|Primer libro de la trilogía: El rompecabezas|
La confianza es tan difícil de conseguir. Es como plantar una pequeña semilla y esperar día tras día a que crezca un poco más. Pero a la vez es tan fácil de perder, como es de fácil arrancar una flor de...
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El viento frío se coló por la ventana de aquella habitación en donde reinaba el silencio. Las personas en ella estaban prácticamente en estado de shock.
Tyler y Alex eran los únicos que no se habían dejado caer, tenían que ser fuertes porque si no, todos caerían.
Alex tomó a Amber en brazos y la llevo hasta el sillón de la sala de estar. Tyler repitió lo mismo, pero con Winston. Les revisaron la herida en la cabeza, no era tan grave, pero fue suficiente para desmayarlos. Les curaron las heridas como pudieron y los dejaron recostados rogando porque se pusieran bien, la noticia que les darían al despertar sería demasiado fuerte.
Mientras Madison sollozaba en brazos de su novio. Maia, Cailyn y Josh estaban sentados en el suelo, mantenían la mirada perdida, como si sus cuerpos estuviesen allí, pero sus mentes no.
En cuanto a Emily, ella no había podido dejar la habitación en donde encontraron a Fleur. Había quedado estática, con el corazón latiendo desenfrenadamente, pero su cabeza estaba apagada.
No dejaba de pensar en la conversación que había tenido con Fleur en la mañana. Su amiga estaba tan aterrada por la muerte, le había dicho que no quería morir y ahora... Ya no está. Se ha ido y con ella todos sus sueños, y un futuro prometedor.
Es tan extraño, como en sólo un maldito segundo tu vida puede terminar. Sin importar que tanto hayas luchado, sin importar que tan bondadosa y buena persona hayas sido, nada evitará que dejes de respirar en algún momento.
Tyler volvió a subir las escaleras junto con Alex, ambos se acercaron a Dan y Josh.
Los cuatro comenzaron a hablar.
—No puedo hacerlo —les decía Josh—. No puedo ver a mi mejor amiga, no así, no de esa forma —su voz se rompió y las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas—. Ella no merecía esto, ninguno lo merece.
El rubio recuerda que momentos atrás hablo con su amiga, rieron, bromearon y prometieron ser hermanos siempre. El chico odia pensar que aquello fue lo más cercano a una despedida. Si él hubiera imaginado que jamás volvería a verla, escucharla, abrazarla, le hubiera dicho que la adoraba y la hubiera abrazado tan fuertemente que ella jamás podría haber corrido hacia la habitación en donde el asesino la esperaba.
—Por supuesto que nadie lo merece, pero tenemos que hacerlo. ¿O pretenden que la dejemos allí? —señala la habitación—. Tenemos que hacer algo.
—Opino lo mismo que Tyler, debemos hacerlo por ella —dijo Dan—. En cuanto a Matt, creo que deberíamos buscarlo.
—Veremos que hacer luego, puede ser peligroso, incluso salir ahora sería un suicidio. Aunque, no creo que él esté cerca.
—Pero,Tyler, ¿no oíste los pasos? Eran más de uno.
—Eran una distracción, quería que pensáramos que no estaba solo.