Terzo

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Todos creían que al ser de familia adinerada la vida vendría mucho más fácil, claro, un futuro asegurado estudiando en los mejores colegios del país como cualquier niño mimado. Algo así era la vida de Jake Shim.

A los 13 años con su familia tuvieron que mudarse a Corea por el trabajo de su padre y por la gran contaminación que había en el país, sus pobres pulmones habrían sido afectado y siendo alguien que ya nació con defensas bajas, esto lo pondría peor.

Diagnosticado con Asma empezó su vida nueva en Corea, haciéndole un poco difícil sociabilizar por la barrera de idiomas pero nada que no pudo superar. Gracias a esto a la hora de hacer deportes iba más lento que los demás alumnos de su clase, nunca se vió afectado por eso, pero si le dolía ver a sus compañeros elegir a los demás excepto a él porque "no era como ellos", unos ignorantes está demás decir.

A los 15 años le pasó lo que a todo lobezno le pasaba a su edad, se estaba presentando como Omega y para su mala suerte se encontraba en una biblioteca pública.

El pobre se encontraba realmente asustado, no tenía supresores a mano y su cuerpo temblaba por el calor y los efectos naturales le pedían que se aparaeba con alguien pero hizo lo mejor de los intentos para esquivarlos, no era el lugar correcto. Ya varios alfas allí presenten habían captado el olor del pequeño castañito cambiando sus ojos por la excitación que sentían, él solo quería salir de ahí pero no se podía su propio peso, su mente ya sentía que venía lo peor hasta que sintió una voz que hizo se congelara en su mismo puesto.

–¡Juro que si alguien le llega a tocar un pelo le cortaré el cuello! ¿Quedó claro? –Jake quedó impresionado cuando la mirada de ira que el alfa les dedicó a todos cambiara a una serena mostrando unos ojos realmente cálidos cuando volteó a verlo a él. El chico se acercó de manera de no asustar al menor.– Está bien chico, no te haré daño, lo prometo. ¿No traes supresores contigo?–

–E-Es mi primer celo... –Dijo algo avergonzado el omega.

–Ya veo, mi nombre es Beomgyu por cierto. –el chico recién nombrado buscó con la mirada alguna respuesta hasta que le llegó una idea, se quitó la sudadera que traía puesto y lo dejó sobre los hombros del más pequeño.– Póntelo, así podrás cubrir tu olor y saldremos más rápido de aquí.

Asintió a las palabras del desconocido colocándose la prenda que le quedaba unas tallas más grandes que la suya, se levantó como pudo y con ayuda del chico caminaron hasta la farmacia más cercana. No fueron más de 5 minutos que demoró el mayor en salir con una caja de supresores y una botella pasándola rápidamente al australiano, mientras este tomaba el remedio Beomgyu le daba leves caricias en su brazo dándole apoyo.

–Veo que paraste de temblar, ¿Estás mejor?

–S-si... gracias de verdad, no sé qué podría haber pasado si no intervenías. –Se puso de la sudadera para poder aspirar mejor, al darse cuenta que estaba oliendo la prenda del alfa se encogió por la vergüenza tapando su carita a lo que este solo rio por la ternura del menor.–Perdón.

–Está bien, es comprensible, no estás 100% en tus cinco sentidos ¿Necesitas que llame un taxi? –Jake asintió dedicándole una sonrisa mientras este marcaba el número del vehículo.

–¿Cómo pudiste soportar mi aroma y ayudarme hasta este punto? –preguntó confundido el chico.

–Créeme que por dentro estaba igual que los otros alfas del lugar, pero agradezco que mi madre me haya educado y enseñado el qué hacer en estas situaciones. No te voy a negar que estuve hipnotizado por tu olor a mandarina y margaritas, pero tu estado en ese momento no era el mejor, así que solamente atiné a rescatarte. –Echó sus cabellos hacia atrás dramáticamente haciendo reír al castañito.

–Pues gracias, tendré que estar en deuda contigo ¿Cuánto costó la botella y los supresores? –Iba a sacar su billetera de la mochila pero el mayor lo detuvo.

–No te preocupes, consideralo como un regalo. –El mayor le sonrió mientras que este solo hizo un puchero.

–¿Y cómo puedo hacer para volver a contactarme contigo?

–Hagamos algo, dame tu número de teléfono y así verás cuando me devuelves mi sudadera. –Asintió y anotó su número en el teléfono del mayor mientras que el otro hacía lo mismo. Vieron llegar el taxi y Beomgyu ayudó a Jake a subir a este.– Espera, no sé tu nombre todavía.

–Está escrito en tu teléfono. -cerró la puerta del auto.– Nos vemos Beomgyu, gracias por la ayuda de nuevo. –se despidió agitando su mano desde lo lejos.

Beomgyu hizo el mismo gesto y suspiró mirando su teléfono "Jake^^", hasta la forma en como lo escribió le pareció tierno, no se rendiría tan fácil, eso lo tenía por seguro.

Gracias por leer¡!

No es lo que parece || Jakehoon [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora