

La noche siguiente ocurrió lo mismo.

Dándose una última oportunidad, Namjoon espero una tercera noche, en el fondo sabía que era injusto. Él se había ausentado por casi un mes, no sabía a ciencia cierta cuando Jin había dejado de esperarle pero también sabía que ese sentimiento de seguridad era temporal. Todo acabaría en cuanto sus ojos volvieran a toparse con el hermoso rostro de la Luna.

Porque, después de todo ¿Quién podría NO enamorarse de un Dios? 

🌕 Moon 🌙 [Namjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora