Permanecí sentada, consciente de que todos cuantos estaban en el Gran Comedor me miraban, o a Harry, o intercambiaban. Me sentía aturdida, atontada. Debía de estar soñando (Más bien, pesadillando). O no había oído bien. Nadie aplaudía. Un zumbido como de abejas enfurecidas comenzaba a llenar el salón. Algunos alumnos se levantaban para vernos, como si fuéramos animales de circo. No sé cómo, pero sé que Harry también estaba inmóvil, sentado en su sitio. En la mesa de los profesores, la profesora McGonagall y el profesor Snape se levantaron y se acercaron a Dumbledore, con el que cuchicheó impetuosamente. El profesor Dumbledore inclinaba hacia ellos la cabeza, frunciendo un poco el entrecejo. Me volví hacia la pandilla. Más allá de ellos, vio que todos los demás ocupantes de la larga mesa de Slytherin me miraban con la boca abierta.
- Yo no puse mi nombre - dije, totalmente confundida - Ustedes saben que no me gusta, yo no quería... yo no quiero.
Uno y otro me devolvieron la misma mirada de aturdimiento. En la mesa de los profesores, Dumbledore se irguió e hizo un gesto afirmativo a la profesora McGonagall y al profesor Snape
- ¡Harry Potter! - llamó la profesora McGonagall
- ¡Cassiopeia Malfoy! - llamó el profesor Snape
- ¡Harry! ¡Cassiopeia! - cada uno llamó a su alumno, pero lo siguiente lo dijeron a coro - ¡Levántense y vengan aquí, por favor!
- Vamos - me susurró Draco, dándome un leve empujón.
Intercambie miradas horrorizadas con Harry. Me puse en pie, con toda mi elegancia y el valor que pude reunir. Avanzó por el hueco que había entre las mesas de Slytherin y Ravenclaw. Me pareció un camino larguísimo. No me hubiera sorprendido enterarme de que me habían maldecido justo ahí, para caminar el resto de mi vida en un pasillo eterno. La mesa de los profesores no parecía hallarse más cerca aunque caminara hacia ella, y notaba la mirada de cientos y cientos de ojos, como si cada uno de ellos fuera un reflector. El zumbido se hacía cada vez más fuerte. Después de lo que le pareció una hora, me hallé delante de Dumbledore y noté las miradas de todos los profesores.
- Bueno... crucen la puerta, chicos - dijo Dumbledore, sin sonreír.
Pasamos por la mesa de profesores, todos los cuales parecían completamente aturdidos. Salimos del Gran Comedor y nos encontramos en una sala más pequeña. Viktor, Cedric y Fleur Delacour estaban junto a la chimenea.
- ¿Qué pasa? - preguntó, creyendo que habíamos entrado para transmitirles algún mensaje - ¿Quieguen que volvamos al comedog?
Intercambié miradas con Harry, y ambos movimos los labios, sin llegar a decir alguna palabra. Tartamudeando en silencio. No sabía cómo explicar lo que acababa de suceder. Nos quedamos allí quietos, mirando a los tres campeones. Oí detrás un ruido de pasos apresurados. Era Ludo, que entraba en la sala. Nos cogió del brazo y nos llevó hacia delante.
- ¡Extraordinario! - susurró, apretándome el brazo - ¡Absolutamente extraordinario! Caballeros... señorita - añadió, acercándose al fuego y dirigiéndose a los otros tres - ¿Puedo presentarles, por increíble que parezca, al cuarto y quinto campeón del Torneo de los tres magos? ¿O cuentan como uno?
Viktor Krum se enderezó. Su hosca cara se ensombreció al examinarnos. Cedric parecía desconcertado: pasó la vista de Bagman a Harry, de Harry a mi, de mi a Harry, y de Harry a Bagman, como si estuviera convencido de que había oído mal. Los miré suplicante, no queria que me creyeran mentirosa o traidora. Fleur Delacour, sin embargo, se sacudió el pelo y dijo con una sonrisa:
- ¡Oh, un chiste muy divegtido, señog Bagman!
- ¿Un chiste? - repitió Bagman, desconcertado - ¡No, no, en absoluto! ¡Sus nombres acaban de salir del cáliz de fuego!
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3) Cassiopeia Malfoy y el cáliz de fuego
FanfictionMuy emocionada por ver los retos del cáliz de fuego, Cassie comienza el tercer año en Hogwarts, pero la suerte esta otra vez en su contra y su año se pondrá patas arriba.