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Mary por fín cumplió sus sueños de ser maestra de educación física y luego de arduo trabajo, recibió su primera paga.

Sólo tuvo la oportunidad de ser maestra reemplazante,pero aún así, dinero era dinero.

Recibir su primer pago era algo... algo mágico e increíble.

¿Qué podría hacer con el?

¿Comprar ropa bonita?

¿Comprar videojuegos?

¿Comprar muchas cosas dulces?

¿Ayudar a sus padres a pagar los gast...

¿Comprar un celular mejor?

Las opciones eran tantas y el efectivo se iría rápido sí no lo administraba bien, así que tenía que ser prudente y pensar bien en cómo gastaría su pagó como la adulta responsable que es.

La chica formo una gran sonrisa al pensar en algo que siempre quiso hacer.
.

.
Mientras que en casa de Max.

El hombre que tenía admiración por las plantas, tenía diversas plantadas en un pequeño jardín, incluyendo un huerto de verduras.

Muchos lo podían ver raro y aburrido, pero era su pasatiempo y no le importaba lo que los demás pensaban.

Ahora iba saliendo, listo para regarlas, teniendo una sonrisa relajada hasta que vio de entre las zanahorias salir a Mary, con un disfraz rosa de conejo.

-¡Buu!

Asustó la chica mientras que su amigo sólo veía tantas plantas destruidas por ésa gorila que las estaba pisando.

-¿Te asusté?
No te enojes, soy la maestra de las bromas.
Por cierto, ¿no me veo genial con esté disfraz?
Me salió bastante caro pero hace mucho tenía ganas de comprarlo y asustar a alguien.- dijo la sonriente chica con disfraz rosa de conejo, acercándose a su amigo y dándole leves codazos.

Max la agarró de las orejas del disfraz y ella palidecio.

-Mis plantas.- exclamó el hombre con enojó y tristeza.

Mary podía ser molesta y todo, pero ésa vez se pasó de la raya.

-V-vamos, Max, no te enojes.
Sólo soy una dulce y tierna conejita en busca de zanahorias.- dijo la chica, sonriendo de manera forzada mientras que con sus dedos índices, se tocaba las mejillas para parecer adorable.

El hombre cerró sus ojos, calmando su enojó y soltó a su vecina, rendido.

La chica de coletas se hizo a un lado y miró con arrepentimiento como su querido amigo se arrodillaba para ver las plantas que todavía se podían salvar.

Por la emoción de querer asustarlo con un adorable disfraz, se dejó llevar y no se dio cuenta de que piso las plantas que su amigo tanto cuidaba.

Poniéndose de rodillas, se puso a revisar las plantas que aún tenían esperanzas, junto a su vecino.

-Yo... lo siento, me dejé llevar y...

-No importa, es mi culpa por no colocar alambres con púas eléctricas alrededor, sabiendo que la persona más destructiva del planeta, es mi adorable pero tonta vecina.- dijo el hombre, mostrándole una débil sonrisa a su amiga.

No tenía caso gritarle ni echarla, lo hecho, hecho esta y ella parecía realmente arrepentida.

-¿Crees qué me veo adorable con el disfraz?- preguntó la ojiazul, con una sonrisa.

-Sí, también te ves adorable así.- respondió Max, sin mucho interés mientras recogía sus plantas.

Fue un mal padre para ésas plantas tan hermosas que no pudo cuidar, que vergüenza.

Mientras el hombre estaba en su propio mundo, la chica a su lado estaba con las mejillas sonrojadas, ya no ayudando, sólo estaba a su lado, cubriendo su rostro.

¡¿Por qué rayos se avergonzo por oír éso?!

Ni que fuese una chica en plena pubertad, además, nunca se sonrojo por nadie y ya era tarde para hacerlo, y más sí es por su vecino.

Continuará...

Mi molesta vecina y amiga, MaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora