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Más tarde Kakashi despertó y tal como esperaba Iruka estaba sentado en el sofá mientras dibujaba en su cuaderno.

—  Hola.

— Despertaste, ¿cómo te sientes?

— He estado peor así que no me quejo— dijo tendiéndole la mano.

— Tienes razón— sonrió.

El omega se inclinó sobre el asiento y le besó la frente al alfa.

— ¿Podemos hablar?— preguntó Iruka mientras jugueteaba con un mechón de su cabello.

— Prefiero que hablemos cuando estemos en casa.

— ¿Por...

La puerta se abrió dejando ver a Rin.

— Por esa razón— le susurró Kakashi.

Y tenía razón, era una platica muy íntima como para ser interrumpidos. La mujer les sonrió y les entregó un chocolate a cada uno.

— ¿Para qué son?

— Cuando va a nacer una niña se regalan chocolates, cuando es un niño se regalan puros.

— Oh, ya veo— contestó sonrojado.

— ¿Cuándo te internan?— cuestionó el alfa.

— Mañana.

— ¿Será cesárea?— preguntó Iruka mirando la barriga enorme de la mujer.

— Sí.

— ¿Y Haru?

— Está feliz, emocionado por conocer a su hermanita.

— ¿Y Obito?

— Está afuera, está nervioso.

— ¿Por qué?

— Porque el no hará la cirugía y dice que no hay nadie mejor que el para recibir a su hija.

— Pero no es ginecólogo.

— Lo sé, y lo sabe. Pero dice que podría experimentar.

— Está demente— concluyó Kakashi dándole una mordida al chocolate.

— Bueno, los dejo chicos.

— Mucha suerte mañana Rin.

— Gracias.

— En cuanto pueda iré a conocer a mi nuevo sobrino.

Rin asintió enérgica y salió de la habitación. Kakashi terminó de comer el chocolate y el omega le limpió las comisuras de los labios con su pulgar.

— Me alegra que estemos bien— susurró el menor.

El alfa le sonrió y se inclinó para besarlo.

— ¿Qué tanto dibujas eh? Sacaste tu lado artístico.

— Algo así, pero no es nada.

— Déjame ver, anda.

Iruka se sonrojó y fue por su libreta, y se la entregó a su novio.
El mayor la tomó entre sus manos y la abrió, encontrándose con dibujos a lápiz de el mismo.

— Son muy buenos Iru.

— ¿Si?

— Sí, me dibujas más guapo.

— Eso es mentira, así te ves siempre.

El peliplata rió suavemente y apretó la mano bronceada.

EclipseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora