CAPITULO X

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Los años pasaron como un suspiro, ahora comprendía esa expresión "El tiempo paso como un parpadeo" pues así fue, aun podía recordar como salió del Londres Mágico para entregarse al Londres Muggle antes se sentía sucio, se sentía torpe al estar en un lugar así

Él tenía el apellido de los honorables Malfoy y parte Black de sangre pura... pero que ahora en estos tiempos, ya no eran tan honorables

Salió siendo un marginado entre los suyos, con un pasado horrible, con una maleta llena de recuerdos y un bebé de un año y unos cuantos meses entre sus brazos y un futuro completamente incierto

Quien le hubiera dicho que todo eso le hubiera hecho más fuerte más digno de sí mismo para poder sentirse orgulloso

Ya habían pasado 8 años después de que se fue, después de que su amada se fuera, después de que dejo a toda su vida pasada, toda su vida mágica pero no era del todo mal, ya que no estaba solo,... tenía a su razón de vivir a su pequeño Scorpius

El pequeño Scorpius Malfoy creció siendo un niño de bien, un niño un poco tímido pero con todo el amor paterno que Draco podía darle, Draco nunca le oculto de su madre, siempre trataba de que la tuvieran presente pero tal vez eso era lo más doloroso

Pues aunque Scorpius fuera pequeño... podía entender las cosas muy bien

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Draco veía todas esas cajas amontonadas, algunas abiertas otras cerradas y otras sin importancia, llevaba algunos días desde que se habían vuelto a mudar por lo cual era comprensible que se sintiera cansado

De sentó tratando de descansar un momento y soltó un suspiro cansado y quizás algo triste

Ya llevaban 8 años viviendo en Londres Muggles pero aun así no lograba acostumbrarse, era la octava vez que se mudaban y ya cuando se habían acostumbrado a su anterior vida tenían que volverlo a mover de sitio

Así no era fácil comenzar una nueva vida, pero tenía que hacerlo, debía ser fuerte, ahora tenía alguien por quien luchar, debía mantenerse en pie por su hijo, por su amado Scorpius, como lo llevaba haciendo esos últimos años

Tal vez años atrás se hubiera dejado vencer, se hubiera dejado morir como un hombre abandonado y solo, no hubiera intentado seguir luchando, pero ahora que ya tenía casi una vida hecha solo era Draco Malfoy, un viudo, medico, con un hijo, empezando una nueva vida

Estaba a punto de caer rendido cuando escucho pequeñas pisadas bajando por las escaleras, paso sus manos por su rostro y puso su mejor sonrisa en eso, un pequeño rubio llegó corriendo, mientras esa hermosa risa sonaba por el departamento

-Hola papi-dijo felizmente

Draco lo miro sonriendo mientras lo abrazaba dulcemente y lo llenaba de besos en sus mejillas, en aquella pequeña casa se podían escuchar las risas y el cariño que en esta se encontraba

Draco beso con cariño la mejilla de su bebé realmente amaba a su pequeño, sin lugar a duda era lo mejor que le había pasado, el mayor regalo que le dejó Astoria.

Es un pequeño rubio cual el sol de ojos verdes cual esmeralda y piel tan blanca como la nieve, sin duda tiene sangre Malfoy corriendo por sus venas pero lo que más adoraba de él eran sus hermosos y brillantes ojos iguales a los de su madre

Draco lo cargo en sus piernas mientras le acomodaba su hermoso y lacio cabello –Hola Pequeño-dijo picando la punta de su nariz -¿cómo estuvo tu siesta?- dijo sonriendo

-Muy buena- dijo dando una gran sonrisa y vio contento viendo la pequeña sala donde los muebles aún no se sacaban — ¿te ayudo?-dijo viendo que aún había algunas cajas por desempacar y no eran pocas

EL REENCUENTRO DE UNA PROMESADonde viven las historias. Descúbrelo ahora