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Personajes:

Mary: Rubia de cabello largo hasta los glúteos, siempre atado en dos coletas, ojos azules, de 24 años de edad y muy energética.
Es maestra de educación física.

Max: Cabello negro, ojos marrones, 26 años de edad, le encanta la tranquilidad y es de pocas palabras.
Es veterinario.

Karen: Cabello negro, ojos verdes, poco expresiva, 28 años de edad y prima de Max.
Es policía.

Kevin: Rubio de ojos azules con cuerpo algo musculoso, primo de Mary con 27 años de edad.
Es pintor.
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Era día domingo y no había nada más agradable que estar durmiendo un poco más de lo usual.

Max abrazaba su almohada, completamente dormido y con una leve sonrisa.

Fue una semana ajetreada en su trabajo de veterinario, así que en ése momento sólo quería dormir en paz y tranquilidad, sin ningún ruido molestó.

Lo bueno de ser un adulto responsable es que vivía sólo y nadie lo molestaría.

-¡Despierta dormilón, ya es de día!

Y la puerta se abrió de golpe, pasando una sonriente Mary con una copia de la llave de la casa en manos mientras Max se sentaba, asustado.

La chica vio a su amigo en la cama, recién despertando y dio un suspiro profundo.

-¿Aún estás acostado?
Ya son las 5 de la mañana, levantate que se te acabará el día, holgazan.- dijo la chica con una sonrisa malvada.

El hombre le lanzó la almohada en la cara a su amiga y se volvió a acostar para intentar dormir nuevamente.

Vivía sólo y ya no dependía de nadie, sí, pero para su desgracia, por error se hizo amigo de la hija de la casa en frente de la suya, una chica muy molesta y ruidosa que hace poco recibió su título como maestra de educación física.

La rubia al ver que su amigo se nagaba a levantarse a las 5 de la mañana en día domingo, como buena amiga que es, decidió dejarlo en paz... nah.

Mary se adentró a la habitación y abrió las ventanas, haciendo que el hombre cubra su rostro con sus manos por el resplandor.

-¡A levantarse, dije!
Últimamente no haces ejercicios por estar ocupado y como buena amiga que soy, me tomé las molestias de averiguar cuando tendrías tiempo para así venir y sacarte a ejercitar.
No hace falta que me des las gracias por ser tan generosa.- dijo la rubia, con el pecho en alto, orgullosa por ser tan buena amiga.

Max se levantó de su cama con los ojos algo cerrados por no estar acostumbrado a la luz luego de recién despertar, se acercó a su amiga y apoyo una mano en el hombro de ella.

-Lárgate de mi casa, deja la copia de la llave que sacaste a mis espaldas y déjame dormir.- exclamó el hombre, sin contener au enojó.

La rubia fruncio el ceño y se paró de puntillas de pies, acercando su rostro al de su amigo.

-Dije que saldremos a hacer ejercicio y no pienso aceptar un no como respuesta.
Ahora ya arreglate y vamos antes de que caiga la noche.- dijo la chica, temblando un poco por estar de puntillas de pies.

Max, se rindió y se dejó caer de hombros.

¿Qué persona fue tan cruel como para decirle que ése día no trabajaría?

Ésa persona debía ser un ser malvado que disfrutaba del sufrimiento ajeno, su sufrimiento.

-Oigan, sí ya terminaron con sus besitos de buenos días, ya vamos.

Y por la puerta de la habitación se asomó una mujer bastante mayor que los dos amigos, una mujer de cabello negro hasta los hombros, ojos marrones y una sonrisa dulce que en verdad ocultaba mucha maldad, ésa mujer era la madre de Max.

-No estábamos haciendo tal cosa, solo somos amigos.
Estoy intentando que el perezoso de su hijo dejé la cama y salga a perder un poco de grasa.- aclaró Mary, con una sonrisa.

Max se cubrió el rostro mientras negaba y contenía las lágrimas.

Su día libre, su hermoso día de relajación, estaba completamente arruinado gracias a su madre y a su vecina.

Continuará...

Mi molesta vecina y amiga, MaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora