𝑷𝑹𝑶𝑩𝑳𝑬𝑴𝑺 ───── DreamNotFound

O3

Liam ronroneaba frontandose en el pecho de su padre. Habían pasado demasiados minutos en la misma posición tirados en el piso desde que el alfa se fue. Habrían pasado unas dos horas más o menos.

Una vez la ansiedad de George se esfumó gracias a los reconfortantes mimos de su cachorro, se aferraron como uña y carne.

Si su cachorro olía sumamente triste no quería saber cómo olía él después de su pequeña crisis.

De pronto sintió una punzada en sus dientes y unas increíbles náuseas.

Se levantó junto a su hijo y sonrió levemente después de besar la frente del otro.

— Recoge todas tus cosas, bebé.

Revolvió el cabello del cachorro con rapidez y luego corrió al baño como si su vida dependiese de ello. Cerró la puerta y expulsó todo lo poco que había en su estómago.

Oh...

Escuchó musitar en su interior a su omega, a lo que como respuesta movió la cabeza en negación dentro del retrete.

Genial...

Su corazón latía muy rápido.

Se reincorporó en la cama del hotel al que había llegado a parar y giró su cuello con frustración.

Su alfa se había callado hace horas al ver que no lo devolverían con su omega se resignó a callar y esperar que su tonto humano recapacite.

Clay arrugo su nariz al sentir la picazón del llanto. Se sentía mal, demasiado.

El arrepentimiento y culpa lo estaban golpeando sin cesar y el olor a ansiedad que desprendía su omega antes de irse del apartamento seguía en su memoria del olfato.

Los ojitos llenos de lágrimas de George y su rostro de pánico lo estaban matando. Hirió al omega a tal magnitud que ni el mismo sabía.

De seguro el omega estaba devastado por su culpa.

Era tan tarde y no solo en el aspecto literal de que fueran las 2 am, si no en todo sentido respecto a su vida y matrimonio.

¡Había negado sin vergüenza alguna a su hijo! ¡Su propio cachorro!

La carita tan deprimida y asustada que tenía su cachorro al gritar todas esas estupideces lo estaba torturando.

Vamos... tiene once años. Pero ningún niño es tan tonto como para no saber que significan aquellas palabras que soltó el alfa con total asco.

Palabras que ahora calaban su corazón.

Era su cachorro. Su hijo, de él y George.

Y él... él era su padre.

Si es que así podía llamarse.

Era un asco de alfa, un asco de marido, un asco de padre y un asco de persona.