☀︎♫︎𝓙𝓮𝓪𝓵𝓾𝓸𝓼☀︎︎♡︎ʰʸᵘⁿⁱⁿ☂︎

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—Huele a que alguien está triste o impaciente...— El líder tomaba un poco de su café americano.

Felix, Bangchan y Changbin se encontraban en la mesa tomando su desayuno, esperando a que los demás terminaran de arreglarse o al menos despertaran.

Felix esa mañana había tratado de hacer una receta de waffles super especiales que encontró en Tiktok, y al parecer a los chicos les estaba encantando.

—Ojito, que el olfato de Hyung es tan potente que puede oler sentimientos— Burló Changbin acabando sus waffles.

—No te rías que el don de Channie Hyung no es una broma— reprendió Yongbok.

Entonces de repente de las escaleras venía bajando un pequeño zorrito con los ojos hinchados y el cabello revuelto, su cabeza estaba baja y sus pies descalzos. Un saludo era lo que esperaban sus mayores pero a cambio solo fueron descaradamente ignorados.

Nadie dijo nada, solo quedaron viendo la escena de como el maknae tomaba un vaso de agua, miraba su contenido y torpemente lo bebía, para así soltar un pequeño suspiró cansado y volver a su habitación.

Félix y Bangchan se miraron, ambos sabían quien era el dueño del olor de tristeza que había percibido Chan.

—Creo que los ojos de Innie no estaban hinchados solo por dormir realmente...— suspiró Felix mientras depositaba sus trastes sucios en el fregadero.

—Sabía que mi nariz no podía equivocarse nunca— Bangchan terminó al fin su café y despejando un poco las ideas.

Mientras tanto Changbin solo seguía confundido, ¿De que tanto hablaban? En fin, eran cosas de Australianos, el no podría entenderlo. Ni trataría de hacerlo.

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Hyunjin había visto extremadamente cansado todo el día a su pequeño zorrito, estaba preocupado la verdad, su corazón le decía que se acercará para tratar de animarlo, pero su cabeza prefería no hacer nada por si llegará a empeorarlo más.
Estuvo todo el día tratando de encontrar el momento perfecto para decirle que había conseguido el videojuego que tanto quería y así poder jugarlo juntos, pero ese momento nunca llegó. Hyunjin se comenzaba a cuestionar si acaso todo el esfuerzo puesto para conseguirlo ayer podría valer la pena.

Porque sí, Hwang Hyunjin fue de incógnito a comprar una copia de edición limitada que solo se conseguía en la preventa, que bien, pudo simplemente encargarlo por internet, pero por los viejos tiempos en dónde tenía que quedarse a acampar fuera de esa tienda si quería una copia de su nuevo videojuego, esa emoción era lo mejor del mundo y lo valía.

La luna estaba alta, los chicos ya habían llegado a la casa un par de horas antes, esta de más decir que todos notaron la inusual aura apagada del Maknae, pero aunque Felix, Bangchan y Seungmin trataron de saber el porque de su estado, lo único que conseguían eran suspiros y frases como "Esta todo bien, gracias por preocuparse por mi" o "No pasa nada, solo no dormí bien". Aunque era obvio que algo no andaba bien.

Por ahora, Hwang seguía dando vueltas frente a la puerta de la habitación de Jeongin, cuestionandose si era buena idea entrar o no, pues es que ya eran las 12 de la noche y desde las 10 que llegaron Jeongin solo se encerró en su cuarto sin más, puede que ahora este dormido, o no.

"Vamos, puedes hacerlo, solo echa un vistazo"

Se acercó con toda cautela hacía la puerta de el dormitorio, sin embargo no esperó oir lo que oyó.

Sollozos.

Pequeños y ahogados, tratando de ocultarse bajo el sonido del débil viento de la noche, sin embargo, eran lo suficientemente fuertes como para ser notados.

El corazón de Hyunjin de rompió, ¿Cómo es que ahora su lindo bebé esta llorando? La impotencia lo comienza a consumir y se vuelve a cuestionar que hacer. No sabe que hará pero de algo está seguro, destruirá a quien sea o lo que sea por lo que Jeongin esta tan triste.

Apunto de entrar a la habitación, una suave melodía, escondida entre lagrimas y una voz entrecortada llena el ambiente.

”Es la canción feliz de Innie"

Ahora no puede más y la valentía que hubiese reunido para entrar a la habitación se desploma en unos instantes, y con ella, su cuerpo, el cual se desliza por la puerta de madera hasta quedar sentado en el piso, dejándose envolver por la triste voz que entona una animada canción con el poco brillo que en ella queda.

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