Capítulo 18 - EL INFIERNO CONTIGO

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EL INFIERNO CONTIGO


Su mano entrelazada con la mía no me suelta en ningún momento, nos guía por los pasillos y terminamos parando enfrente de su habitación. Suelto su mano lentamente y me giro para abrir la puerta de mi habitación.

- ¿A dónde crees que vas? – me pregunta agarrándome de la cintura y haciéndome girar para quedar frente a él.

- A mi habitación – contesto en tono bajo.

- De eso nada – me dice alejándome de la puerta y llevándome dentro de su habitación – Vas a dormir conmigo – sigue hablando.

- ¿Estás seguro? – pregunto dudando mientras veo que cierra la puerta cuando los dos estamos dentro ya.

- ¿Estás de coña no? – me mira divertido – Llevo casi un año sin poder estar cerca de ti – me coge la cara entre mis manos – no pienso estar más tiempo separado de ti, me niego – se acerca aun más y deja un beso en mi frente.

- Vale – respondo con una sonrisa y recorriendo mariposas en mi estómago.

Cato camina y se pierde en el baño. Mientras se ducha voy hasta su armario y agarro una de sus camisetas, de esas que son grandes y que en mi cuerpo se convierten en un vestido. Me quito la ropa y me coloco la camiseta, después abro la puerta del baño con cuidado y veo que Cato sigue en la ducha por lo que voy hasta el lavabo. Cojo una toallita y salgo del baño a hurtadillas para que no se dé cuenta de mi intrusión.

Al salir voy hasta un espejo y me quito el maquillaje que me coloqué por la mañana. Cuando ya no tengo ningún rastro de pintura me deshago de las horquillas y desarmo el peinado, dejando mi melena negra suelta.

Unas manos se posan en mi cintura abrazándome, provocando que pegue mi espalda contra su cuerpo. Su cara se inclina y deja un beso en mi hombro cubierto por la tela de su camiseta. Aparta con su mano el pelo dejando a la vista mi cuello donde vuelve a dejar un beso en esa zona, provocándome un escalofrío.

Su nariz recorre la curva de mi cuello, sintiendo su respiración. Dejo que sus manos me recorran a su antojo, disfrutando de la sensación que me provoca. Me giro lentamente y poso mis manos en su torso desnudo. Recorro despacio cada línea hasta que llego a la cicatriz de su herida en los juegos. Contengo el aliento cuando la recorro delicadamente y Cato me alza la mirada con una de sus manos.

- Solo es una cicatriz – me susurra preocupado por mi reacción – solo eso – me mira a los ojos y yo asiento intentando controlar las ganas de llorar al recordar aquel día.

Las manos de Cato se cuelan bajo mi camiseta y recorre mi espalda desnuda. Me pego más a él y me pongo de puntillas para poder alcanzar su cara. Paso mis manos tras su cuello y él me alza, enredando mis piernas en su cintura. Me sujeta fuertemente y camina hasta el borde la cama dónde se sienta.

Amar o morir 2 || Libertad || Cato y Clove || Los juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora