Capítulo largo.
–¡Te queda genial!
No tardó en lanzarse a los brazos de su, ahora, enamorado. Ambos llenaron el rostro del contrario de besitos, acabando con un dulce piquito. Felix pasó sus manitas por el pelo del mayor, quedando fascinado.
–Nunca pensé que un color tan aburrido te quedaría tan bien. —Confesó Felix, abultando sus labios. El mayor soltó una risita y, antes de dejarlo en el suelo, le revolvió el cabello. Y por fin, de la mano, entraron.
Lee nunca había ido a la casa de Chris. El único lugar que conocía era su dormitorio del campus, ni tampoco conocía a su familia. Ahora que lo pensaba, se sentía pequeño en aquel hogar.
Chan, al notar su mirada curiosa paseándose por todos los rincones del lugar, sonrió.
–Si buscas a mis padres, llegarán en un rato. Mis hermanos están preparando la decoración, ¿quieres venir a ayudar?
El peli-rosa asintió varias veces, llevando su mirada al salón, de donde provenían los regaños de, supuso, la hermana de Bang hacia su hermano pequeño.
–¡Felix! —La fémina, de nombre Hannah, le sonrió emocionada. Se acercó al nombrado, tomándole de la mano a modo de saludo.— Me alegro de conocerte. No sabes como ese bobo ha estado hablando de tí. —Y con la otra mano, apuntó al ahora castaño; apoyado en el marco de la puerta, haciéndolo bajar la mirada de la vergüenza.
Lee sonrió, con un leve rubor en sus mejillas. Y aquello le recordó a Chan cuando su hermana se maquillaba las mejillas y acababa pareciendo un tomate.
En cambio, el más pequeño de todos, se encontraba jugando con uno de sus dibujos para los dos mayores, hasta que la chica lo incitó a ir.
–Lucas, ¿no le dices nada a Chris?
Y el nombrado no tuvo otra que ir y darle un abrazo a su hermano mayor, al cuál le llegaba por la cadera. Chan sonrió, después tomó el dibujo que le había tendido, y por último, le dió otro a Felix, para después salir corriendo detrás de su hermana.
Y Hannah sonrió, invitándolo a una bebida y después, los cuatro, se encargaron de la decoración.
–Felicidades~De nuevo, Felix se abrazaba a Chan. Estaban todos en el jardín, ya de noche. Los padres de Christopher y sus hermanos, cenando, y ellos dos, sobre el césped, contemplando las estrellas.
Y Felix estaba nervioso, claro que sí. Le había comentado su regalo a Hannah, y después a los padres del castaño. Y a los tres les había parecido buena idea, ¿cómo no? Habían quedado encantados con el pecoso, y su regalo de cumpleaños les sorprendió, incluso. Era bastante caro, a ser ciertos.
Y lo había hecho por Chan.
Ahora, Bang observaba de vez en cuando el perfil de su pareja, sonriendo. Hubo un momento en el cuál parecía que las manchitas marrones en la carita del chico y las estrellas se habían hecho una.
–¿Crees que ya es la hora de mi regalo?
Preguntó el más pequeño, girando su cabeza para encarar a Chan, sonriendo. Y él asintió, así que se incorporó y salió casi corriendo hacia el interior de la casa; siendo observado por el castaño, ahora sentado.
Y poco después, el chico de pecas había vuelto a su lado, con una caja oscura en sus manos.
Felix se sentó con las piernas cruzadas junto a Bang, mirando por unos instantes la caja, hasta que, con los nervios a flor de piel, se la acercó al mayor.–Espero que.., te agrade, no sé. Se lo comenté a tus padres y...—Lix iba hablando, a medida que el mayor investigaba la caja.—.., les pareció bien un cambio.
Y le sonrió, con una mirada llena de sinceridad y cariño, lo que lo incitó a abrir por fin la caja.
"Enchroma."
Y, aunque tuvo el corazón parado desde que leyó el nombre en relieve, abrió la dichosa caja de una vez por todas.
No hace falta decir que Chris lloró como un bebé en cuanto vió el contenido, sin atreverse a tocarlas. Eran como un regalo otorgado por los Dioses, ¿por qué un simpre mortal debería mancharlo con sus manos?
En un principio se negó, claro. La única razón por la cual no las había comprado antes, era que no podía permitírselas. Tenía claro que eran bastante costosas, y, aún así, Felix se las había regalado.
Ahora, los dos chicos eran los únicos en el patio. Chris admiraba todo, ahora con sus nuevas gafas puestas. A veces sentía marearse gracias a la inmensa cantidad de colores que percibía en esos instantes, desde el césped, hasta la ropa y ojos de su chico, a pesar de la escasa luz.
Hasta que el más pequeño se incorporó, incitando a que el castaño hiciera lo mismo. Después de un pequeño piquito, los dos salieron corriendo hacia el interior de la casa, apagando las luces detrás de ellos, como dos niños pequeños.
Porque los dos sabían lo que iba a pasar.
Y cabe destacar que, en ningún momento, ni cuando se volvieron a besar, ni cuando cayeron en la cama, ni cuando la ropa fue escaseando, ni enmedio del acto, Chan se quitó las gafas, porque quería explorar, ver, experimentar el cuerpo de Felix.
Ni siquiera cuando Felix sintió la mezcla de tantos colores, de morado, de rojo, de naranja, de rosa.., porque aquellas eran sólo unas de las pocas sensaciones que Christopher le otorgaba.
Porque, al fin y al cabo, los dos veían la vida de colores diferentes.
Fin.
Hey!!! Aquí la nat.
Muchas gracias por todo el apoyo recibido a este fanfic. E igual, todo esto fue gracias a PR1NCECH4N .
Sin su ayuda, esto no podría haber resultado <<33
Pero, quería decir; no se preocupen, que la cosa no acaba aquí :))) habrá un par de extras, en los cuales explicaré un poco más a fondo cosas que se quedaron en el aire. Así que, sin nada más que añadir, me despido.De nuevo, muchas gracias por leer,
-nat.
[🌥]
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⎗ 𝙲𝚘𝚕𝚘𝚛𝚎𝚜 𝚍𝚎𝚕 𝚊𝚕𝚖𝚊. | ᴄʜᴀɴʟɪx ⎗
Fanfiction◞𝙲𝚑𝚊𝚗 𝚎𝚜 𝚊𝚌𝚛𝚘𝚖á𝚝𝚒𝚌𝚘, 𝚢 𝚎𝚜𝚝𝚊 𝚟𝚎𝚣 𝚗𝚘 𝚎𝚜 𝚞𝚗𝚊 𝚖𝚎𝚝á𝚏𝚘𝚛𝚊 𝚎𝚕 𝚍𝚎𝚌𝚒𝚛 𝚚𝚞𝚎 𝚜𝚞 𝚟𝚒𝚍𝚊 𝚎𝚛𝚊 𝚐𝚛𝚒𝚜. 𝙰𝚞𝚗𝚚𝚞𝚎, 𝚚𝚞𝚒𝚣á𝚜 𝚞𝚗 𝚌𝚑𝚒𝚌𝚘 𝚍𝚎 𝚙𝚎𝚌𝚊𝚜 𝚙𝚘𝚍í𝚊 𝚎𝚗𝚝𝚎𝚗𝚍𝚎𝚛 𝚎𝚜𝚝𝚊 "𝚖𝚎𝚝á𝚏�...