four

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—Taehyung...—susurró Jisoo incorporándose de la cama de repente. Se dirigió a su balcón donde estaba muy segura de que Jin no oiría nada y habló—¿Cómo estás?

No quiso sonar desesperada y nerviosa, pero fue exactamente lo que hizo.

—Jisoo...—susurró su voz ronca y arrastrada del otro lado.—no debí... no debí haberte molestado.

—¿Aún recuerdas mi número?—susurró, ella lo había borrado de su mente hace tiempo ya—¿Qué tienes Tae?

—Soy un idiota...—susurró más para que sí que para Jisoo. La castaña se asustó—no debería estar haciendo esto, demonios...

—Taehyung no me molesta.—se asinceró Jisoo—si quieres llamarme, llamame las veces que quieras.

—Es tarde. Soy solo una molestia en tu vida.

Parecía de repente furioso. Una voz detrás de él le pedía que se largara.

—Taehyung ¿estas bebiendo?

Entonces, de nuevo se cortó la llamada.

Jisoo rechinó entre dientes evitando gritar de la frustración. Intentó llamar de vuelta pero solo respondió el contestador. Luego suspiró y se sentó en el frío suelo de su balcón flexionando sus rodillas hasta que llegaran a su mentón. Mordió su labio inferior angustiada. A fin de cuentas y después de tanto tiempo, Taehyung volvió a recaer en el alcohol...

Jisoo quería ayudarlo, a pesar de todo lo quería. ¿Pero como ayudarlo, cuando no sabía donde vivía o cual era su número? A su familia no la veía hace un tiempo ya. Nada estaba a su favor para intentar contenerlo.

La castaña esa noche no pudo dormir bien. Tal fue la sensación de pesadez que al llegar a la librería Rosé y Jungkook se burlaron de sus ojeras, pero al ver que ella no respondió al chiste preguntaron si se encontraba bien. Jisoo asintió, no se encontraba exactamente mal, pero tampoco se encontraba bien del todo.

El día pasó normal y sin complicaciones. Jisoo al ser la última de todos y cerrar el local, se desilusionó de manera enorme al darse cuenta de que ese día no vería a Taehyung. Jungkook y Rosé le dieron un gran abrazo antes de irse, intentando darle un poco de esa contención que tanto necesitaba.

Una vez que Jisoo cerró y acomodó su bolso para ir a la parada del autobús, se sorprendió de ver un auto parado en la esquina. Un auto que conocía muy bien.

—Hola, cariño.

Jin se acercó a ella y le dio un beso en los labios. Jisoo miró su vestimenta con sorpresa, recién duchado, perfumado y con una camisa que se ceñía perfectamente a su cuerpo.

—¿Y eso?

—Iremos a comer. ¿Qué te parece?

—Jin, no estoy bien vestida. Además... no me siento bien.

—Será solo un momento. Te traje la ropa adecuada en el auto. Te cambias mientras yo conduzco, nadie te verá.

Jisoo dudó. Realmente no quería hacerlo.

—Vamos, hace mucho no vemos a tus padres.

Entonces, Jisoo se sintió peor. No tenía animos de hablar con ellos, realmente solo quería dormir y pensar fríamente todo lo que su cabeza le daba vueltas, pero Jin parecía tan entusiasmado... no se atrevía a arruinar la noche de todos.

Así que aceptó, y mientras Jin conducía, tal como dijo, Jisoo se vistó adecuadamente en la parte de atrás con una pollera y una camisa. Se recogió el cabello en un moño y se maquillo rápidamente con los cosméticos que tenía siempre en su bolso.

Al llegar se dio cuenta que era uno de los restaurantes a los que siempre iba con sus padres cuando era pequeña. Un destello de nostalgia le inundó el cuerpo, porque también fue el mismo lugar en el que ocurrió algo que jamás olvidaría.

Cuando entraron y fueron a su mesa, saludó a sus padres y los cuatro se sentaron para pedir las cartas.

—¡Hace tanto no los vemos!—chilló con alegría la madre de Jisoo, de ella había sacado su gentileza y esa sonrisa radiante.

—Es cierto, por eso decidí hacer esto.—dijo Jin.

—¿Cómo estas cariño?—inquirió su padre viendo a su hija, con detenimiento.

—No podría estar mejor.—sonrió fingidamente encogiéndose de hombros. Los ojos oscuros de su padre se posaron en ella, sabía ver cuando algo no andaba bien.

—El trabajo te tiene agotada. Deberías darte un descanso, deja que Jin aporte a la casa.—comentó su madre en un intento de ayudar.

—Quedarme en la casa sin hacer nada no es lo mío, es aburrido.

Jisoo sabía que ya habían empezado a aconsejarla en un intento desesperado de tener el control de su vida. No es que fueran malos, solo que tenían aquellos grises que a Jisoo no le agradaban. En el pasado eso le provocó muchos problemas.

—¿Tienes pensando ir a la universidad?

Jisoo se encogió de hombros.

"Aquí vamos de nuevo..." pensó.

—Debes empezarla cuanto antes. Estas desperdiciando años buenos de tu vida.

—Por un año o dos nadie se morirá.—contestó algo brusca. Su madre frunció el entrecejo, pero decidió respirar hondo y cambiar el rumbo de la charla.

—Si no estudias, sabes bien como terminarás. Igual que la familia de...¿Cómo se llamaba es chico? ¿El de la familia Kim?

—Taehyung.—respondió Jin algo borde. Le desagradaba hablar de él.

—Como ellos. —finalizó—serás holgazana y sin proyectos futuros, como ese chico y su familia.

—¡No hables de ellos como si los conocieras mamá!

Jisoo ya se encontraba nerviosa, parecía una mala jugada del destino. Como si este quisiera ponerla a prueba para ver cuanto resistiría. Soltó los cubiertos y se apoyó en el respaldo de la silla.

—¿Por qué siempre llegamos a este tema? Ya soy grande, déjenme decidir por mí. Y dejen de compararme con él en mi presencia. Si no cambian la actitud no querré volver a cenar con ustedes.

Su padre y su madre la observaron en silencio, tensos.

Sin embargo, luego de unos instantes su padre sin decir nada cambió el rumbo de la conversación. Lo que menos quería era que discutieran en pleno restaurante.

Jisoo sin embargo no pudo cambiar su humor por mucho que luchó contra él. Prometió otro día visitarlos a casa cuando se sintiera mejor y luego de una despedida extraña, se fue junto a Jin en su auto. Mientras que sus padres se fueron en dirección contraria en el suyo.

—¿Qué fue todo eso Jisoo?—inquirió Jin sorprendido, justo cuando paraba en un semáforo en rojo.

—Nada.—respondió—déjalo estar, por favor.

—¿Por qué te molesta tanto que hablen de Kim Taehyung?

—No empieces con tus reproches hacia Taehyung, Seokjin.—contestó molesta—sé que odias que lo defienda, sé que odias todo lo que pasé y pasamos por él, pero jamás cambiaré mi opinión sobre Taehyung. Es un buen chico, Jin. El siempre luchó contra la marea para cumplir sus sueños, no es justo que hablen de el como si fuera una rata de alcantarilla. No lo es.

Jin apretó la mandíbula.

—Bien, solo vámonos a casa.

Y esa noche, no hubo más palabras entre Jin y Jisoo, no hubo besos de buenas noches ni hubo algo de alivio en los sentimientos de la castaña.

Pero irónicamente, lo que más le decepcionó no fue todo eso, si no que esa noche, tampoco hubo llamada de Km Taehyung.


4 A.M | VsooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora