~El rey y la reina~

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Una vez en el área común la chica enfiló a la cocina y de camino los demás comenzaron a hablarle.

- ¡Ah! Uraraka, ¿dónde estabas? –

- ¿Aún hacen el trabajo de investigación de literatura? –

- Ay ¡Jejejejeje! Sí algo así... -

- Pensé que ya lo habían entregado. –

- Seguramente el de Todoroki y Yaoyorozu fue mejor y ahora Bakugou quiere hacerlo perfecto. –

- Suena a algo que Bakugou haría. –

- ¡Jejejejeje! Sí, algo así. – Repetía la castaña muerta de los nervios; pasó a todas prisas hacia la cocina, tomó 2 platos bien servidos de comida y regresó al elevador.

- ¿No van a bajar? –

- No porque tenemos hasta hoy para entregarlo. –

- ¡Mucha suerte! –

- Gracias. – La chica se perdió en el elevador muerta de la vergüenza; tenía la cara encendida y los cachetes inflados pues les acababa de mentir a sus compañeros y eso la hizo sentir mal; pero no podía decir nada, ni siquiera ella misma lo entendía y cuando pasó y vio a Ashido bailando con los demás y a Kirishima en el comedor con los encargados del escenario descubrió que el no saber nada era más sencillo; seguir como si nada hubiese pasado era lo más recomendable; pero antes de decantarse por eso quería estar con el chico un poco más. "Lógicamente esto nunca hubiera sucedido entre nosotros; no sé cómo es que él accedió" Pero lo que ella desconocía era que el chico estaba volviéndose loco... y por ella. "¡Demonios! Tengo que sacarme esto de dentro, son puras estupideces; sentimientos que no necesito para nada, ni tampoco se lo puedo decir a ella porque sólo sería empeorar las cosas... no puedo. ¡Ah mierda! Ya no quiero sentirme así" Se dijo el explosivo que estaba haciendo sus flexiones matutinas ido en sus pensamientos cuando tocaron a la puerta. "¿Y ahora quién?" Se preguntó pero la castaña habló desde el otro lado. – Soy yo, ¿me puedes abrir? – El chico torció los ojos y acató la petición; ahí la vio malabareando con dos platos bien servidos.

- ¡Demonios cara redonda! – Pero ella lo taladró con la mirada. – Ni se te ocurra. – Dijo a sabiendas lo que ella estaba pensando. 

- Sabes que puedo convencerte. –

- No me voy a dejar. – Dijo y ya iba a quitarle uno de los platos cuando ella lo alejó y le ofreció el contrario. - ¿Qué mierda?, ¿no son iguales? –

- No, este tiene picante. –

- ¿Cómo es que tú...? – Y la cara se le puso muy roja así que le arrebató el plato y se fue a sentar intentando evitar el contacto visual, ella sólo sonrió con satisfacción y lo alcanzó en la mesa; entonces sacó dos pares de palillos del bolsillo de su pants, le ofreció uno y el chico los tomó sin mirarla y en silencio; no sabía cuándo es que ella se había dado cuenta de sus gustos; pero Uraraka no era tonta, era observadora y más cuando él estaba en su cuerpo; se le quedaba mirando lo que hacía y notó como disimuladamente echó picante en la comida intentando que nadie lo viera, seguramente para que nadie le interrogara por tener su cara, pero así poder comer tranquilo. Así descubrió el gusto personal del chico y decidió darle la sorpresa, evidentemente él se sintió halagado con el gesto pero intentó disimularlo lo más que pudo. "Encima se pone cursi, joder mierda" Se quejó mentalmente porque no sabía cómo dejar de tener la cara roja; realmente le gustó que ella pensara en él de ese modo, pero ni en mil años luz lo iba a admitir.

Comieron y ella le contó que había mucha gente en el área común, todos trabajando con lo del concierto, pero le sorprendió diciendo que ninguno de los dos era indispensable y que podían quedarse en la habitación.

~El Juicio de la Luna~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora