열넷

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—¿En verdad tienes que irte de nuevo? —Le preguntó su viejo abuelo a Yangmi.

La castaña suspiró y bajó la mirada: —Si, abuelo. —Respondió. —Espero que sea solo por unos días, yo...

—Suenas preocupada, ¿Sucede algo? —Le interrumpió su abuelo.

Ella negó con la voz: —Es solo que, quiero ver a un amigo para... estar segura sobre algo.

Su abuelo asintió con la cabeza y dejó los palillos con los que comía sobre la mesa: —Solo prométeme que estarás bien. Sino, no sé que será de este pobre ciego sin tus cuidados llenos de amor.

—Lo estaré. —Prometió la castaña. —Prometo regresar lo antes posible.

Yangmi salió poco tiempo después de su hogar; debía llegar a la capital antes de que cayera la tarde.
Por suerte suya, un hombre con buenas intenciones, también se dirigía a la capital, Yangmi feliz y agradecida por su ayuda, aceptó viajar con él.

El camino fué mucho más rápido que lo que habría sido si hubiera caminado, y aunque también fué un poco silencioso, también fué agradable.
Durante el camino recibió preguntas sobre porque iba a la capital y que es lo que buscaba lograr en cuanto se encontrara con su amigo; Yangmi, respondiendo a medias, logró que las preguntas terminaran antes de pasar el último pueblo.

—Muchas gracias, señor Lee. —Agradeció Yangmi como si no loo hubiera hecho al menos unas cuatro veces más.

—Espero que logres lo que vienes a hacer. —Se despidió el otro.

—Si... Yo también. —Habló Yangmi para ella misma.

Entrar al palacio se veía como una misión imposible, no tenía algo con que comprobar que realmente es amiga de Yoongi. Por lo que, sabía que debía encontrar una manera de convencer a quien le evitara pasar.

Todo era un fracaso.

—¡Por favor! —Exclamó Yangmi una vez más. —Necesito ver al rey. Somos amigos.

Lo convencida que sonaba Yangmi no hacía más que provocar las risas de los guardias: —¿Por qué el rey tendría algún lazo con una campesina como tú?

—Ella es mil veces mejor que tú, Haego.

El nombrado se paralizó al escuchar la voz de Yoongi detrás de él, Yangmi rió discretamente.
La postura de quién antes se comportaba déspota y grosero, bajó en cuanto la figura de Yoongi apareció frente a él; con los brazos en la espalda y sus manos tomadas entre si, su rostro siempre estaba arriba y sus pasos eran largos pero lentos.

Vestía ropas que con tan solo verlas, sabías que eran costosas, su cabello brillaba junto con todo ese oro que adornaba su cabeza.

—Su majestad, y-yo... —Tartamudeó el guardia tratando de arreglar su error. —No creí que la conociera.

—A ti no te debe importar si la conozco. —Respondió el otro con aún más seriedad. —Si alguien llega y pide verme, debes informarmelo. Nunca pedí que tú fueras el filtro de mis visitas. —El otro solo asintió bajo. —¿Yangmi, que haces aquí? ¿Necesitas algo? ¿Tu abuelo está bien? —De un momento a otro, las palabras de Yoongi dejaron de dirigirse al guardia y comenzaron a ser para la castaña, por lo que incluso su tono cambió demasiado.

—Él está bien. —Contestó sonriendo pero de inmediato volvió a su seriedad. —Necesito hablar contigo, Gong.

Yoongi enarcó las cejas y asintió.
Después, permitió que ella caminara a su lado, hacia adentro del palacio.

—¿Sobre que necesitas hablar? —Preguntó Yoongi muy interesado.

Yangmi miraba las flores del lugar esperando a que ellas le dijeran de alguna manera que está equivocada; pero aunque quisiera convencerse de que Yoongi no podía ser capaz de hacer algo tan terrible como robar el trono, al final sabe que si es lo es.

Larga vida al ¿Impostor? | 𝐌.𝐘 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora