En todo el transcurso del examen, puedo notar su mirada clavada en mí. A pesar de que traté de no distraerme por ello, me intimidó.
Cuando lo terminé, no me sentía muy segura de cómo me iría, pero ya no podía estar más tiempo sentada al frente de él. Llamo a mi mejor amiga, necesito desahogarme.
—Bebé. ¿Cómo te fue?
—Voy a perderlo, Lu. No hay nada que pueda hacer — siento un nudo en la garganta que me impide seguir hablando.
—¿Por qué dices que te fue mal? Yo pienso que tú estudiaste mucho.
—O sea sí, resolví todo pero seguro lo tengo mal. — las matemáticas son muy mal agradecidas, no aprecian el esfuerzo que realizas; ya que si te equivocas en una parte del procedimiento, aunque el resto esté bien, está malo — Además me puso frente a él, no es justo. Yo no hice nada Lu, me quiero morir.
—Si tú pierdes esa materia Verónica, yo me encargo de cortarle los huevos a ese desgraciado ¿Entendiste? Lindura, no te estreses. Sal un rato, emborráchate, y ven a mi casa mañana.
—Bien, nos vemos mañana. Te adoro.
—Y yo a ti, cuídate.
Me voy al supermercado a comprar alcohol. Sé que en algún momento tengo que parar de tomar, pero hoy no va a ser el día. Mientras estoy en la fila de la caja, David me llama.
—Hola. ¿Ya llegaste?
—Sí, estaba esperando a que me llamaras pero no aguanté más. ¿Cómo te fue?
—No lo sé, Dave. No quiero hablar de eso — de nuevo el nudo en la garganta.
—Nica, — sí, se le ocurrió ponerme ese apodo tan original. Mientras me habla voy pagando la cuenta, y tomo un largo trago de alcohol — sabes que pase lo que pase yo voy a estar ahí, si me necesitas para que te explique más lo haré. Lo que sea.
—Eres muy hermoso para ser real. Gracias por tanto.
—No te pongas sentimental que me haces llorar — bromea, tratando de hacerme reír.
—Lo que sucede es que te extraño — mi lengua se ha ido despegando, más con cada trago.
—Estás borracha, lo siento. No me dirías esas cosas estando sobria. Deja de tomar, que me haces preocupar.
—Cállate, tú no eres mi padre. Ellos no se preocupan por mí.
—No me importa si ellos no se preocupan por ti, porque yo sí lo hago.
—Tú te drogas y yo no te he dicho nada — la conversación se está caldeando.
—Bien Verónica. Yo dejo de drogarme si tú dejas de tomar.
—No deberíamos estar hablando de esto por teléfono.
—Ven a mi casa.
—No lo haré.
—¿Por qué?
—Porque voy a tomar hasta que me dé un coma etílico.
—No lo harás.
—Sí que lo haré. Adiós.
Casi sin darme cuenta, empiezo a llorar desconsoladamente. Los extraño a los dos, me siento sola. Decido no tomar más, y me quedo dormida. Al despertar, está mi celular vibrando. Qué suerte que no lo dejé con sonido. Contesto, y un muy furioso David se apresura en hablar.
—¿Tienes idea de cómo me has puesto? No, claro que no lo sabes. Ya que decidiste irte a tomar como salvaje, y no ser responsable.
—Cállate, en serio hazlo. Tú no tienes una mierda de idea acerca de nada. No tengo por qué hacerte caso, y tú no tienes por qué preocuparte por mí. Además te aclaro, no necesito a nadie detrás de mí, soy muy responsable.
—Deja de ser tan egoísta Verónica. No puedes actuar como si nadie se preocupara por ti.
—¡Si actúo así es porque a eso estoy acostumbrada, David! Deja de joder.
—Deberíamos dejar de hablarnos, así dejo de joder y de preocuparme por ti.
—Bien. Adiós.
—Adiós.
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Tratando de entenderme
DiversosTengo 17 años, y finalmente es mi último año en este campus colegial. Contextualizándolos un poco, cuando tus padres no tienen el suficiente tiempo para ti, y con pretextos como que es lo mejor para tu futuro, te meten en un campus, o cárcel pagada...