•Witch•

12 • Paseo nocturno

La ciudad de Londres era muy característica por ser un lugar ruidoso, en especial por los días y tardes, con personas en las calles comprando o simplemente paseando, por comerciantes empeñados en vender su mercancía y otros discutían por asuntos que no incumbían a otros más que a ellos. Sin embargo, en las madrugadas era un lugar tranquilo y silencioso, dónde los citadinos dormían en una cómoda cama, claro que algunos individuos yacían, lamentablemente, en la calle. Unos que otros andaban por las calles simplemente para hacer algún acto de rebeldía o vandalismo.

En una gran casa, por las colonias de los adinerados y privilegiados, se encontraba en uno de los cuartos, un chico durmiendo plácidamente mientras abrazaba una de sus almohadas, y a sus pies, tenía a un pequeño cerdito durmiendo mientras emitía leves ronquiditos. En la habitación entraba una tenue iluminación proveniente de la farola de afuera, en tal cuarto se podían apreciar muebles de gran calidad, al igual que ropas y telas finas, todo conseguido gracias a su trabajo y ser el consentido del proxeneta, al cual Anthony complacía más por interés y necesidad que por gusto. Podía denominarse que la siesta del joven era placentera, si bien muchas noches no lograba conciliar el sueño por el pensamiento y preocupación del día siguiente, no siempre era así, puesto que su jefe le había dado el día siguiente libre, realmente no sabía si lo merecía o no por el reciente regaño de hace unos días, pero le daba igual, no iba a protestar por algo que evidentemente lo relajaba y lo ponía feliz.

Su sueño fué interrumpido al escuchar unos golpes en su ventana, haciendolo saltar por el susto de tan repentino ruido. Se sentó aún estando en su cama y talló sus ojos con sus manos para después estirarse aún estando ahí. Los golpes ocasionados por pequeñas piedras lo despertaron más, suspiró y se levantó de la cómoda cama en la que dormía plácidamente antes de la interrupción. Sabía exactamente quién llamaba a su ventana, por esa razón no se molestó, de hecho le había hecho sentir un alivio el saber que esa persona lo buscaba. Se acercó a la ventana para poder abrirla, ya hecho eso, se asomó, y una sonrisa se dibujó en su rostro al ver a la chica rubia saludandolo con la mano, la única amiga que tenía aparte de su mascota (que más bien consideraba como un hijo). La misma chica con un ademán con su mano, lo llamó para que bajara, a lo que Anthony asintió. Rápida pero silenciosamente se cambió por algo más apto y agarró debajo de su cama una "cuerda" improvisada, hecha con ropa que ya no usaba, tanto suya como de compañeras, esa cuerda lo había ayudado a salir de la gran casa sin ir a la puerta y que lo descubrieran; amarró una de las puntas a la pata de un sillón pesado, que estaba junto a la ventana por la cual bajaría, lanzó el resto de la cuerda hacia afuera para proseguir a escapar bajando, no sin antes haberle dado un beso a su cerdito, apoyándose con las prendas amarradas logró bajar lento, pero seguro. Apenas llegando al suelo, su amiga se lanzó a él para abrazarlo fuertemente, algo a lo que él no se negó y devolvió el gesto.

— ¡Anthony! Te extrañé mucho, perdón si no pude venir antes, estuve ocupada

— No te preocupes Cherri — los dos se separaron del abrazo para mirarse mutuamente con una sonrisa — Y bien, ¿Qué planes tienes para ésta noche?

— La verdad vine de improviso, estaba preocupada — Cherri pasó sus dedos entré su cabello para después continuar — pero podemos pasear, o lo que tú quieras, con que te relajes para mí basta

— El paseo suena bien, podremos andar sin escuchar a la molesta gente

— Entonces andando — Anthony rió y le ofreció su brazo a la chica para que lo tomara, a lo que ella accedió para inmediatamente empezar a caminar. Le dió menor importancia las telas amarradas que dejó colgando junto con la ventana abierta, su cuarto estaba con llave, nadie más podía entrar, y tampoco podían ver lo demás tomando en cuenta que esa calle no era para nada transitada al ser propiedad privada.