Capítulo 1: Cristales rotos

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-¿Sabes donde está Suga? -preguntó Daichi a Michimiya, ya que la clase había empezado y no había rastro de su compañero.

-No se -respondió rápido la chica, con miedo de que la profesora les pillase hablando.

-Voy a ir a buscarle... -susurró antes de levantar la mano.

-¿Alguna duda Sawamura? - la profesora dejó de explicar por un momento al ver la mano

-Me siento mal, ¿puedo ir al baño?

-Claro, no me interrupas por esa tontería -y volvió su cara a la pizarra.

Daichi se cuestionó la actitud de su maestra, pero no dijo nada, y salió rápido de clase, sacando el móvil para llamar a su novio.

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Con mucho esfuerzo, los tres chicos lograron entrar al director en el gimnasio del club sin ser descubiertos por nadie más.

-¿Y que hacemos ahora? -preguntó llorando Hinata al ser consciente de lo que había hecho.

-Dios santo -Suga se tiraba del pelo con los nervios a flor de piel, menos mal que llevaba la llave del gimnasio encima debido a que quería ensayar colocaciones con Daichi esta mañana-. Tenemos que llevarlo al hospital...

-¡No! -gritó Hinata lleno de mocos-. Cuando se despierte estaremos jodidisimos...

-Tenemos que matarlo- dijo Kageyama sin ninguna emoción-. Mi primo tuvo problemas con su entrenador y por golpearlo se quedó todo el club sin competir. No queda otra opción.

Antes de que a Suga le diese un infarto al miocardio, su móvil sonó. Iba a colgar, pero vio que era Daichi.
Los chicos le dijieron que no le dijiese nada, pero Suga se vio superado por las circunstancias.

-Daichi,por favor, ven al gimnasio- suplicó con la voz rota, y en cuanto colgó, sin dar más explicaciones, sus piernas temblaron, y se cayó al suelo llorando.

Cuando Daichi llegó todo sudado y asqueroso por la carrera al sitio acordado, fue directo a abrazar al peligris, ignorando tanto a los chicos como al desfallecido.

-¿Que ha pasado? -preguntó nervioso el mayor, con Suga entre sus brazos.

-Le ha dado un ataque de calor.

Hinata al oir la mentira de Kageyama, corrió a esconderse detrás suyo. Ahora si estaban jodidos.

-¿Un golpe de calor, quieres decir? -Daichi susurró, aunque podía ver la nariz del director un poco muy rota.

-Nononono- Contestó rápidamente Hinata-. Golpe no se ha llevado ninguno.

-¿¡Habeis golpeado al director hasta que se ha desmayado?! -Gritó Daichi, haciendo que Suga llorase más.

Hinata no aguantó, y se tiró al suelo, llornado a los pies de Kageyama. Dandole la razón.
Daichi iba a decir algo más, pero se escuchó la campana que marcaba el recreo.

-Joder... -Daichi se separó de Suga, y fue a levantar al director.- Ayudadme a llevarlo al almacén, nadie puede verlo aquí.

-Lo tenemos que atar para que no escape al despertar -sugerió Kageyama mientras arrastraban el cuerpo.

-Eso si se despierta... -susurró Suga secandose las lágrimas, siguiendo al grupo.

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-Segun Michimiya, Daichi se fue al baño y nunca volvió... -explicó Asahi a Shimizu, Noya y Tanaka, aprovechando que esos dos últimos habían ido a la clase de tercero a ligar con la chica.

-Suga tampoco está... -comentó Shimizu, preocupada.

-kiyoko preocupada -babeó Noya, al ver lo linda que era.

-¡No te preocupes! -gritó el calvo. - Son Suga y Daichi los desaparecidos... Solo hay que sumar dos más dos... Seguro que se lo estan pasando mejor que nos...

Tanaka no acabó la frase porque tanto la chica como Asahi le estaban mirando mal.

-¡Quiero decir! -trató de corregirse-. ¡Llama a Daichi y seguro que estará bien!

Asahi llamó a Daichi, y al ver que no contestaba, se empezó a poner más nervioso aún.

-Bueno, que no lo coja no quiere decir nada... -habló Noya. No quería que el mayor se preocupase-. Vamos a preguntar a Hinata y a estos, Suga últimamente iba a su clase a explicarles el temario en los recreos.

El grupito se dirigió a la clase de Hinata y Kageyama, encontrandose a Yachi, que al parecer también los estaba buscando con el mismo éxito que ellos.

Es decir, ninguno.

-Habíamos quedado para practicar el inglés junto con Suga, pero no vino ninguno de los tres- les explicó la rubia triste.

Mientras discutian por donde podrían estar, unos rumores empezaron a dispersarse.

-Ey tío- dijo el extra 1 a extra 3-. Dicen que la máquina expendedora del patio está reventadisima contra el suelo.

-¡No me jodas! -exclamó extra 2-. Que no he traido mi almuerzo, joder.

-No solo eso... -cuchicheo extra 3-. Dicen que los cristales rotos están llenos de sangre.

El grupito de cinco se miró entre ellos, y corrieron hacía la zona donde estaba susodicha máquina. Tantas coincidencias juntas no podían ser reales.

-¿De quién creéis que es la sangre? -preguntó Asahi.

-Pues del único gilipollas que usaba esa máquina... -Asahi se sobresaltó al escuchar al rubio de gafas hablar, al parecer había oído rumores también, y había ido a cotillear la escena junto a su perr-- amigo, Yamaguchi.

-Tenemos que cojer los cristales antes de que venga el FBI y compruebe que la sangre es de Kageyama... -Noya empezó a meter los cristales ensangrentados en su bolsa del almuerzo, tirando el bocadillo al suelo.

Shimizu le miró mal, pero a él no le importó. Lo primero son los compas.

-Em... ¿Noya? ¿En serio crees que va a venir el FBI por esto? -preguntó Yamaguchi, algo desubicado.

-Que gran idea, bro -dijo Tanaka, quitandose los zapatos y calcetines, para ir cogiendo más cristales manchados y poder ir metiendolos en los calcetines, que escondió en los bolsillos de su chaqueta.

-Eh... ¿Porque no te metiste los cristales en la chaqueta directamente? -preguntó Yachi, confundida.

-Si.

-¿Y ahora que hacemos? -preguntó Yamaguchi. -Hay que encontrar a Kageyama, que seguramente esté con Hinata, Daichi y Suga.

-Habla por ti -contestó Tsukishima, pero cuando estaba a punto de volver a clase, vió un pequeño rastro de sangre. - No puede ser, son realmente estúpidos.

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Daichi estaba ocupado ignorando los mensajes de Asahi, cuando notó que Kageyama se empezaba a tambalear.

-¿Kageyama? -se acercó al más alto. -Dios, estas pálido, ¿estas b... -pero no acabó la frase, cuando se fijó en sus manos.

Mientras Daichi inspeccionaba al de los ojos azules, Hinata cogió las redes de repuesto del almacén, y empezó a vendarle las manos a Kageyama.

-Hinata... -Suga susurró, sin saber si enfadarse o llorar. El herido parecía un puto pokémon.

-No me encuentro muy bien... -susurró Kageyama, sentandose, con las manos enredadas en la cuerda de la red.

Y justo en ese momento, apareció Noya corriendo.

-¡En el almacén! -gritó para que sus compañeros que estaban en el gimnasio le escucharan.

Hinata corrió a abrazarlo.

El Chico De La Máquina ExpendedoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora