Capitulo XII

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Entré al consultorio sintiendo un enorme desgano, estaba cansada física y mentalmente y no sentía las fuerzas suficientes siquiera para caminar a la silla frente al escritorio del doctor Brashier. Él me miró y, al notar mi aspecto moribundo por mis notorias ojeras moradas y marcadas, se puso de pie rápidamente y caminó hacia mí con grandes zancadas.

—Teresa, ¿qué ocurre?

Sentí mis piernas desfallecer, temblaron mis rodillas y una debilidad se apoderó de ellas; por lo que casi caía al suelo, si no hubiera sido por los brazos del doctor. Me sujetó con delicadeza, su expresión facial denotó que temía soltarme y me miró con preocupación. Sentía que me desvanecía en sus brazos, la conciencia me abandonaba y mis ojos se cerraban poco a poco.

—Teresa, Teresa.

Me llevó a la silla y movió esta de forma que el aire golpeó mejor y de manera directa en mi rostro. Pasados algunos instantes, el aroma a alcohol etílico invadió mis fosas nasales haciéndome regresar a mis cinco sentidos. Parpadeé una y otra vez, mi visión estaba borrosa hasta tres segundos después.

—D...doctor...

—Tessa, me asustaste —dijo soltando un suspiro de alivio.

—¿Qué...qué sucedió?

—Ibas a tener una síncope, afortunadamente no fue así.

—O...oh, lo siento.

—No tienes que disculparte, Tessa.

Su mano acarició mi mejilla, luego pasó sus largos dedos hacia el mechón de mi cabello que caía en mi pómulo. Me relajé ante su toque, sentía nuevamente esa enorme paz abarcándome. Nuestros ojos hicieron conexión, solté un gran suspiro y traté de respirar hondo.

—¿Qué ocurrió, Tessa? ¿Todo está bien?

—N...no, nunca ha estado bien nada —sollocé fuerte—. S...siento que ya no puedo soportar... todo lo que pasa. ¿Q...qué sucederá con mis hermanos? ¿Dónde... vivirán? —me regaló una mirada que daba a entender que no entendía lo que le estaba diciendo.— Nos echaron del...del departamento, no alcancé a pagar las rentas y...y no me dieron prórrogas.

—¿Qué? —inquirió asombrado.

—Nos quieren fuera para mañana y...y no encontré un lugar donde vivir y que t...tenga rentas más bajas que esa. Ya no se qué hacer.

Tomé una bocanada de aire y solté despacio. Sus brazos me envolvieron de forma cálida, posteriormente acarició mi cabello y me relajé apoyando mi rostro en su pecho, en donde dejé escapar un sollozo más.

—Tranquila, todo va a estar bien.

Volví a mirarle mientras mis ojos despedían un sinfín de lágrimas.

—Eres fuerte, Tessa, yo lo sé. Te conozco y sé que podrás salir de esto. Tienes mi apoyo siempre, sin importar qué.

—Gracias, doctor Brashier.

Su dedo pulgar borró mi llanto, deshicimos el abrazo y lo observé: sabía que él pensaba en algo, pero no sabía en qué. Por otro lado, yo pensaba en el futuro de mis hermanos, ellos prácticamente dependían de mí. Por esa razón me duele haber fracasado, ellos me amaban y yo a ellos; y decepcionarles era lo peor que les pude haber hecho. Soy totalmente responsable de lo que a mis hermanos les pase.

—Si no has encontrado vivienda, entonces... vente a vivir a la casa de mis padres.

Le miré pasmada, mis ojos se abrieron tal cuales platones y miré hacia abajo mientras negaba con la cabeza.

Querido Psicólogo Brashier (C.B.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora