Aquel goteo.
Aquel goteo que resonaba en cada rincón de aquel sótano infecto con restos de comida china, drogas, casquillos y desafortunados era lo único que se oía esa noche.
Cualquiera que hubiera entrado en el sótano de ese cobertizo perdido en mitad de las afueras se quedaría petrificado. Algunos dirían que un animal salvaje había tenido allí el mayor de los banquetes, si los cadáveres mostraran rastro de haber sido devorados después de muertos.
Otros que había sido una guerra de bandas, de no ser porque de todos los desdichados que estaban allí desangrándose con los ojos en blanco y moscas en la boca solo unos pocos tenían heridas de bala, además que la insignia del rey tirano Dong Zhou estaba tatuada en todos ellos.
Muchos otros dirían otras cosas, pero todos estarían de acuerdo en una cosa. Aquello solo podía haberlo hecho un monstruo. Un monstruo, como el que se encontraba de pie frente la mal iluminada oficina del jefe. Dong zhou, el hasta entonces rey tirano de las mafias, aquel que tenía toda una ciudad bailando en la palma de la mano, ahora se encontraba atado y amordazado, revolviéndose como un cerdo atemorizado que ve acercarse más y más la puerta del matadero, frente a ese chico.
Aquel chico, sin camisa ni zapatos, un pelo negro y puntiagudo que solo se podía describir como salvaje, la piel pálida que añora el dulce tacto del sol, cubierta de cicatrices y salpicada por los restos de los que intentaron pararlo hace apenas unos minutos, unos ojos como abismos de los que ninguna luz podría escapar, y unos dientes de depredador que esbozaban una tétrica sonrisa.
Aquel goteo no había parado, pero no provenía de la sangre que caía de sus dedos fuertes, ni de los dedos cubiertos de anillos que escupió el chico de su boca que acababa de arrancar del arrogante hombre frente a el, sino del bote de gasolina que cayó al suelo tras ser vaciado, como el había echo con varios antes.
Mientras sacaba una cerilla, el chico dijo la primera frase desde que lo arrastraron a ese agujero como una mercancía más. Esa frase fue:
-¿Querías al dragón más fuerte?- El rasgueado de la cerilla indicó que la cálida tumba estaba preparada.
- Lo tendrás, con fuego y todo.- Los ojos de Dong Zhuo vieron la cerilla caer mientras el chico se marchaba.
Las llamas consumieron cuanto encontraron a su paso, generando una columna de fuego que iluminó metros a la redonda. Y viendo la obra que acababa de crear, el chico desveló un tatuaje de escamas que rodeaba sus brazos, pasando por detrás de la nuca, justo encima del tatuaje que lo marcaba como luchador.
Ahora el furioso dragón era libre.
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Esta es mi primera historia y mi primer fanfic. Perdón si no es muy buena.
Simplemente la hago porque me gustaron los personajes y se me ocurrió la idea.
Espero que les guste y saber que les parece.
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El avaricioso dragón y la delicada orquídea
Fiksi Penggemar"Los dragones son seres avariciosos. Cuando marcan algo como suyo, nunca lo dejan ir". Lu Bu es un guarda-espaldas a sueldo con un pasado oscuro. Un día, Thor, un viejo amigo, le pide que cuide de su hermana Randgriz mientras esta realiza un import...