La primera prueba

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Había puesto tanto empeño aquella noche en enseñarle a Harry el encantamiento convocador que me había olvidado del miedo. Éste volvió con toda su intensidad a la mañana siguiente. En el colegio había una tensión y emoción enormes en el ambiente. Las clases se interrumpieron al mediodía para que todos los alumnos tuvieran tiempo de bajar al cercado de los dragones. Aunque, naturalmente, aún no sabían lo que iban a encontrar allí. Me sentía extrañamente distante de todos cuantos lo rodeaban, ya me desearan suerte o le dijeran entre dientes al pasar a su lado: «Tendremos listo el paquete de pañuelos de papel cuando llores por tu novio, Malfoy». El tiempo pasaba de forma más rara que nunca, como a saltos, de manera que estaba sentado en su primera clase, Runas Antiguas, y al momento siguiente iba a comer... y de inmediato la profesora McGonagall y el profesor Snape entraron en el Gran Comedor y fueron a toda prisa hacia su alumno. Muchos observaban.

- Los campeones tienen que bajar ya a los terrenos del colegio... Tienes que prepararte para la primera prueba.

- Claro - dije confiada.

Harry se puso en pie y se le cayó el plato. El tenedor hizo mucho ruido al caer al plato.

- Buena suerte, Canuto - me dice Draco

- ¡Todo irá bien! - me dice Ginny

Blaise se pone en pie y grita:

- ¡Un aplauso para el cuarto campeón de Hogwarts!

Las mesas de slytherin y gryffindor, junto con algunos pocos ravenclaw, prorrumpieron en aplausos. Salió del Gran Comedor con Harry, el profesor Snape y la profesora McGonagall. Tampoco ella parecía la misma; de hecho, estaba bastante nerviosa. Al bajar la escalinata de piedra y salir a la fría tarde de noviembre, McGonagall nos puso una mano en el hombro a cada uno

- No se dejen dominar por el pánico - aconsejó - conserven la cabeza serena. Habrá magos preparados para intervenir si la situación se desbordara... Lo principal es que hagan lo mejor que puedan, y no quedarán mal ante la gente. ¿Se encuentran bien?

- Sí - dijo Harry - Sí, me encuentro bien.

- ¿Y usted, señorita Malfoy? - dijo el profesor Snape.

Yo asentí tímidamente, tenía un nudo demasiado grande en la garganta para hablar. Snape suspiró

- No tiene que preocuparse, tendrá toda la ayuda que necesite si algo sale mal

Los profesores nos conducían bordeando el bosque hacia donde estaban los dragones; pero vi que habían levantado una tienda que lo ocultaba a la vista.

- Tienen que entrar con los demás campeones y esperar su turno - dijo el profesor Snape

- El señor Bagman está dentro - dijo la profesora McGonagall - Él les explicará lo que tienen que hacer... Buena suerte.

- Gracias - dijo Harry con voz distante y apagada

Los profesores nos dejaron en la puerta de la tienda, y entramos.

No pensaba en nada, estaba absorta imaginando dragones, cuando saqué el número 4 y casi se me cae el alma a los pies, todo daba vueltas y de pronto... 

 - ¿De acuerdo? Bien. Harry, Cassiopeia... ¿Podría hablar un momento con ustedes, ahí fuera?

- Eh... sí - respondió Harry sin comprender.

Nos levantamos y salimos con Bagman de la tienda, que nos llevó aparte, entre los árboles, y luego se volvió con expresión paternal

- ¿Qué tal se encuentran? ¿Los puedo ayudar en algo?

- ¿Qué? - dijo Harry - No, en nada.

- ¿Tienen algún plan? - preguntó Bagman, bajando la voz hasta el tono conspiratorio - No me importa darte alguna pista, si quieres. Porque - continuó Bagman bajando la voz más aún - son los más débiles de todos, Harry. Así que si les puedo ser de alguna ayuda...

3) Cassiopeia Malfoy y el cáliz de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora