2. La Bruja y el Joven Armero

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Los días pasaban, y el pensamiento de todo lo que había ocurrido visitaba la mente de Eris rutinariamente mientras sacaba de la caja su mazo de tarot y lentamente observaba cada carta, como si se presentase ante ellas sin darse cuenta. La idea de ser una hechicera la emocionaba, pues una parte intrínseca de sí misma sabía que así era y para ella la magia debía formar parte de su día a día, pero el pensar en ser la nueva Oráculo estresaba su joven sistema nervioso. Pasaba el tiempo y en más de una ocasión los sirvientes apis observaban a Eris ojeando las cartas y tallando ramitas de rosis para hacerse una varita y toquetear todo lo que se le cruzara con ella. Sin notarlo, un mes transcurrió desde el encuentro entre la pequeña flama y la hechicera, hasta que un día los apis anunciaron su llegada. Elvia entró al enorme salón principal, con altos techos y ventanales de cristal cuya luz prismática coloreaba los blancos mármoles de los suelos. Los reyes ya habían escuchado de ella, su experiencia la ha colocado como la mejor en todo Indicum, puesto que en más de una ocasión ayudó a combatir plagas gracias a sus audaces conocimientos de pócimas y elixires, Haciéndose una leyenda urbana viviente como la bruja que venció a la muerte en su propio juego, convirtiéndose en ella, así que estuvieron encantados de recibirla, y un poco sorprendidos de su visita. Pasaron a uno de los recibidores, donde un gran ventanal daba vista a los jardines reales y más atrás al mar, donde pudiesen tener una conversación más amena y menos formal. En una mesa de varios metros de largo, de madera delicadamente tallada como si fuesen ramas curvas y suaves, se sentó la pareja real junto con la hechicera, y la pequeña flama. Ahí, mientras disfrutaban de refrigerios y té, Elvia les dio la noticia de que la princesa fue elegida para ser la siguiente conducto.

La noticia sorprendió a los reyes, pues luego de la muerte del Oráculo anterior, todo Indicum se encontraba a la espera de que el nuevo conducto apareciera en cualquier rincón del planeta. Elvia procedió a contarles que se le apareció a Eris en un sueño y le dio la noticia de que vendría –mintiendo, para así no meter a Eris en problemas por haberse escapado al mercado sin permiso- y por eso se encontraba hoy ante ellos. Los reyes se encontraban emocionados, sabían que su pequeña sería especial, a pesar de ser un sentimiento natural que tiene todo padre. Elvia prosiguió a explicarles que sería su mentora, y que le proporcionaría todo el material de estudio necesario para entrenar a Eris en las artes mágicas. El rey titubeó al no estar muy familiarizado con esas cosas, pero no era el caso de la reina. De cierta manera a Beltaine no le sorprendió totalmente la noticia pues la magia recorría su linaje desde hace muchos milenios, aunque no se manifestaba en todos los miembros de la familia. Si bien ella también poseía el don y lo tamizaba sutilmente en su vida diaria, no era el caso de su madre, Astrea. Una educada y espléndida aerial de rizos dorados y ojos de un azul hielo penetrante, quien no desarrolló ningún tipo de sensibilidad hacia las energías, pero su madre y tías sí, y en múltiples ocasiones presenció sus rituales y hechizos. Beltaine sabía que todos tienen un papel que cumplir en esta vida, y tal vez, el de Eris sea uno fuera de lo común. "Bienvenida entonces, bruja Elvia, me encargaré de que los apis te ayuden a trasladar todo el material de estudio a la biblioteca y habiliten un espacio para que puedas enseñarle como es debido a Eris." Dijo la reina, a la vez que un grupo de diez ayudantes empezaron a mover libros, frascos y todo tipo de cosas que había traído Elvia consigo al sitio establecido. Y así, todos los días luego de que Eris regresara de la academia, dedicaba parte de la tarde a aprender con su mentora los secretos de la magia. Elvia empezó por explicarle cada arcano, primero los mayores y luego los menores. Le enseñó sus significados que Eris tuvo que anotar en un libro –su primer libro de anotaciones mágicas- para así memorizarlos y usarlo como material de apoyo en lecturas de práctica. Empezaba por hacerle lecturas a su mentora, y desde el primer intento pudo percibir que eran espeluznantemente acertadas. Elvia tardó varios meses en pulir su interpretación de las tiradas cuando era tan sólo una aprendiz de hechicera, cosa que no la sorprendió tanto como pensaba, después de todo Eris debía tener esa cualidad innata. Con tan sólo seis años tenía buena percepción y entendimiento cuando se trataba de temas relacionados a energía y magia. Elvia lo sabía, recordando el encuentro con esa consciencia superior que había tomado posesión de Eris. Documentaba así el proceso de la pequeña en su bitácora, puesto que el ser mentora de una Oráculo es algo que muy pocos hechiceros tienen la oportunidad de experimentar, además de que le intrigaba el caso.

Eris: La Reina de ÓpaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora