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holaa, he visto qué hay nuevas personitas leyendo y quería hacerles la aclaración de que este libro es una continuación de otro llamado Luna, para que no se pierdan. ¡gracias por leer!

Dos días habían pasado y el comportamiento de Kakashi Hatake era el mismo. Se portaba mal con todo el mundo, pero con Iruka era tres veces peor.

— Kakashi, saldré un rato a tomar aire.

— Piérdete, me da igual.

El castaño asintió y salió de la habitación. En cuanto cerró la puerta tras de si, un par de lágrimas traviesas atravesaron sus mejillas.

Recorrió el pasillo llorando en silencio, y salió del hospital a sentarse en una banquita y pensar.

No quería enojarse con Kakashi, intentaba comprenderlo a él y su frustración por todo lo que aquel accidente le arrebató, pero tampoco podía seguir soportando ese maltrato. Le dolía, y le dolía más porque se trataba de la persona que ama y que alguna vez juró protegerlo y cuidarlo.

Se limpió las lágrimas con la manga de su sudadera y fue a comprar una barrita de avena para comer y un café.

Estaba de vuelta al hospital cuando comenzó a sentir dolor proveniente de la marca, corrió a la habitación del alfa para encontrarlo gritando y apretando las sábanas entre sus puños. Era el dolor del que hablaba Tsunade.

Iruka fue a llamar a una enfermera que de inmediato le inyectó un sedante y así poco a poco el peliplata se durmió.

— Estará bien— le dijo la mujer mientras se retiraba.

El omega se sentó en el sofá y sacó una libreta y un lápiz de su bolso. Comenzó a dibujar el perfil de su novio para pasar el rato, le gustó como quedó así que al final guardó la hoja.

— ¿Donde estoy?— preguntó Kakashi mientras abría los ojos.

— Estás en el hospital. Te sedaron porque te dolía.

— Ya veo.

— Iré a llamar a la enfermera.

El castaño se acercó al alfa y besó fugazmente su frente. Después salió en busca de la enfermera, pero el encargado de aquel turno era un enfermero.

Aquel chico le siguió hasta la habitación de Kakashi y lo revisó. Le cambió las bolsas de las sondas, le acomodó las almohadas y durante todo ese rato Kakashi notó que no dejaba de mirar a Iruka.

Incluso intentó sacarle platica pero el omega estaba tan cansado que contestaba tajante.

— Iruka— llamó el alfa.

— ¿Si?

— ¿Puedes revisar si no ha llegado Obito? Me dijo que vendría.

— Claro.

El omega salió de la habitación dejándolo solo con el enfermero.

— ¿Estás trabajando o intentando llevártelo a la cama?— se dirigió al enfermero mientras lo miraba mal.

— Eh...

El joven rubio se sonrojó sin poder ocultar que claramente estaba coqueteando con el omega.

— Si te vuelvo a ver cerca de él te rompo la cara.

— Como sí pudieras.

— ¿Qué dijiste?

— Como si pudieras— repitió el rubio de forma amenazante con una sonrisa cínica en el rostro.

Kakashi asintió, y encuadriñó la mirada para poder leer el gafete del chico y memorizar su nombre.

— Perfecto, te acabas de quedar sin trabajo.

—  ¿Qué?

— No sabes quién soy. Puedo hacer que te despidan por andar de promiscuo rastrero.

Notó que el tal Hiroshi tragó saliva y salió casi huyendo de la habitación.

Después hablaría con Tsunade para que pusiera en su lugar a aquel idiota.

Iruka volvió a la habitación y miró extrañado a Kakashi que tenía el ceño fruncido.

— Debes ser más atento Iruka.

— ¿Eh?

— Ese enfermero te estaba coqueteando desesperadamente.

— Eso no es cierto.

— Que sí. Solo que no te das cuenta.

— ¿Estás celoso?— preguntó el omega sonrojado.

— No, qué asco. Solo que pareces una puta siguiéndole la corriente.

— No voy a dejar que me hables así.

— ¿Así como?

— Yo no soy ninguna puta. Ni un idiota, ni nada de lo que me has dicho estos días.

— Sino te gusta lárgate entonces.

— ¿Eso quieres?

— Me da igual lo que hagas o dejes de hacer Iruka.

El castaño asintió reteniendo sus lágrimas lo mejor que podía.

— Anda llora. Puta.

Las lágrimas comenzaron a correr por las mejillas de Iruka, su orgullo estaba siendo pisoteado al igual que su corazón.

— No tienes porque tratarme así. Yo no te he hecho nada malo.

Dijo eso y salió de la habitación, chocó con Óbito que frunció el ceño al ver al moreno hecho un mar de lágrimas.

El pelinegro solo negó con la cabeza y le abrazó rápidamente.

— No le hagas caso.

— Pero es que... no puedo.

— Hablaré con él.

— No servirá de nada.

El Uchiha se encogió de hombros y entró a la habitación para ver a su mejor amigo.

EclipseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora