Capítulo 7 - NO PODEMOS ESCAPAR

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NO PODEMOS ESCAPAR


El viaje en el tren fue una pesadilla, en cuanto entré me fui directa a mi habitación. La rabia, la desolación, la angustia,... recorren mi interior. Los sentimientos se me agolpan y termino por explotar.

Lo primero que pillo es un jarrón que hay encima del mueble y lo arrojo al suelo, haciéndose añicos. La satisfacción que me produce ver el objeto roto en el suelo me anima y comienzo a hacer pedazos toda la habitación. Aviento todo, desarmo la cama, destrozo los cojines, todo, no queda nada a salvo.

Grito y doy puñetazos a la cama, las lágrimas comienzan a surcar mi cara, descontroladas. No soporto sentirme así pero recordar todo lo que ha pasado, tener que hablar de él... Lo he sentido todo más real, ya no hay vuelta atrás.

Cansada de todo me levanto de la cama y voy hasta el baño, abro el grifo del agua y me meto en la ducha sin ningún miramiento. No importa el vestido que llevo, ni el peinado, ni el maquillaje. A estar alturas debo estar horrible ya. El agua fría cae con fuerza sobre mí, relajando mis músculos. Resbalo hasta el suelo y me siento. Agarro mis piernas con mis brazos y me permito llorar nuevamente, tengo que dejarlo ir, dejarlo marchar. Tengo que cumplir su promesa, seguir adelante con mi vida. Tengo que ser fuerte.


Unos golpes en la puerta me despiertan. Me incorporo y me doy cuenta de que estoy en la cama acostada. ¿Cómo he llegado hasta aquí? Lo último que recuerdo es estar tirada en la ducha. Miro a la habitación y está impecable, el desastre que causé ayer ya no está.

Me levanto y me pongo ropa limpia, ni me inmuto por asearme ya que mi grupo de estilistas me cogerá en cuanto acabe de comer algo. Hoy llegamos al Capitolio y tengo que ponerme un vestido de esos largos y pomposos.

Salgo de la habitación y me encuentro que todos están sentados en la mesa en cuanto paso el umbral de la puerta. Me siento junto a ellos y al verme detienen sus conversaciones. Me miran y me siento cohibida, seguramente oyeron el destrozo que ocasioné anoche.

- Buenos días – saludo y cojo un panecillo para meterlo en mi boca. Tenía un hambre voraz.

- ¿Qué tal has dormido? – me pregunta Enobaria en un susurro mientras los demás intentan seguir con sus conversaciones.

- Bien, creo que bien – respondo de igual forma.

Me mira con preocupación pero no dice nada por lo que devuelvo mi atención a la comida expuesta encima de la mesa.

Cuando termino vuelvo a mi habitación y mi equipo ya está allí esperándome. Me meten directamente en el baño y comienzan a exfoliarme la piel, así como a depilarme todo el bello del cuerpo. Cuando termino con la ducha me secan el cuerpo y me echan una cantidad de potingues por el cuerpo, ni siquiera presto mucha atención a lo que hacen. También secan mi pelo pero no hacen nada más por lo que me colocan una bata y me hacen esperar a Cloe.

Amar o morir 2 || Libertad || Cato y Clove || Los juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora