Max estaba jugando tranquilamente un videojuego en su netbook, hasta que sintió la puerta de su casa abrirse, volteando para ver quien era y vio a Mary, subiendo las escaleras, sin decir nada.
El hombre se puso de pie y fue a ver que estaba haciendo está vez ésa chica que ni siquiera le dirigió la palabra.
La rubia entro a la habitación de su amigo el cual la alcanzó, para ver como ella abría las ventanas.
-¿Qué se supone que estás haciendo?- preguntó el hombre pero fue ignorado.
La chica bajo las escaleras, siendo seguida por su vecino y al estar afuera, vio como ella agarraba un vaso descargable y lo lanzaba al interior de la habitación que hace un rato fue a abrir la ventana.
Primero que nada, ésa chica tiene un increíble brazo para lanzar uno de ésos vasos que ni se siente su peso, y segundo, ya estaba entendiendo lo que sucedía.
La rubia, sin decir nada, se dio media vuelta y se fue corriendo a su casa.
Max suspiro profundo e ingresó a la suya, subiendo lentamente las escaleras, rumbo a su habitación.
Nunca entendería cómo es que a su vecina se le ocurrían ésas cosas, ya siendo una adulta.
Al pasar a su habitación, se acercó al vaso de plástico que yacía en el suelo, conectado con un hilo, lo levantó y lo acercó a su oreja derecha.
-Dime si me oyes y no me ignores que la factura me llegará hasta los cielos.
La voz de Mary se oyó y Max sonrió nervioso, viendo en dirección de la casa de en frente, viendo una ventana abriera y a su sonriente amiga, saludando con su mano libre.
-No, no te oigo, así que mejor tiró esta cosa afue...
-¡Que malo! Sí me oyes, así que no me cuelgues.- dijo la chica desde su casa.
El hombre dio un suspiro profundo y se sentó en la ventana.
Se supone que eran adultos y estaban hablando a través de vasos, como sí fuesen unos niños.
-¿Sabes? Existen los celulares y ambos tenemos uno.- señaló el veterinario, con una leve sonrisa.
Nunca hizo éso de niño, no creía que en verdad funcionase.
-No tengo tu número y no voy a desperdiciar mi saldo con alguien que vive cruzando la callé.
Además nunca lo hice de niña por que tenía un ogro de niñera y no me dejaba en paz.
Hoy en la escuela, vi en uno de los salones a niños haciéndolo y me dio ganas de intentarlo.- dijo la rubia mientras se sentaba en el suelo de su casa, con una sonrisa.Max sonrió mientras la imitaba y se sentaba en el suelo, sin soltar el veso.
-¿Sabes? Los vecinos deben creer que soy raro.
Contigo ya están acostumbrados, pero yo sólo llevó viviendo aquí hace menos de un año.- dijo el hombre, aún no creyendo que estaba haciendo éso.Se sentía un niño hablando a través de un vaso, sintiendo como sí en cualquier momento su madre pasase la puerta y le preguntase qué estaba haciendo, poniéndose algo nervioso.
-¿Qué importa lo que piensen los demás?
No estamos haciendo nada malo y nos estamos divirtiendo, así que no importa.- exclamó Mary, con una sonrisa.En la escuela lo quiso hacer pero la directora le dio un sermón y le dijo que haga ésas cosas en casa.
No le importó éso ya que entendía que a la escuela iba a trabajar y no a jugar... ¡pero cuando se estaba yendo, vio a la directora y a la vicedirectora, hablando a través de los vasos que le confiscaron a los niños!Injusticia, injusticia con la adorable maestra novata de educación física, ella.
-Hacer esto me hace sentir como sí fuesemos niños, ocultandonos de nuestros padres para hablar, teniendo una inocente relación infantil.
Que loco, ¿no crees?- preguntó Max, viendo a tortuga no ninja, acercarse lentamente a él.Estaba esperando oír la burla de Mary por lo que acababa de decir, pero ella no le respondía.
¿Será qué la llamaron y quedó hablando sólo?
Mientras que en la casa de en frente, la señora de la casa veía confundida a su hija que estaba sentada en el suelo, con un vaso cerca de su oreja izquierda y con una sonrisa, mientras tenía su rostro rojo.
-¿Qué rayos estás haciendo y por qué tienes roja la cara?
Sí te esta dando fiebre, toma un baño con agua fría.
Sabía que te ibas a enfermar, te dije que estar todo el día con el celular te iba a hacer mal.- dijo la señora mientras seguía con su camino.Mary dio un suspiro, avergonzada de ella misma.
¿Por qué se sonrojo?
Ni que fuese una adolescente o una niña, además, Max sólo era su vecino y una no se sonroja por hablar a través de vasos con su vecino.Continuará...
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Mi molesta vecina y amiga, Mary
Short StoryMax, un hombre de 26 años, por fín cumple su sueño de tener casa propia donde puede vivir tranquilo, pero cometió un error, el error de hacerse amigo de Mary, su vecina de en frente.