❝Millionaire❞『•MinSung•』

21: ❝Consejos.❞

Lee MinHo

Las calles de la vida no son tan misteriosas si abres los ojos, pero no me entiendan mal, abrirlos, a veces no significa ver. Y yo me refiero a ver, cada detalle, como el lunar que JiSung lleva en su clavícula.

Anoche me quedé despierto durante un buen rato, mirándolo y preguntándome cómo podría avanzar más rápido con mi investigación. JiSung no merecía seguir en ese mundo y mucho menos sufrir por su pasado o malos recuerdos constantemente.

Pero la mañana llegó y, por más que quisiera presionar a mi amigo, era consciente de que las cosas no se resuelven de la noche a la mañana. Me levanté de la cama sin poder apartar la mirada de él, me sentí cautivado y embrujado.

Nunca pensé que una noche pagada me daría más de lo que pedí. Nunca lo juzgué, pero tampoco vi todo lo que era y aún no veo todo. Sé que tiene sus secretos, pero estoy dispuesto a esperar y buscar las respuestas que tarde o temprano llegarán.

Tenía una reunión a la que debía asistir y JiSung debía acompañarme, pero decidí dejarlo dormir. Bueno, es mejor para ambos. Teniendo en cuenta las últimas reuniones y los últimos incidentes, me doy cuenta de que me vuelvo loco cada vez que veo que alguien lo mira de la misma manera en que yo lo miré una vez.

Me acerqué hacia JiSung y alejé el mechón de cabello que cubrió sus ojos, besándole la mejilla y viéndolo como movió lentamente su nariz. Un gesto tan inocente logró hacerme sonreír.

Dos horas más tarde, salí de la reunión. La primera parte había terminado y ahora solo me quedaba entrar en la segunda.

—¡Qué aburrimiento! —exclamó SuYun, levantándose de la silla.

—Veo que te encanta estar aquí — me burlé, y ella caminó hacia mí, subiéndose al escritorio.

—Igual que a ti — sonrió irónicamente—. Durante toda la reunión parecías ausente. No me mires así, no me engañas.

—No pensaba negarlo — admití, levantándome—. Pensé que esta parte de la junta nunca iba a terminar.

—Sabes que la reunión puede continuar sin ti. Estás en Roma. Ve y disfrútalo—sonrió, levantando las cejas—. Y no me refiero a la ciudad.

—Ni quién te aguante — solté una carcajada.

—Quiero conocerlo mejor — espetó SuYun—. No parece interesado en ti solo por tu posición económica, pero como tú eres uno de los millonarios más atractivos, debo asegurarme.

—Te aseguro que no lo está — dije seriamente—, tampoco sé si está interesado en mí.

—Entonces... ¿por qué te acompaña? — preguntó, y luego quedó en silencio, pensativa.

—Le pagué — dije en voz baja.

—¿Qué dices?—SuYun quedó estupefacta — ¿Es un acompañante?

—Así es.

—¿Pero cómo te atreves?—me gritó y empezó a caminar hacia mi nerviosa—. ¡Hay que pegarte, quiero pegarte! ¿Cómo pudiste hacer eso?

—¡Ay! no exageres, él no tiene nada que ver con ese mundo.

—No me importa si ese muchacho es abogado, modelo o prostituto. Eso no dice nada de él, en cambio de ti si. ¿Sabes cuántas personas como él son obligados a mantener relaciones con hombres o mujeres que no quieren?

—No lo obligué — levanté la voz, recordando una parte de lo que JiSung me había contado ayer.

—Tampoco le diste la elección — replicó, negando con la cabeza.

—No siempre lo pagué — recordé la noche en la que se quedó en mi casa.

—MinHo, eres mi amigo pero eres un idiota. Se nota que te gusta, solo espero que entiendas que para él tú eres un cliente.

—No lo creo.

—Créeme, el chico puede interpretarlo así, sobre todo si no le explicaste que te enamoraste de él—dijo eso y empezó a reír—. Tú, enamorado.

—No exageres tampoco — me crucé de brazos.

—Y ahora, el viaje terminará en una semana, ¿qué harás después? — preguntó SuYun.

¡Demonios! Tenía razón, se me había olvidado por completo.

—Las cosas seguirán su curso normal—dije tranquilamente—. Ahora que hablamos de eso, ¿sabes algo sobre un tal Jo SungHa?

—¿Qué demonios quieres tú con ese hombre? — preguntó con el ceño fruncido.

—Habla.

—Hay rumores de que sus negocios no son precisamente limpios — dijo en voz baja—. También se dice que está involucrado en cosas muy peligrosas. No sé mucho al respecto, mi padre lo mantiene a distancia, así que supongo que algo de verdad debe haber en esos chismes—hizo una pausa—. Hace dos años, desaparecieron unos niños y muchos decían que él estaba involucrado. Los niños nunca aparecieron y las pruebas simplemente desaparecieron.

—Es absurdo — apreté el puño, molesto.

—Habla más bajo, por favor—me advirtió SuYun—. El punto es que no te conviene ser amigo de ese hombre, o peor aún, ser su enemigo.

—Ya veremos — miré el reloj.