O2

3.3K 306 659
                                    

— ¡Gracias por su compra! — Sonrió alzando su palma en señal de despedida mientras con su otra mano cerraba la caja.

— Hey Gogy — Su amigo beta y jefe de la cafetería donde trabaja, Nick lo llamó. George volteó y alzó sus cejas.

— ¿Sí?

— Parece que el pequeño mounstro está aburrido — Sonrió ligeramente apuntando con su pulgar a sus espaldas. George se asomó.

El pequeño Liam movía un carrito de lado a lado por inercia mientras recargaba su cabeza en la palma de su mano y soltaba un bostezo. Siempre que iba a la cafetería con él, iba feliz y era una especie de atracción para los clientes quienes enternecidos lo miraban y se acercaban. También el cachorro acostumbraba a comer deliciosos panecillos dulces o alguna otra golosina que le regalaba Nick. Pero el día de hoy el cachorro se encontraba aburrido e incluso algo deprimido.

George miró el reloj, y era tarde, eran las ocho de la noche, su horario terminaba a las cinco, estaba oscuro, pero bueno, este último mes a veces Clay ni siquiera llegaba a casa y prefería quedarse en la cafetería que quedarse en casa esperando a alguien que seguro jamás llegaría.

— Hey bebé — Habló el omega en dirección al cachorro quien dejó de mover el carrito de juguete y alzó tanto la mirada como la barbilla dandole a entender que prosiguiera.

Nick dió dos palmadas en señal que George ya se podía retirar, después de todo estaban por cerrar. Procedió a sentarse a un lado de su hijo sacando de la silla un oso de felpa azúl que el pequeño llevaba a todas partes.

— ¿Quieres volver a casa, amor? — Cuestionó abriendo sus brazos permitiendo que el cachorro se enterrara en su pecho y asintiera.

— Papi hueles raro.. hueles.. hueles como a papá y a mi biberón, papi hueles a leche.. — George se sorprendió ¿En verdad olía a todo eso? No lo había notado, o tal vez si pero lo le tomó importancia, negándose. Asintió frotando la espalda del menor buscando supresores y su neutralizador en su mochila, tal vez confundió su olor con algún cachorro o algún omega en cinta, el niño tenía una nariz sensible y fácil de engañar.

Tomó varios supresores y roció su neutralizador.

— A Lolo se le cayó un ojo — Soltó al fin tristemente saliendo del elevador y entrando al pasillo que daba a su departamento

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— A Lolo se le cayó un ojo — Soltó al fin tristemente saliendo del elevador y entrando al pasillo que daba a su departamento.

George insistió en preguntarle por qué estaba deprimido a todo lo largo del camino y al parecer era porque a su osito se le había caído un ojo, no quiso decirle por no molestarle con sus asuntos de niño pequeño.

No lo había notado, eso hasta que miró a detalle al oso.

Sonrió buscando las llaves del departamento.

— No te preocupes, se puede arreglar, yo lo arreglaré, ve por el costurero amor — Dijo abriendo la puerta para que el cachorro entrara corriendo a buscar el objeto pero se detuvo al ver a su padre en medio de la habitación principal, el niño solo lo ignoró pasando a un lado de este para subir las escaleras. Esto extrañó a Clay... pensó que lo primero que haría era correr a abrazarlo, solo lo observó desaparecer al subir al segundo piso, continuamente miró al omega.

𝑷𝑹𝑶𝑩𝑳𝑬𝑴𝑺 ───── DreamNotFoundDonde viven las historias. Descúbrelo ahora