Que Las Cosas Sucedan (Capítulo 36)

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Eres una estupida Soojin, eso es lo que eres, porque no tuviste el valor de decírmelo a la cara, eres una cabrona.

Todo mi cuerpo ardía de rabia e impotencia no podía hacer nada, todo en mi vida estaba fuera de control.

¿Desde cuando eres tan cobarde Seo Soojin?.

Era el día, desgraciadamente había llegado. Desde que me levanté, traté de convencerme de que todo esto no era real, que hoy no era el día en que Soojin se casaría, pero de nada me servía tratar de convencerme cuando eso no evitaría nada.

Todos parecían entusiasmados, felices, y yo no podía compartir su dicha, ni siquiera sé si soy capaz de fingir estar contenta, o por lo menos cómoda. Mientras me arreglaba, mis manos temblaban, no podía ponerme los aretes y no sé cómo logré colocarme el maquillaje, apenas y podía reprimir el llanto que trataba de salir con gritos desconsolados, nada se podía comparar con el inmenso dolor que sentía, ese vacío desde el pecho hasta el estómago.

Me miré por última vez en el espejo y con mis piernas temblando bajé las escaleras hasta llegar a la sala donde Sunho y Suja estaban esperándome ambos preparados vestidos con un elegante esmoquin y peinados de la misma manera.

— ¿Estas lista?

— Sí, vamos.

Caminaba hacia al auto por pura inercia, creo que todo lo hacía inconscientemente, sentar a Suja en su silla, abrocharle sus cinturones, colocarme en mi asiento y abrochar mi cinturón, apenas y noté cuando Sunho encendió el coche.

Avanzábamos recorriendo las calles de China. La boda sería en el jardín de una villa muy privada, seríamos pocos los asistentes ya que querían que fuera lo más discreta posible, no querían que nadie ajeno se enterara de lo que estaba pasando.

El tratar de convencerme que hoy no era el día de su boda no funcionó, quizás si trato de convencerme de no la amo me dé un mejor resultado. Pero vamos, tengo que ser realista en un par de minutos. No puedo olvidar todos los momentos que estuvimos juntas, puedo recordar con perfección la sensación de su cuerpo contra el mío, sus labios devorando los míos, su lengua sumergiéndose en mi boca, sus brazos rodeando mi cintura atrayéndome tan cerca de ella que me impregnaba de su fragancia y de su calor, el latir de su pecho cuando me recostaba sobre él, cuando poseía mi cuerpo con locura y cuando lo hacía con extrema ternura, pero sobre todo, recuerdo todos esos te amo que no eran necesarios decir pero que cada vez que salían de su boca me derretían por dentro y experimentaba esa sensación que recorría y consumía cada parte dentro de mí.

— ¡Shuhua! ¡SHUHUA!

— ¿Qué?

— Ya llegamos — dijo Sunho sacándome de mis pensamientos.

Había pocos autos estacionados, reconocía a casi todos. Me quedé un momento sentada mientras Sunho bajaba y sacaba a Suja de su asiento, justo fue ese momento en que mi mente y sentimientos se negaban a seguir; todo mi ser se negaba a entrar a ese lugar y presenciar algo insoportable, me negaba a ver algo que me destruiría; suficiente sería verlas en las reuniones familiares.

— Shuhua, ¿está todo bien?

— ¿Podrías darme un minuto?.

— Sí, pero no tardes tanto, la boda está por comenzar.

— No tardaré.

A quién engaño, no pienso pararme ahí, por lo menos no hasta el banquete. Si fuera posible, también lo evitaría. Encendí el aire acondicionado y prendí la radio, me recosté en el asiento y cerré los ojos.

Quizás no estamos destinadas a estar juntas, tal vez es solo un capricho mío y la boda es lo mejor para todos, menos para mí, eso está claro; pero la vida no se trata de mí, se trata de todos, porque a pesar de todo esto, siento que en verdad hay algo más, que Soojin y yo sí debemos estar juntas, que por naturaleza, debemos estar juntas.

Shuhua, porfavor no te cases // SooShu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora