veintitrés

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Fred escuchó ruidos afuera; Deuz de nuevo. No puede ser.

Justo que estaba haciendo una mochila con todo el dinero que pudiera.

Había guardado todo el dinero que Deuz le tiraba cuándo lo obligaba a bailar en ese tubo.

Seguro le alcanzaba para vivir bien lejos de dónde estaba.

Llevaba ropa y zapatos.

Ojalá pudiera llevarse la mansión completa, pero sin Deuz.

Asomó la cabeza por la ventana buscando a Deuz, pero la puerta seguía cerrada. Los ruidos no pudieron ser del moreno. ¿Los había imaginado acaso?

Mientras pensaba en ello se abrió la puerta.

Complace me (Freddedy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora