08 • Mi solución

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Charlie se movía seguidamente en su cama. Sabía que si no se controlaba, cada día que pasara se sentiría más nerviosa e insegura. Debía dejar de ser una tonta y asimilar que se va a casar, no es para tanto, tal vez. Se sentó en su cama, tenía demasiadas cosas en la cabeza como para poder dormir, ya había pasado como tres horas, horas que para ella fueron sólo minutos. Se paró de su cama y vió por la ventana, la luna de nuevo era brillante, abrió la ventana y sintió una brisa suave que le llegó a su rostro, sólo se oían a los grillos cantar. Recordó la noche anterior, aún tenía heridas por las ramas y rocas que la la lastimaron, pero ya no dolía tanto, así como recordó las heridas, recordó a la chica que vió; Vaggie.

Se veía que era alguien solitaria, no muy sociable. ¿Cuánto tiempo estará sola? Esa y otras preguntas rondaban a Charlie. La rubia después de pensarlo un poco, recordó que era bruja, mencionó que podía hechizar a una persona. Le había tratado de negociar una comodidad para que sus padres atrasaran la boda, pero no lo acepto. ¿Y si le ofrece algo más? Vale la pena arriesgarse. Esa vez, se puso unos zapatos bajos y cómodos, su pijama era corta por lo que no se la cambió. Se abrigó para protegerse del frío y salió de la mansión como la noche pasada hasta llegar al bosque.
Recordaba parte del recorrido, aunque le daba miedo, en esa parte no se oían sólo los búhos o los grillos, también otras cosas como ramas, arbustos, el viento era más ruidoso y las ramas de los árboles hacía sonido con el mismo viento. Mentiría si dijera que no le daba terror estar ahí. Después de unos minutos de caminar, reconoció una cueva, la misma en la que había caído en frente y donde conoció a Vaggie. No sabía si esa vez la recibiría o la mataría, respiró ondo y soltó el aire empezando a caminar hacia la entrada, la cual era oscura, no se veía ni la fogata con la que de seguro, se iluminaba y entraba en calor.

— ¿Qué haces aquí? — una voz la llamó detrás suya, lo que hizo que soltará un grito del susto y volteara. Era Vaggie, quien también se alarmó por el gritó que emitió — ¡No grites! Hay animales aquí que si te oyen, no dudarán en devorarte

— Lo siento — Vaggie rodó sus ojos, ¿Qué le pasaba a esa tonta? ¿Acaso quiere morir?.

— ¿Qué haces aquí, Magne? ¿Vienes a suicidarte? Es un muy buen lugar. Hace unas semanas encontré cadáveres colgando de los árboles, si gustas te encuentro uno con ramas fuertes

— ¿Qué? ¡No, no quiero suicidarme! Quiero tu ayuda

— ¿Mi ayuda? — Vaggie arqueó una ceja y se cruzó de brazos. Recuerda que en la mañana le mencionó algo de hechizar a alguien, pero no recuerda lo que era.

— Sí, bueno, rechazaste una propuesta y pues...

— Ve al grano, no tengo toda la noche

— Ayer te lo dije, sobre hechizar a alguien, o bueno, a dos personas. Tengo un problema y necesito que me ayudes

— Todos tenemos problemas, ¿Por qué debería ayudarte?

— Porque te ayudaría en muchas cosas, te daría algo que tú gustes, ¿Tal vez me ayudes por voluntad?. Lo que pasa es que hace unos días mis padres  me dijeron que debía casarme con alguien que yo casi no conozco. Voy a contraer matrimonio con él en dos meses y no estoy lista aún

Vaggie trató de evitar reírse, pero no lo aguantó. Para ella era un problema tonto y pasajero. Había oído de alguien que también iba a contraer matrimonio obligado pero al final se enamoraban. No le parecía un problema muy importante. Charlie la miró extrañada.

— Lo siento, pero no te preocupes por eso. Sé que primero te negarás pero al final te enamorarás. Ahora sí me lo permites, tengo que dormir, tuve un día muy cansado. Regresa a tu casita niña mimada y suerte con tu futuro esposo — Vaggie se dirigió a la entrada de su "morada", pero Charlie la detuvo tomándole del brazo, lo que obligó a la peliblanca a verla.

— Escúchame por favor. Tú no sabes el estrés y mi preocupación por esto, tan sólo necesito tiempo para prepararme mejor y tener más cariño al que será mi esposo. No sé si te vaya a convencer, pero si me ayudas, te daré una cabaña, la mandaré a hacer en la parte que tú quieras en el bosque, me aseguraré de que nadie se entere de ti y que no te encuentren, además te mandaré lo que tú gustes de la ciudad y otras cosas que me pidas. ¿Si? — la bruja se soltó del agarré de la rubia y la miró.

— En primera, no vuelvas a tocarme sin mi consentimiento, o te clavaré una estaca, y en segunda, déjame pensarlo — Vaggie volteó al otro lado y tal como dijo, pensó la propuesta. Toda su vida había vivido en cuevas, estaba más que acostumbrada, además era un buen escondite de los humanos, aunque no le vendría mal tener una morada más civilizada haría que los humanos sospecharan menos que una cueva, ¿Qué humano cuerdo viviría en una? Si alguien se acercara, simplemente simulaba ser uno de ellos.

— ¿Y bien? — Vaggie volvió a la posición en donde pudo ver de frente a Charlie.

— Mira, pensándolo bien, me suena buena idea tener una cabaña, a veces por el clima una cueva es muy incómoda. Quiero una cabaña con todas las comodidades; una cama y sofás cómodos, comedor, sillas, chimenea, horno entre otras cosas. También quiero que cada tres días me traigas comida de allá, en especial esas cosas llamadas pasteles, y si necesito otras cosas, me las tendrás que traer

Charlie no creyó que sería así de fácil, pero se alegró de que haya accedido. La rubia feliz extendió su mano hacia la contraria para terminar haciendo el trato.

— ¿Tenemos un trato? — Vaggie tomó la mano de Charlie e hicieron un movimiento con éstas.

— Trato hecho — Vaggie soltó la mano y se dirigió a la cueva — Ven, entremos, debo hacer lo que necesitas — las dos chicas entraron a la cueva, Charlie reconoció al instante el lugar en donde pararon, había una fogata como la otra vez, en una esquina, estaba el cuervo que le había robado el collar, comiendo lo que parecía un cadáver de un roedor.

— ¿Tardarás? — preguntó la rubia sentándose en la piedra que vez anterior, estaba reposando.

— Sí, tardaré algo, no suelo hacer lo que me pides...

[...]

Había pasado una hora, Charlie estaba sentada, recargandose en la pared, dormida, mientras Vaggie terminaba la posión para solucionar el ridículo problema de la otra. Fué hacia donde estaba la rubia y la movió para despertarla.

— Oye, despierta, ya terminé — Charlie abrió sus ojos y los talló con sus puños — Toma, te daré las instrucciones para aplicarlo — Vaggie entregó el frasco con el líquido dentro.

— ¿Es difícil?

— No, sólo debes vertir la mitad del líquido para una persona en cualquier bebida. No sé notará, posteriormente, ellos deberán tomar la bebida. Debes esperar unos 10 minutos para que él efecto surga bien, cuando sea eso, podrás pedirles lo que desees y ellos accederán sin rechistar. El efecto dura un mes, y aunque pase, ellos seguirán recordando que accedieron a algo. Otra cosa, debes procurar que seas tú la primera en pedirles algo, así sólo accederán a ti, y no a nadie más. ¿Entendido?

— Entendido — Charlie afirmó con la cabeza, entusiasmada y con una sonrisa. Se paró lista para irse — Gracias Vaggie, mandaré a hacer la cabaña mañana en la mañana, y te traeré tu pastel en la tarde

— Que sea de fresa, y la cabaña de dos pisos

— Bien, no lo olvidaré... ¿Crees poder acompañarme a casa? — Vaggie rodó los ojos y asintió.

•Witch•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora