¿Y ahora que hago? (Capítulo 18)

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Me desperté cuando la luz del sol entra en mi ventana. Tomé conciencia de que estaba en mi cama. Comienzo abrir mis ojos y acostumbrándome a la luz, pude percibir lo que había a mi alrededor, al principio todo me parecía normal hasta que comencé a ver varias prendas en el suelo y no sólo eran mías. Comencé a sentir frío por todo mi cuerpo y me dí cuenta que mi piel estaba completamente en contacto con la sábana.

¡Estoy desnuda!

Con miedo a lo que me voy a enfrentar a continuación, giro mi cabeza justo al lado izquierdo de mi cama. Lo primero que veo es su cabello castaño, aquella hermosa figura femenina estaba acostada boca abajo. Lograba ver su espalda completamente desnuda, mi mirada bajaba y bajaba hasta encontrarme con su trasero, que por suerte o desgracia estaba cubierto con la sábana. Yo sabía lo que había hecho anoche y por supuesto con quién lo había hecho.

Una parte de mí rebozaba de felicidad, pero la otra parte se sentía culpable, ¿pero que más podía hacer?, no podía resistir más, no lograba mantener todos mis sentimientos guardados. Sé que lo que hicimos no fue un acto de lujuria, sino que fue de amor. Lo pude sentir, ella me lo dijo, y sabía que era cierto porque lo pude ver en su mirada. Ella deseaba que la tomara, ella quería hacer el amor conmigo, pero aun así esto está mal, muy mal.

Me quedé completamente quieta. No quería perturbar su sueño y mientras ella dormía como un ángel, yo tenía una batalla interna conmigo misma. Trataba de ya no verla, pero mis ojos me traicionaban y regresaban hacia ella, ¿y cómo no hacerlo? si era la mejor vista que había tenido en toda mi vida.

Comenzó a despertarse y lo primero que hizo fue dedicarme una enorme sonrisa y acercarse a mí para poder compartir un beso por la mañana.

— Buen día — dijo abrazando mi cintura.

— Buenos días — le contesté dándole un beso en su frente.

— Creo que necesito una ducha, mi piel se siente pegajosa — dijo quitando la manta de su cuerpo y se levantó de la cama descubriendo su cuerpo desnudo.

Yo aparté mi vista de su cuerpo expuesto.

— ¿Qué pasa?

— Bueno, es que estas desnuda.

— Creo que eso es lo que menos importa ahora. Anoche tú me viste más que desnuda.

— Tienes razón, perdón, pero creo que es un reflejo involuntario.

Volví a verla, pero mi boca se abrió el doble de lo normal. Algo entre mis piernas comenzó a palpitar e inconscientemente mis manos se extendieron hacia Shuhua. Con la poca conciencia que quedaba en mi cabeza me levanté de la cama. Tomé mi ropa y salí corriendo de la habitación.

Busqué el otro baño y al cerrar la puerta me recosté en el suelo y recargué mi espalda en la puerta, mi pecho subía y bajaba de manera constante. Era una lujuria inexplicable, mi libio estaba más que vivo y reclamaba su libertad de una manera más furiosa, amenazaba con salir y arrasar con todo lo que estuviera a su paso.

Luego de varios minutos y un baño con agua bastante fría, me vestí y me miré al espejo tratando de convencer a mi reflejo de que nuestro cuerpo estaba bajo nuestro control.

Salí del cuarto de baño y la voz de Shuhua llamó mi atención. Cuando me acerqué a la cocina pude ver como ella hablaba por teléfono. Por su tono de voz y gesto sabía que se trataba de algo serio.

— No te preocupes, regresaré después de unos días. Necesito más tiempo. —dijo ella al teléfono— No, no estoy enojada ya te lo dije. (...) No te voy a dar más explicaciones, nos vemos. — ella colgó sin esperar respuesta y al notar mi presencia se puso nerviosa, y yo también lo estaba.

Shuhua, porfavor no te cases // SooShu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora