8. Armagedón

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El viento hacía bailar los dorados rizos de Eris mientras volaban de regreso hacia Altostratus con los tres ingredientes. Luego de emerger de Lemuria, se dirigieron a Celestina para partir caminos con Nerea, armar a Toruk con su respectiva montura y despegar sin mayor demora. El trayecto se hizo un par de días mas corto ya que se dispusieron a no hacer paradas, aprovechando las altas corrientes de aire en las que Toruk podía planear sin problema, mientras dormía. Sentían que el tiempo se les escapaba entre los dedos, pues Morgan se degeneraba cada vez más, cosa que mantuvo despierta a Eris durante todo el trayecto, sólo logrando conciliar el sueño cuando la extenuación se volvía mucho más fuerte que ella. Una vez las características cascadas aparecieron en el horizonte, y Ayla alertara de su llegada, Elvia y Rekker los recibieron apenas Toruk tocó tierra, observando el estado en el que se encontraban los dos kalivan. "Aquí están todos los ingredientes..." Decía Eris con voz cansada mientras descargaba los recipientes. "Tuvimos algunos contratiempos, pero por gracia de Mahas todo salió bien." Comentaba Gellen, también con rastros de cansancio bajo sus ojos. Ambos hechiceros no se quedaban atrás, también se los veía agotados. "Llegaron justo a tiempo, estuvimos investigando exhaustivamente las propiedades de cada ingrediente y cómo podía llevarse a cabo la elaboración del antídoto, su forma de empleo, si sería estable o no... Fue más difícil de lo que imaginamos." Concluyó Elvia, tomando uno de los recipientes. Pudo observar las heridas de Eris en sus manos, y las de Gellen en su pecho. Hizo un esfuerzo impecable para no sobresaltarse, sabía que no era momento para hacerles preguntas sobre lo que había sucedido, por lo que se mantuvo en silencio. Lo importante, es que estaban a salvo y de regreso con los ingredientes. "Es una combinación jamás usada, con elementos que jamás se habían incorporado en pócimas antes... Diría que llegamos a un buen resultado en tiempo récord." Agregaba Rekker, mientras todos entraban a la casa. Una vez los pusieran al tanto con todo lo que había sucedido, pasando por la travesía en la otra dimensión en Koraha, el encuentro con los espíritus en la cima de Tundrak, y el pequeño percance con el Leviatán, Elvia parecía un poco más calmada y procedió junto a Rekker a comenzar la preparación de cada ingrediente para la elaboración alquímica del antídoto. Los observaban trabajar de una manera minuciosa, extensa, concentrados en su campo como experimentadas fieras, certeros como aves rapaces. En menos de tres horas, luego de varios procesos alquímicos, hechizos, preparaciones y métodos, habían confeccionado un gran recipiente de un líquido de tonalidad naranja, con un perlado brillo amarillo pálido. "Lo tenemos..." Decretó Elvia, mientras Eris y Gellen se acercaban a observar el elixir. Estaban emocionados, pero Rekker parecía tener una expresión sombría que fruncia su ceño. "Algo no esta bien..." Decía, mientras buscaba entre sus anotaciones. "¿Qué sucede? ¿Falló algo?" Preguntó Gellen con aires preocupados. "Eso es lo que me preocupa, no hemos fallado en el método... pero el elixir no parece estar activo." Explicaba Rekker con su mirada hundida entre las páginas. "Claro... un catalizador..." Susurraba Elvia, pensativa. "¿Qué quiere decir, Master Elvia?" Le preguntaba Eris, mientras Elvia levitaba la tetera hacia la estufa. "Un catalizador se encarga de acelerar el proceso de una reacción. Por ejemplo, elevar la temperatura del agua hará que ésta entre en ebullición, e infusione el té con mucha más rapidez." Explicaba. "Puede que el antídoto necesite de los componentes activos de otro elemento y generar así la catálisis que buscamos." Concluyó Elvia, mientras observaba el elixir. "Esto puede que tarde un poco, hay que ser muy minuciosos." Decía Rekker. "Han hecho un gran trabajo, tómense un tiempo para descansar y pasear por los alrededores si lo desean. Mientras tanto, necesitamos encontrar el elemento que pudiésemos utilizar como catalizador." Culminó, mientras se notaba que la idea fue de agrado para los dos kalivan.

Hicieron pues, de una diminuta isla aledaña cerca de las cascadas, su lugar establecido para tomar una reparadora siesta. No habían notado lo agotados que se encontraban sus cuerpos sino hasta ese momento. El viento era suave y fresco por el rocío, que hacía bailar los finos pastos en los que dormitaba Eris, mientras Gellen observaba a su lado como los rayos del sol danzaban entre sus cabellos, que retiraba con delicadeza de su rostro. Los reconfortantes cantares de las criaturas voladoras resonaban ligeramente, haciendo que la princesa despertara de su sueño poco después. De un salto, Gellen tomó un poco más de distancia entre ambos, pues no se había percatado de que estaba más cerca de lo normal. "¿Q-Qué tal tu siesta?... Ya dormí lo suficiente también..." Balbuceaba Gellen intentando disimular lo innegable, al momento en que Eris se incorpora y le da un tierno beso en la mejilla. "Eres terrible siendo sigiloso" Le dijo entre risas. Observaban desde las alturas la densa y basta selva; en el tiempo en el que estuvieron viajando, Altostratus se movilizó hasta estar sobre Te Kainga. "¿Cuánto tiempo crees que tardarán en hacer el antídoto?" Le comentaba Eris. "La verdad, estimo que unos-" Gellen es interrumpido por un reflejo que se cruzó con su mirada, provenía de la selva varios kilómetros más abajo. "...Pero, ¿qué...? ¿Eris, ves eso?" Le decía Gellen mientras apuntaba hacia la dirección desde donde había observado el reflejo, justo cuando éste volvía a aparecer tenuemente. Ambos cruzaron miradas. "¿Quieres ir a explorar?" Le preguntó Eris con una sonrisa, mientras llamaba a Toruk y descendían entre las nubes.

Eris: La Reina de ÓpaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora