04

1.3K 182 68
                                    

Iruka tal como todos los días estaba en la unidad de cuidados intensivos en la habitación de Kakashi.

Estaba limpiando un poco la habitación cuando se mareó y prefirió sentarse, definitivamente el no descansar le estaba pasando factura.

Tomó asiento en el pequeño sofá y miró el cuerpo de su alfa. Cada vez se veía más delgado, Tsunade le había explicado que al no moverse los músculos se atrofian y se pierde masa muscular, además que la alimentación por vía endovenosa no es tan nutritiva como la normal. Esa era la razón por la que Kakashi Hatake cada vez parecía más un cadaver que una persona.

Comenzó a llorar, en todos esos días aprendió a hacerlo silenciosamente, a no sollozar, a no jadear, a simplemente dejar las lagrimas correr por su rostro.

En ese instante un ligero, casi imperceptible movimiento le hizo girar el rostro.

Kakashi tenía la palma de la mano boca arriba tal como la había dejado hace un rato, pero el dedo meñique estaba moviéndose un poco.
Casi nada, pero ahí estaba.

Se acercó corriendo al cuerpo del alfa y comenzó a llorar con más fuerza.

— Despierta amor, por favor. Diablos, debería llamar a la enfermera.

El castaño salió corriendo pero el pasillo estaba vacío, al parecer era la hora del almuerzo. Se digirió corriendo al consultorio de Obito y entró sin tocar la puerta.

— Obi- ¡PERDÓN!

Cerró la puerta y se tapó los ojos intentando olvidar lo que había visto.

Minutos después el alfa salió acomodándose el pantalón seguido de su esposa. Ambos estaban ruborizados y algo despeinados.

— Lamento haber visto eso.

— ¿Ocurrió algo?— preguntó la castaña ruborizada y mirando al suelo.

— Kakashi comenzó a mover un dedo, eso es bueno ¿cierto?

El pelinegro miró a su esposa y luego al castaño.

— Puede que lo sea. Vamos a ver.

Óbito besó a su mujer y luego la panza que contenía a su bebé ochomesino. Mientras Iruka intentaba con todas sus fuerzas suprimir la imagen de sus amigos teniendo sexo en el escritorio.

Se dirigió junto con el Uchiha a la habitación del peliplata, entraron y estaba todo quieto.

— ¿Estás seguro?

— Lo estoy.

Y en ese instante el meñique del alfa volvió a doblarse ligeramente.

— Ahí está.

— Te dije.

— Bueno, debo hablarle a Tsunade, esto puede ser una buena señal Iruka, quédate aquí, iré a buscarla.

— Gracias.

Minutos después la mujer rubia entró a la habitación apresurada.

— Hola Iruka.

— Hola Doctora Tsunade.

La mujer encuadriñó la mirada y se acercó al cuerpo de su novio para comenzar a revisarlo. Después de un profundo análisis suspiró y se digirió al omega.

— ¿Cómo te lo digo?

— Por favor diga las cosas directas, no tiene que mentirme.

— Los movimientos musculares durante el coma son normales, incluso Kakashi puede llegar a abrir los ojos, o llorar y eso no significa que haya recuperado la consciencia.

— Entiendo.

— Pero teniendo en cuenta que no los había tenido, es una buena señal. De qué hay actividad del sistema nervioso, así que no te desanimes ¿vale?

— Muchas gracias.

— No me agradezcas. Me daré una vuelta en un rato más.

El castaño suspiró y volvió a recostarse en el sofá sintiéndose miserable.

EclipseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora