━I. Mariana y Spencer

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CAPÍTULO UNO
MARIANA Y SPENCER.
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CASI HACÍA FRÍO FUERA de la casa de los Carson, una pequeña brisa revoloteaba entre las hojas color verdes de los robles del exterior

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CASI HACÍA FRÍO FUERA de la casa de los Carson, una pequeña brisa revoloteaba entre las hojas color verdes de los robles del exterior. Dentro de la amplia casa, ardían velas con aroma a vainilla, haciendo que el aire del dormitorio de Mariana fuera más cálido y familiar. La joven de dieciséis años estaba sentada en su asiento junto a la ventana, mirando hacia afuera y deseando estar ahí, o incluso en el balcón para ver cómo el sol se derretía lentamente por debajo del horizonte. Pero por ahora, tendría que conformarse con eso; mantener su toque de queda y estar satisfecha con eso. Por supuesto, habían ocasiones en las que ella tenía un descanso de todo eso y podía dormir en la casa de su único amigo.

Mariana había conocido a Spencer en su primer día en el jardín de niños, en una época en la que era libre de hacer lo que quisiera y no sabía nada de lo que era capaz de hacer. Él era amable con ella y en el momento que se conocieron compartieron un vínculo, ¿por qué? no tenían idea, pero no importaba. A medida que crecían, Mariana estaba agradecida de haberlo conocido. Spencer la entendía como nadie más podía hacerlo, y era una bendición para ella tener a alguien que escuchara sus problemas y la apoyara cuando más lo necesitaba. Sabía de sus poderes, por supuesto. Sería un pecado guardarle un secreto así viendo lo cercanos que eran.

Sin embargo, Spencer no le tenía miedo.

No la juzgó el día que ella lo llevó al río e hizo surgir un muro de agua frente a sus ojos. Spencer estaba atónito, si, pero luego sonrió. No la había visto como un monstruo, era la niña de ojos saltones que había conocido  el primer día en el jardín de niños. Ella era Mariana, su mejor amiga de nariz pequeña que había crecido junto a él y pasaba incontables noches en su casa, tirándose palomitas de maíz y viendo películas hasta quedarse dormidos. En lugar de mirarla con horror, abrazó a la chica temblorosa fuertemente y murmuró que no le importaba lo que ella pudiera hacer. Mariana lloró ese día.

Pero eso fue hace años, ahora era normal que los dos estuvieran sentados a la orilla del río mientras Mariana jugaba con el agua. En otros días, principalmente los días sombríos donde no había nada más que lluvia cayendo del cielo oscuro, Spencer y Mariana iban a Griddy's Donuts, que estaba a un par de cuadras de la casa del chico. Hubieron muchas ocasiones en las que Mariana se sintió más por Spencer, e incluso le había dicho que debía pasar más tiempo con amigos de su escuela. Ella asumió que él se aburría de ella a veces, porque ¿quién no lo haría? Veía a la misma chica una y otra vez todos los días y ella sabía que tenía que volverse agotador en algún momento.

―¿Alguna vez has deseado pasar más tiempo con alguien más?―Mariana había preguntado un día, hurgando el pastel relleno de gelatina en la mesa frente a ella. Spencer frunció el ceño.

―No.―había respondido el chico, sus ojos de color miel brillaban con sinceridad.―¿Por qué? ¿Tú si?

Mariana pasó los dedos por sus cabellos negros, frunciendo el ceño ligeramente.―Por supuesto que no, yo solo... quiero que te diviertas y conmigo, estás constantemente retenido y siempre estamos limitados a lo que podamos hacer. Quiero decir, incluso podrías ir a citas――

hurricane ━ five hargreeves. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora