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Mary caminaba junto a su amigo con el cual acababa de ver una película y se detuvo al pasar cerca de una tienda de mascotas.

-¡Max, Max! ¡Mira!- gritó la emocionada chica, agarrando a su amigo del brazo y haciéndolo volver a la fuerza para que vea lo mismo que ella.

El hombre puso cara de disgusto mientras veía los animalitos, teniendo un mal presentimiento.

-Ése hurón me ve cariñosamente, ¿no crees qué es lindo?
Prácticamente me dice con la mirada que quiere venir conmigo pero en mi casa a mi mamá no le gustan las mascotas.
Es una lástima que no conozca a alguien, un buen amigo veterinario que también es mi mejor amigo y no tiene mascotas, para que adopté al hurón por mí.- exclamó la rubia, fingiendo un drama.

El hombre dio un suspiro profundo, agarró la mano de su amiga e hizo que voltee a verlo, luciendo ella sorprendida.

-Como el buen amigo que soy, sí quieres te pagó el oftalmólogo por que lo que estás viendo son hámsters, y por sí no recuerdas, tu madre no te deja tener mascotas por que eres alérgica al pelaje de la mayoría de los animales.- aclaró el veterinario, mirando con lástima a su amiga.

Mary al darse cuenta de todo éso, apartó la mirada avergonzada mientras hacía que su amigo le suelte la mano.

Debía pensar en algo para que ése momento de vergüenza sea olvidado lo antes posible.

-¿C... cómo sabes tanto sobre mí?
No sabía que mi vecino era mi acosador.
S-sé que soy hermosa pero el acoso es un delito, así que ya para que sí quieres mi autógrafo, te lo puedo dar cuando gustes.

¡Sí! Dignidad completamente salvada y hasta consiguió hacer que Max sea el que se avergüence.

El hombre, con mirada de desprecio, se alejó un poco de su vecina que palidecio.

-L-lo siento, era una broma, no te alejes y no me mires así que me lástima.- se disculpó la de coletas con nervios.

El de cabello oscuro dio un suspiro profundo y miró a la tienda, agotado.

Él se hizo veterinario por que desde niño le gustaba conocer más y más sobre animales y tuvo un perro que vivió mucho tiempo, mientras que Mary nunca pudo tener mascota por sus alergias.

Sólo se le ocurría una mascota en ése momento para complacer a su amiga.

Los vecinos de alrededor veían con algo de ternura y a la vez confusión, como Mary paseaba alegremente a una pequeña tortuga que caminaba muuuuy lento, con Max a su lado.

Oficialmente, era la segunda persona en la ciudad que paseaba a una tortuga.

-¡Gracias Max!
Eres el mejor amigo que pueda tener.- agradeció la rubia, mirando a su vecino con una dulce sonrisa llena de agradecimiento, contagiandolo a él.

Sí hay algo que ésa chica sabía hacer además de ser un dolor de cabeza, era sonreír de manera dulce.

-No es nada... ¿ayudarás con los gastos para cuidarla?- preguntó Max, curioso por saber éso.

Al oír ésas mágicas palabras, la sonrisa de Mary se borró y se puso nerviosa.

-E... ¡esperé señor tortuga no ninja, va muy rápido!- gritó la rubia, sin aumentar en lo más mínimo ésa leeenta velocidad a la que iban.

Max dio un suspiro profundo y negó mientras sonreía.

Ya se la veía venir, pero no importaba.

Continuará...

Mi molesta vecina y amiga, MaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora