–A ver, Chris. ¿Sabes lo que es la sinestesia? —Preguntó el de pecas, mirándolo. Chris parecía no saber nada en esos instantes.
Ya habían hablado un poco. Ahora sabían el nombre del otro, su edad, su clase y algo más. Seguían en la clase de música, con el riesgo de tener que terminar la conversación gracias al timbre que indicaba que las clases habían comenzado.
Pero todavía quedaban diez minutos para eso, había tiempo, ¿no?
–Yo, por ejemplo, puedo ver colores al escuchar sonidos, y mi favorito, como has podido comprobar, es el do. —Y le sonrió de manera burlona, contagiando al mayor.— Pero luego hay otros que no me gustan. Bueno. Normalmente, no me ocurre mucho con las voces de las personas, y tampoco mucho con las canciones. Pero, como ves...
Señaló el piano, sonriendo de nuevo.
»Es mi "cosa" favorita.
¿Lo había llamado "cosa"?
Por Dios, una sola frase había ablandado el corazón del mayor hasta el punto de casi desmayarse. Bueno, quizás estamos exagerando.
Pero no mucho.
–¿Entonces..?
–Ese es un sólo ejemplo de la sinestesia.
Y le volvió a sonreír, esta vez más cerca.
Y chan pudo sentir su corazón escaparse de su pecho en ese instante.
Las mejillas de Lix se llenaron de un color gris un poco más claro, y Christopher sabía qué significaba eso.
Se había puesto rojito.
–¿Y el rojo que es, Lix? —Preguntó el rubio, abrazando delicadamente al más pequeño. Qué confianza habían formado en menos de media hora, ¿no?
El abrazado se quedó pensando unos instantes, como pensando si sería buena idea si decírselo o no.
Felix puso ceño, arrugando también un poco su nariz. Después, le dijo que no, que por qué la pregunta, y la respuesta sólo le puso más nervioso.
Chan posó un dedo sobre sus mejillas, haciendo notar el color rojo en ellas (gris para Christopher), y eso sólo hizo que el color aumentase, y que el mayor riera. Aunque poco le duró, pues no podía verlo. Y le gustaría, mentira, le encantaría ver sonrojado al de pelo naranja, según su madre.
–Felix, yo no puedo-
Y la campana sonó, dejando a Chan con las palabras en la boca. Y cuando Lee iba a pedir que lo repitiese, el de rizos de levantó, invitándolo a ir a clases con él.
Ese parecía un comienzo de color rosa.
¿Y quién lo diría?
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
