6. Maldita sea mi suerte

536 68 48
                                    

— Ernesto, si sigue el amor unilateral, el dolor va a aumentar hasta que mueras... —

•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Muerte

Esa última palabra se incrustó en su mente "morir" ¿era en dónde estaba, no? Estaba muerto pero todos sabían que aún había una muerte más, la defnitiva, pero nadie que conociera había muerto de amor... de lo que tanto había presumido por años era ahora de lo que estaba muriendo.

Ernesto sentía sus piernas flaquear, la respiración le faltaba, ya no tenía fuerzas, todo le daba vueltas y terminó cayendo al suelo sin ánimos, Jorge enseguida se sentó a su lado.

— El hechizo se llama Hanahaki, no es de lo más mexicano como puedes notar pero sigue siendo un hechizo. En los vivos afecta en los órganos pero en nosotros afecta directamente el alma, tú alma se cubre de pétalos, de espinas hasta que quedas sin fuerzas, el alma adolorida se va de tí y... mueres... —

— Jorge, yo... —

— Shh no digas nada, te voy a ayudar, haremos hasta lo imposible porque Héctor te corresponda y si no al menos morirás habiéndolo intentado ¿no creés? — Ernesto por fin recuperó las fuerzas para mirarlo a la cara, sus ojos brillaban con cierta melancólica, Jorge le sonrió — morir como un enamorado, de seguro no hay nada más charro que eso...

— Gracias Jorge, pero siendo sincero no sé que vamos a hacer ¿Cuánto tiempo tengo? —

Le ayudó a levantarse

— Así como vas con el dolor en el pecho tal vez unas semanas más pero así te quedara un mes necesitamos que conquistes a Héctor cuánto antes —

Asintió con un poco más de fuerzas, se colocó el sombrero levantándose.

— Bien, pero ya lo hablaremos mañana por hoy tengo que descansar —

— Mañana temprano te veo fuera de tu casa —

— Hasta mañana Jorge —

— Hasta mañana Ernesto —

Y así ambos charros se despidieron, ya no tenía otra salida no podía desenamorarse, la espina de la rosa se había clavado demasiado como pa' si quiera pensar en sacarla, ahora solo le quedaba luchar, luchar contra Imelda y con quién fuera que quisiera el amor de Héctor pues de eso dependía literalmente su vida además ¿qué tan difícil podía ser? Había sido todo un Don Juan y no existía quien se le resistiera pero Héctor siempre fué su amigo ¿Cómo saber si sus encantos funcionaban con él?

Ahora solo quería descansar y fué exactamente lo que hizo.

•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

No había terminado de salir el sol cuando Ernesto se había puesto una camisa blanca, unos pantalones de charro y con todo y sombrero fue directamente a una cantina de por ahí cerca, empezaba el día y él ya tenía más de tres botellas de tequila vacías en su mesa.

— ¡He, tú! ¡Dame otra botella! —

Estaba muy borracho, el lugar le daba vueltas pero aún le faltaban más botellas para poder perder completamente el juicio. El cantinero se acercó con suavidad con una botella nueva en mano.

— Pero Señor de la Cruz... —

— Dije "dame otra botella" además  ¿A tí en que te afecta que yo beba, he? —

Ernector. Amorcito MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora