10. Si tú me quisieras

478 51 16
                                    

.
.
.
°

••

•••

••••

¿Y es que realmente quería morir? ¿Es que no podía hacer nada para seguir viviendo? Si aún podía luchar ¿Por qué no lo hacía?

La verdad, la verdad era que...

Estás aterrado

Esa voz en su interior que parecía tener respuestas a todo le dio claridad por primer vez. Si, era eso lo que sentía, estaba aterrado por morir, claro que le dolía el hecho de que su amor jamás sería confesado ni correspondido como hubiera deseado, que ser identificado como un ser capaz de amar y tener empatía jamás se iba a poder pero a lo que más le temía era a morir. Nunca había tenido esa sensación de persecución, ese terror a ser encontrado por la muerte que con carne y órganos jamás pudo experimentar, ahora ese dolor que emanaba de su pecho de algo más interno que la piel, de su alma, sangraba sin poder detener la hemorragia.

Mientras esa pelea de emociones tenía cavidad en el interior del músico, Héctor por el otro lado estaba preocupado y es que recordaba haber hecho un trato en la cantina con Ernesto y eso era verse para los preparativos de la fiesta y como buen mexicano que se respeta no rompería su palabra, menos cuando ya se habia reformado.

Toda la mañana había ayudado con los preparativos , reía y jugaba con toda la familia pero en la tarde la ausencia de Ernesto carcomía su paz y molestaba sus pensamientos y lo peor fue en la tarde/noche donde ya no había espacio para otro pensamiento que no fuera el paradero de su amigo.

Caminaba de un lado a otro mientras que uno que otro integrante de la familia le veía con preocupación y sin saber que le estaba pasando, hablaba para si mismo en voz baja reflexionando.

- ¿Qué le habrá pasado? ¿Estará en la cantina? No creo él... -

- Buenas tardes Héctor, en la calle me dijeron que me andabas buscando... -

Héctor miró a Jorge al otro lado de la puerta de entrada y es que por tanto pensar se le había olvidado que buscaba a Jorge para poder saber algo.

- ¡Si si! - se apresuró a ir con él, acercándose para hablar

- Dígame - sonrió - ¿para que soy bueno? -

-¿Has visto a Ernesto? - ahora la cara del ranchero antes sonriente también se nublo, enseguida recordó la enfermedad que pesaba en los hombros del músico - Es que dijo que me ayudaría a adornar antes de la fiesta y no ha llegado, ya ves que uno no rompe su palabra así como así.

- Eso si pero... No no he visto a Ernesto - y era la verdad, lo último que habia sabido de él es que después de aquel reencuentro con Héctor en la cantina había ido feliz a su hogar - y tampoco se dónde podría estar, lo último que supe es que andaba contigo.

- Si, si, vino está mañana diciendo que se le perdió algo cuando estábamos borrachos en la cantina - ambos desviaron la vista preocupados por su amigo pero el rostro de Héctor no tardó en iluminarse - ¡Probablemente esté buscando la cosa esa que se le perdió! Intentaré recordar que fué lo que pasó mientras voy a la cantina ¡Gracias Jorge! -

Ernector. Amorcito MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora