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CAPÍTULO DIECHIOCHO
CUENTO DE HADAS.
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ÉRASE UNA VEZ, MARIANA CARSON pasaba su tiempo escondida en la casa que consideraba una fortaleza; de vez en cuando, cuando era niña, miraba por las ventanas con un suspiro de desesperación, colocaba la barbilla en las palmas de sus manos y fingía ser una princesa que esperaba a su caballero de brillante armadura. Se imaginó que vendría cabalgando sobre un corcel, con una espada desenvainada en la mano y una armadura que reflejaba valentía. Sería amable, intrépido y de alguna manera, tendría la capacidad de liberarla de las cadenas metafóricas que la ataban a la fortaleza, o al castillo. Ese era el sueño que ella imaginaba. Y cuando finalmente llegó, ella se levantó de su aturdimiento y le sonrió.Spencer.
Pero fue una lástima que ella pronto tuvo que aprender que la vida nunca sería un cuento de hadas, era un terror y limitaciones que le impidieron dar el atrevido paso hacia adelante que ella imaginaba podía dar. En realidad, Mariana se vio superada por sus límites que nunca le permitirían conocer el mundo exterior, o, como prefería expresarlo en su libro de cuentos: no existía un príncipe que la salvara de las profundidades de la desesperación que se cernía en el interior de su castillo. Ella nunca se salvaría y, desafortunadamente, esa era la verdad.
Si bien sus amorosos padres la habían encerrado en su castillo como medio de protección, nunca le dijeron realmente de qué se estaba escondiendo. Tal vez un dragón, un dragón que lanzaba llamas de su boca y no tenía piedad del alma que se cruzaba con su furia. Mariana se imaginó que el dragón haría estragos afuera, destruyendo cualquier cosa que le agradara. Pero como es habitual en el cuento de hadas de Mariana, volvió a equivocarse. No había un dragón afuera del que sus padres estuvieran protegiéndola.
Ellos la estaba protegiendo de sí misma.
Así que no fue una sorpresa cuando Mariana lloró por lo que no se había convertido, sino, por lo que había sido todo el tiempo. No era la princesa que había imaginaba, una con un vestido que caía al suelo en suaves ondas, o una con una corona que brillaba cuando la luz del sol golpeaba su cabeza. Su cabello no caía en suaves mechones por su espalda y sus ojos no brillaban con el deseo de tocar los verdes jardines con sus pies descalzos.
Mariana no era la princesa de la historia.
Ella era la villana.
Y luego, en la oscuridad que la rodeaba, apareció una luz. Ardía en la distancia y lentamente se fue acercando hasta que de repente ella pudo verlo, verlo de verdad. Y aunque no podía tocarlo, sabía que estaba allí, y llegó más lejos de lo que nunca pudo antes: llegó una hada madrina que se la llevaría y un genio que le concedería todos sus deseos. Un príncipe sin armadura, porque no la necesitaba, con los ojos dorados que reflejaban el sol durante el atardecer, que tenía el aura más pura de todo el mundo. No tenía sombra, en cambio, tenía una luz que dejaba rastros por donde pasaba. Detrás de él, crecían flores que brotaban con el más mínimo toque, como si tuviera una magia que todo el mundo deseaba tocar, y Mariana no fue la excepción. De hecho, era posible que quisiera tocarlo más que cualquier otra persona...
Una vez que ella lo tocara, la maldición se rompería.
Pero quizás ella también se equivocó en eso.
Él la esperó. La barrera de la casa ya estaba rota, las puertas ya estaban abiertas y esperaban la gran entrada de Mariana al mundo exterior. Tenía los brazos abiertos, un abrazo que suplicaba por ella. Y cuando finalmente lo alcanzó, se dio cuenta de que él no tenía espada, no tenía nada para destruir el hechizo que la tenía encerrada. En cambio, descubrió que él también estaba maldito. Ella lo miró con confusión, sus ojos hacían la pregunta que sus labios negaban a decir.
Siempre había soñado con que el príncipe rompía el hechizo, que le permitiría la oportunidad de liberarse de lo que la había mantenido cautiva durante toda su vida. Pero, de alguna manera, de una manera que ella no entendió, él también estaba maldito. Y en lugar de permitir que detuviera el hechizo, lo usó como ventaja.
—Siempre asumí que me salvarías.—dijo la princesa que imaginaba ser, sus ojos brillaban con el miedo de no saber qué les depararía en este cuento de hadas.—Así que, ¿por qué estás abrazando mi maldición en lugar de ayudarme a romperla?
—Porque el miedo es producto de la imaginación.—respondió Cinco en voz baja.—Y también lo es la maldición que usas como excusa para encerrarte del mundo exterior. Nuestro cuento de hadas puede ser diferente al de los demás, y puedes pensar que eres el villano, pero el verdadero villano es tu imaginación. Y nosotros tendremos nuestro felices para siempre.
Quizás eso era cierto. Quizás ella realmente estaba siendo salvada, y que los dos serían felices y envejecerían juntos. Tendrían una hermosa boda; pétalos de rosas adornarían el altar, y la princesa estaría vestida en encaje blanco que fue hecho específicamente para ella. Su sonrisa iluminaría el mundo a su alrededor y la haría sentir completamente perfecta. Y ella sabría que era amada, a pesar de lo que los demás pensaran. Por una vez, sentiría que estaba tomando el camino correcto, como si hubiera sido creada para ese propósito.
Mariana tendría los felices para siempre con los que siempre había soñado...
Pero algunos cuentos de hadas no terminan así.
Y algunos enamorados solo deben estar juntos dos metros bajo tierra.
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hurricane ━ five hargreeves. ✓
Fanfic━━ ⦗ hurricane! ⦘ ❝ he vivido lo suficiente para saber que un amor como este solo se encuentra una vez en la vida. ❞ ███████████ 𝙚𝙣 𝙙𝙤𝙣𝙙𝙚 la vida de mariana ha...