❝Millionaire❞『•MinSung•』

24: ❝Maldad.❞

Han JiSung

La noticia que acababa de recibir fue como un balde de agua fría. Me quedé mirando al doctor confundido, asustado y desesperado.

—Esto no puede ser posible, doctor—tartamudeé mientras lo miraba a los ojos—. Yo me cuido, mi ginecólogo siempre me hace chequeos.

—¿Cuándo fue la última vez que visitaste a tu ginecólogo? — preguntó mientras tomaba un papel.

—Hace un mes.

—Creo que sabes que las pastillas anticonceptivas a veces pueden fallar, ¿no será que olvidaste tomarlas un día?

—No, doctor, las he tomado todos los días hasta hoy — respondí seguro de mí mismo—. ¿Podría ser un error?

—Las pruebas de embarazo pueden ser menos precisas que los análisis de sangre — contestó el doctor—. Dudo mucho que haya un error, pero sería mejor que te reunieras con tu ginecólogo.

Sentí cómo mi respiración se aceleraba con cada segundo que pasaba. No podía ser cierto, no podía estar esperando un bebé. No ahora. ¿Qué iba a hacer? ¿Cómo le diría esto a MinHo? ¿Cómo reaccionaría él?

—Ya no sé qué hacer—empecé a llorar nuevamente—. Mi hijo está enfermo y no puedo ayudarlo y ahora me entero que también tendré otro hijo.

—Tranquilízate, debes cuidarte y no debilitarte más — habló el doctor mientras se levantaba de la silla y caminaba hacia un pequeño armario blanco. Sacó una caja de medicinas y me entregó una pastilla con un vaso de agua—. Esto te ayudará a calmarte un poco.

—Gracias — susurré entre lágrimas.

—Le aconsejo que hable con el padre de JeongIn y resolvamos esto. También lo pondré en la lista de espera para un trasplante, aunque seguramente llevará tiempo. Como decía mi abuela, los problemas nunca vienen solos, siempre se complican.

El doctor siguió hablándome sobre la enfermedad de mi hijo y parte del tratamiento. Solo lo miré y tragué saliva. Todo parecía tan complicado y mi hijo era tan pequeño. Habría dado cualquier cosa por estar en su lugar.

—¿Puedo ver a mi hijo? — pregunté cuando me levanté de la silla.

—Desafortunadamente, no. JeongIn está en una habitación aislada. Debido a su baja inmunidad, no podemos correr el riesgo de que se contagie de una bacteria o un virus. Eso complicaría mucho el procedimiento.

—Pero necesito verlo, doctor — suplicé con el corazón destrozado.

—Tu hijo está en buenas manos y te prometo que haré todo lo que esté a mi alcance para que salga sano de aquí. Solo te pido que no compliques más las cosas.

Asentí con la cabeza, aunque no estaba de acuerdo. Habían pasado diez días desde que no veía el rostro de mi hijo. Lo extrañaba y deseaba poder estar a su lado, acariciarlo y darle todo el amor que necesitaba en estos momentos.

Sin más que decir, salí del consultorio y me encontré con un montón de madres, padres y familias llorando y apoyándose mutuamente.

Busqué con la mirada perdida a MinAh. Necesitaba su apoyo más que nunca y sabía que ella estaba allí esperándome. Y la encontré en una situación inesperada.

Estaba ahí, esperándome, acompañada por MinHo, tomando los dos un café en silencio.

MinHo levantó la cabeza del suelo y nuestros ojos se encontraron. ¡Joder! En ese momento recordé que apenas había compartido mis secretos con él.

Tragué saliva y me acerqué a ellos. Ambos se levantaron rápidamente y dieron unos pasos hacia mí.

Cuando finalmente lo tuve frente a mí, comencé a temblar y ponerme nervioso.

—¿Qué estás haciendo aquí? — lo miré con enojo — Recuerdo haberte dicho que quiero estar solo — le hablé con desgana.

—¿Y realmente pensabas que iba a dejarte solo?—levantó una ceja mientras negó con la cabeza—¡Jamás! Aceptalo más rápido, será mejor—habló y en unos segundos me encontré entre sus brazos, envuelto en su calor.

Una parte de mí se alegraba de tenerlo allí conmigo, pero la otra solo quería gritar.

—¿Qué te dijo el médico? — preguntó mientras me soltaba pero mantenía su cintura rodeando mi espalda.

—Todo es muy complicado — sentí una lágrima caer por mi mejilla—. Parece que mi hijo tendrá que someterse a una operación.

Su rostro mostró una gran preocupación.

—De acuerdo, iré a hablar con el médico — dijo, a punto de dirigirse hacia la oficina del médico, pero lo agarré del brazo con fuerza.

—¡No! — levanté la voz nervioso y MinHo frunció el ceño.