열 다섯

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« Todo el que odia a un hermano, en el fondo de su corazón es un asesino. »

1 Juan. 3:15

Entre las miles de enseñanzas que el abuelo de Yangmi le inculcó a ella, una fué la de nunca juzgar a alguien por su apariencia.
Muchos en el pueblo o en la capital se encargaban de juzgar a todos por su apariencia y linaje; de ninguna manera quería que Yangmi fuera una más de entre todas esas personas superficiales.

—Estarías decepcionado, abuelo. —Murmuró Yangmi con pena. Juzgó y señaló a Jawang como el gemelo que intentó todo para tener el trono, incluso hasta asesinar a su propio padre; cuando todo el tiempo fué Yoongi.

Y cada vez que lo pensaba un poco más, muchas acciones del pelinegro llegaban a su mente.
Su actitud, sus respuestas arrogantes, sus pensamientos sobre humillar a aquellos que también humillan; y sobre todo, el gran odio hacia Jawang, el cual cargaba todos los días sin falta.

—Todos lo estamos. —Murmuró también el rubio que, por el sol que comenzaba a filtrarse, su rostro y los golpes en el, se veían con más claridad.

Después de que Yangmi escuchara hablar a Jawang, levantó la mirada y demostró su confusión a través de sus ojos.

—Pero no de ti. —Aclaró el anterior rey con una risilla al comprender lo que la castaña interpretó. —Todos estamos decepcionados de nosotros mismos, por haber fallado. Por no haber hecho lo que era nuestro deber; el mío era proteger al reino y a todos a mi al rededor.

—Dijiste que Yoongi tenía la facilidad de manipular a quien fuera.

—Lo dije. —Confirmó el rubio. —Pero yo ya lo sabía, por esa razón, debí ser más atento.
Tal vez, mi padre seguiría vivo... —Su mirada cayó al suelo en el que estaba sentado. Apesar de la dureza con la que reaccionó al principio; en el fondo, sintió su corazón partirse en mil y un pedazos al enterarse que su amoroso padre había muerto.

El panorama que Yangmi tenía en frente era terriblemente triste; a quién creyó alguien fuerte y duro, ahora se muestra ante ella tan débil y poco convencido de que puede haber una solución.
Yangmi lo comprende, después de haber recibido un larga golpiza por parte de su hermano, cualquiera no tendría fuerza ni en el más pequeño de sus músculos.

Por lo que, suspiros eran lo único con lo que se comunicaban esos dos cuando ya no había palabras en sus labios.

—Tú... —La voz dudosa de Yangmi tomó la atención de Jawang. —¿Tú crees que realmente todo hubiera sido diferente?

Jawang levantó una ceja: —¿De que hablas? —Preguntó seco.

La castaña se sintió nerviosa por la forma en la que la voz del príncipe salió: —Bu-bueno. —Tartamudeó unos segundos. —Yoongi de alguna manera me hacía sentir que él de verdad creía en la profecía.

—¿Te refieres a la que cambió para que le ayudaras a lograrlo?

Yangmi juntó los labios: —Si. —Respondió avergonzada, pero después levantó la mirada extrañada. —¿Cómo sabes que la cambió? Y-yo no te lo he dicho.

—Pero él si. —Respondió casi interrumpiendo las palabras de la castaña. —Yoongi no puede golpearme sin cerrar la maldita boca. —Soltó molesto limpiando la poca saliva que salió de sus labios al hablar tan molesto.

Su mente se llenó de momentos de ese día; pequeños flashes en los que Yoongi antes de golpearlo una vez más, le obligaba a levantar el rostro al jalar con fuerza sus cabellos.
La risa llena de satisfacción de su hermano, provocaba que Jawang se llenara de más coraje hacia el mismo por no haber actuado de forma correcta.

Larga vida al ¿Impostor? | 𝐌.𝐘 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora