Capítulo 10

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El resplandor púrpura de la luna entraba por la ventana creando sombras extrañas en la pared

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El resplandor púrpura de la luna entraba por la ventana creando sombras extrañas en la pared. Sombras que se movían a pesar de la quietud de la habitación. Una voz susurraba en la oscuridad. Le daba miedo. Se levantó sobre la cama para alcanzar la ventana, buscando ver una luz aunque fuera solo la suave y pequeña de las estrellas.

Ben tardó un segundo en darse cuenta de que había vuelto al presente. Significara lo que significara estar en el presente. Y también volver, cuando realmente solo había sido su mente la que había viajado, esta vez a un pasado lejano. En la boca aún tenía el sabor metálico del miedo que su yo infantil había sentido en ese momento, los labios moviéndose mecánicos en una especie de oración. Reconoció en la forma de las palabras que acariciaba con la lengua una canción que creía olvidada.

"Brillo de espejo, brilla la luna, su brillo es como una brasa.

Veo la luna, brillo de espejo, y me siento cerca de casa."

Como en el pasado, Ben también miraba las estrellas en aquel lugar. Estaba tumbado en una de las pasarelas luminosas. No recordaba cuando lo había hecho, si es que era porque se había cansado de caminar o porque se había dado cuenta de lo inútil que era seguir de un lado a otro sin saber a donde ir, sin que nada cambiara. Esas estrellas no se parecían en nada a las de su infancia, las que podía ver si se agarraba al alfeizar de la ventana y miraba hacia el cielo. No podía negar que eran más hermosas, lejos de la contaminación lumínica de Ciudad Hanna, pero más lejanas y frías. Sin el calor del consuelo. Quizás por eso había empezado a canturrear de forma casi inaudible, con una voz mucho más grave y masculina que la última vez que lo había hecho.

"Aquellos que te aman pero se han marchado,

los que en noches frías te han resguardado."

Era la canción que había aprendido a recitar cuando las paredes de su habitación parecían acercarse para encerrarlo en un cubículo cada vez más pequeño. Cuando la voz que había en la oscuridad le asustaba y quería que se fuera, cubriéndola con la suya propia.

"La luna y su brillo de espejo te permite ver

a aquellos que están más allá del amanecer."

Era la canción que su madre le había enseñado de niño. Una canción de cuna de Alderaan, tal vez demasiado triste para un niño que se agarraba a los pocos momentos que podía pasar con su madre. Recordaba entonar la canción sentado a su lado, con ella corrigiéndole cuando se equivocaba en una palabra, pasándole el legado de su cultura desaparecida, y así mantenerla viva. Eso no había terminado muy bien.

"Brillo de espejo, brilla la luna, mientras el fuego se vuelve brasas."

Era increíble que aún pudiera recitarla sin titubear después de tantos años, como si fuera una parte integral de él mismo, a pesar de que con el tiempo había ido perdiendo su significado. De hecho, podía recordar el momento en el que había perdido todo su poder, la última vez que acudió a sus labios.

Y temblarán las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora