09

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Al día siguiente Iruka despertó antes que el alfa y observó por unos minutos el perfil definido de su novio.

No pudo evitar sentirse atraído y le besó la mandíbula, haciendo que el peliplata despertara de golpe.

— Gracias por despertarme, idiota.

— Lo siento.

El mayor rodó los ojos y volvió a cerrarlos esperando recuperar el sueño.

— Sino dejas de verme no podré dormir.

— Perdón— contestó el omega posando sus ojos en sus propias manos.

Kakashi volvió a dormirse mientras Iruka leía un libro.
Las enfermeras entraron para entregarle el desayuno al mayor extendiéndole una charola con comida. Una de las mujeres cambió las bolsas de las sondas de Kakashi por unas limpias, rápidamente revisó signos vitales y tras anotarlo todo, se marchó.
El castaño se acercó al alfa para ayudarlo a desayunar, podía darle de comer en la boca sí quería.

— Todavía me sirven los brazos.

— Ya sé pero pensé que podría...

— Pensaste mal.

Iruka se alejó de la camilla y volvió al sofá.
En ese momento Óbito entró a la habitación.

— Hola Iruka.

— Hola Óbito— sonrió.

— Kakashi, ¿qué tal?

El alfa peliplata le miró con una ceja arqueada y el rostro más hostil posible.

— Vaya, alguien no está de buen humor.

— ¿Y cómo quieres que esté?

— Cálmate, no tienes porque ser grosero con él— intervino el omega.

— Yo soy como quiera con quien quiera.

— Tu madre vendrá a cuidarte, Iruka necesita dormir— finalizó el Uchiha.

Óbito se marchó y le hizo un gesto al castaño para que lo siguiera.

Se paró y antes de salir miró al alfa en aquella cama. Sus ojos estaban cristalizados y de nuevo tenía la mirada perdida.

— Oye.

Kakashi lo miró.

— Te amo.

Sin esperar respuesta salió de aquella habitación, topándose con Akane quien le dio un abrazo y un beso en la frente.

El castaño se reunió con Óbito quien le pidió unos minutos para platicar.

— Se está comportando como un idiota— dijo el mayor.

— Lo sé.

— No tienes porque aguantar todo eso solo, cuando quieras apoyo sabes que cuentas conmigo y con Rin.

— Gracias. Supongo que es normal que esté así.

— No lo sé. Solo no te tomes a pecho todo lo que diga.

Iruka sonrió débilmente y tras despedirse de aquel hombre salió del hospital y condujo a su casa.

Tomó una siesta de un par de horas, y cuando despertó la casa olía a comida.
Le había dado un duplicado de llaves a Ankō y salió a mirar si efectivamente se trataba de ella.

— Hola, ¿cómo estás?

Iruka solo abrazó a su amiga y se soltó a llorar en su hombro.

— Sh. Todo estará bien.

Le contó acerca del comportamiento del alfa esperando una opinión más.

— Quizás es algo normal. Debe estar molesto con la vida por tratarlo de esa forma.

— Pero se está comportando como un imbécil.

— Por el momento intenta entenderlo. Si sigue así entonces habla con el.

El castaño asintió y cenó pizza junto con Ankō.

EclipseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora