07 • No estoy lista

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Charlie subía por las mismas escaleras por las que bajó la noche anterior, cuidando que nadie de la jardinería la viera, pues empezaban desde temprano. Después de pasar por el techo llegó a su ventana, la que seguía abierta, entró a su habitación por allí, aunque se apoyó mal y terminó cayendo. Se paró rápido y fué hacia su espejo de cuerpo completo, era un desastre; su cabello despeinado, el vestido roto, sucio por tierra, su cara estaba igual.

— Tengo que deshacerme de ésto rápido — dejó el collar en su tocador, corrió al baño de su habitación y ya adentro cerró. Inmediatamente se quitó el vestido ya bastante dañado para aventarlo a una esquina, hizo lo mismo con la crinolina, el corsét (el cual se le aflojó con el tiempo) y las medias. Tomó un baño rápido para quitar toda la suciedad que quedó en su rostro, incluso en partes de sus brazos y piernas. Al terminar se puso un negligé y salió con la ropa en sus brazos. Ahora el problema era ¿Dónde iba a ocultar la ropa? En su baúl de ropa sucia la iban a descubrir, la que se encargaba del lavado de prendas le iba informar a su madre, los cajones regularmente su madre los revisaba para ver qué era lo que le seguía sirviendo, lo que no le quedaba o lo que se iba a poner. Cerró la puerta con su llave para evitar que alguien entre por sorpresa y la vea con la ropa. Después de eso, buscó un lugar donde esconderlo, hasta que oyó que alguien quería abrir la puerta.

— Charlie, ¿Hija, por qué tiene llave la puerta?

— Rayos — Charlie seguía pensando un lugar donde esconder las ropas, oyó que otra llave de la habitación abrían la puerta, pensó rápido y tiró la ropa y la pateó debajo de la cama, cuando justo en ese momento se abrió la puerta.

— ¿Charlie? ¿Qué hacías encerrada? — Lilith entró a la habitación junto a Jessica, como los últimos días. Charlie se puso nerviosa pensando que mentira le dirá para no meterse en problemas.

— Bueno... Lo que pasa es que... No me gusta que entres a mi cuarto y me despiertes de repente — eso sonaba grosero, pero era verdad, era como una mentira blanca. Su madre arqueó las cejas viéndola.

— Oh... Sólo me lo hubieras dicho y así no hubieras cerrado con llave. Pero bueno, Alastor tiene algo especial para ti, tienes que ponerte linda — Charlie suspiró. Estaba cansada, le dolía todo el cuerpo, en especial los pies de tanto correr. Lo único que que quería era descansar, no tenía ganas de nada, menos de ver a Alastor, y no era por ser grosera, simplemente no tenía energía.

— Bueno mamá, no dormí nada en la noche, estaba muy ocupada y distraída pensando en todo esto del matrimonio, no sé ni cuanto dormí, creo que fué mi uy poco. Me siento exhausta. Sólo quiero dormir un rato — Lilith frunció el ceño. No pensaba que tan atormentaba a su hija esa idea, pensaba que ya la había superado o por lo menos, asimilado un poco más. Aún así, su madre accedió a la petición de su hija.

— Bien. Le diré a Alastor que lo haga más tarde. Descansa, después te vendremos a arreglar — Lilith y Jessica salieron de la habitación, volviendo a dejar sola a Charlie, la cual se alivió. Se acercó a su cama para caer dormida rápidamente.

[...]

Era tarde, más o menos las cuatro de la tarde. La pareja de comprometidos paseaban por el jardín, hablando de ellos mismos, su infancia, de sus padres, sus pasatiempos favoritos, comida favorita, entre otras cosas. Charlie portaba el vestido que Alastor le había regalado la vez pasada, algo que a él le agradó, no sólo por usar su obsequio, sino porque el color y el vestido le quedaba a la chica.

— A los 6 años, mi padre contrató a un talentoso maestro de música. El hombre me enseñó violín, piano, y a cantar; gracias a él, descubrí mi pasión a la música — mencionó Alastor disfrutando de la charla.

— Has de ser talentoso. Yo apenas estoy aprendiendo a tocar el piano, es un instrumento lindo y divertido de tocar. También sé cantar...

— Apuesto a que cantas hermoso

Charlie al escuchar el cumplido por parte de Alastor, sintió su rostro ruborizado por el calor. Acostumbraba a escuchar halagos por parte de sus padres o de los sirvientes por cariño, pero nadie fuera de ellos le había dicho uno.

— Gracias

— De nada Charlotte

— Sólo Charlie, no debes mantener tanta formalidad, después de todo estamos comprometidos — dijo Charlie, a lo que Alastor amplió su sonrisa.

— Está bien, Charlie. Estás en lo correcto, debemos empezar con la confianza para que la relación sea más cómoda.

Los dos siguieron hablando, casi ni tocaron el tema del compromiso, algo que le gustó a Charlie. Descubrieron que tenían muchas cosas en común, y que podían mantener una plática larga sin aburrirse o desesperarse de la duración. Charlie pensó que Alastor era un hombre muy agradable, educado y muy simpático, además de tener momentos divertidos por comentarios sarcásticos o chistes de su parte. La rubia sentía que la relación empezó con el pie derecho, no se consideran novios, pero sí empezaban a considerarse amigos, aunque su amistad no duraría mucho,  pues dejarían su amistad a pasar rápidamente a una relación de marido y mujer en tan sólo dos meses.

La cena fue normal y agradable, nada fuera de lo común. Al terminar su cena, Charlie decidió irse más temprano a dormir. En esos pasillos largos, vió uno de los tantos cuadros de sus padres en su boda. Decidió pararse y verlo. En la pintura se retrataba una jóven pareja feliz, el hombre portaba un traje elegante negro, y la mujer un hermoso vestido de novia. Le impresionaba como en tan sólo una pintura se notaba el gran amor que sus padres se tenían a la hora de su boda y cómo ese amor sigue permaneciendo. No era su caso, al menos no en ese entonces, apenas e iba forjando amistad con Alastor, ¿Cómo en tan poco tiempo iba a enamorarse de él? Oyó unos pasos acercarse a ella, miró a un lado y era Jessica, quién se paró junto a ella a observar el cuadro de igual manera.

— Nunca habías visto el cuadro por tanto tiempo, ¿Verdad?

— No, nunca

— Tengo una idea de lo que piensas al verlo — Charlie volteó a la mayor, esperando respuesta — Piensas sobre el amor que sus padres tenían cuando contrajeron nupsias, y cómo tuvieron bastante tiempo para enamorarse profundamente. Su madre estaba preparada para ser una madre y esposa desde niña, y sé que lo es

— No estoy lista — dijo la rubia bajando la mirada. Quería más tiempo, más tiempo para prepararse de manera correcta, para aprender más, para enamorarse. Jessica sobó la espalda de la jóven, dándole ánimos.

— Tiene mi apoyo, señorita Charlotte. Sé que lo logrará.

— Gracias, Jessica. Eso espero...




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