9. Que salga la luna

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Al día siguiente Ernesto se levantó con la imagen exacta de aquel beso lo que le hizo feliz por unos segundos pues enseguida notó su error, no había dicho nada, simplemente le beso y si Héctor lo recordaba tal vez estaría enojado, decepcionado o confundido ¡aún peor! Tal vez ya la habría contado a Imelda y ahora ya no sería el farsante, el ladrón de las canciones de Rivera sino que ahora sería "el roba maridos" pero ¿Realmente Hector se acordaría?

Ambos estaban muy borrachos pero él si sé acordaba, eso significaba que Héctor también podría hacerlo.

Asustado se puso lo primero que encontró y corrió a la casa de los Rivera.

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Mientras tanto Héctor recibió el golpe de una bota negra justo en la nuca cuando intentaba tomar un vaso de agua

— ¡Auh! ¿'Ora que hice? —

— ¡Solo una cosa te pedí¡ y te estabas cayendo de borracho en una esquina con tu gran amigo "Ernesto de la Cruz" —

— Perdóname Imelda es que era solo una celebración, puede que se me pasaron las copas un poquito... —

— ¿Un poquito? — dejando el vaso de agua fue al encuentro de la mujer que era su esposa.

— Bueno tal vez un mucho pero ya íbamos para la casa además ya estoy aquí, listo para empezar a adornar la casa para la fiesta de Día de Muertos. Ya perdóname —

— Está bien, solo espero que sea la última celebración en la que sales hasta las trancas de alcohol—

— Lo prometo Imelda —

Nada más llegar, Ernesto golpeó la puerta tres veces empezando a respirar profundo para recuperar el aliento.

La puerta se abrió dejando ver a Héctor y el músico no tardó en ponerse nervioso, se acomodo el cabello que seguro lo tendría hecho un desastre y se acomodo el cuello de su camisa.

— Héctor, eh ¿Todo bien con lo de ayer? — ni si quiera sabía cómo preguntarle y es que el riesgo era demasiado, sino lo recordaba terminaría por decírselo si no escogía las palabras correctas.

— Algo así, Imelda me regaño por lo borracho que andábamos pero creo que ya lo solucione ¿tú si llegaste bien a tu casa? —

— Espera ¿no recuerdas otra cosa Héctor? —

No estaba seguro del sentimiento pero una parte de él estaba enojado ¿cómo es que no se podía acordar de un momento que le pareció el mejor tanto en vida como en muerte? Justo cuando al fin pudo sentir paz en su propia alma, sentirse aliviado, sin carga alguna y Hector, su amado, simplemente no lo recordaba. Recargó su mano en la pared a un lado de la puerta esperando la respuesta.

— ¿Recordar qué? ¿qué pasó? ¿Te olvidaste de algo? —

Asique no lo recordaba pero eso no quitaba el hecho de que se habían besado y que por un segundo sintió la esperanza llenando su ser, dolido y sobre todo enojado alejó la mano con brusquedad.

— No, es que se me perdió algo, ahorita vengo —

Héctor confundido observó a Ernesto alejarse con pasos furiosos y firmes, no había entendido que había sido eso, además de que sus palabras eran verdad, no lograba recordar nada después de entrar a la cantina y beber el primer tequila celebrando un buen comienzo ¿Qué habían hecho? ¿Qué perdió Ernesto? Eran preguntas que no podía responder e intentando no darle muchas vueltas entró de nuevo a la casa dispuesto a adornar el lugar para la fiesta de día de muertos de mañana.

Ernector. Amorcito MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora