Capítulo 5 - Sin humor para Jackson (segunda parte)

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-Hola, tú –saludó mirándome sonriente desde la cama donde estaba sentada.

-¿Qué haces aquí? –pregunté impresionado pues no la esperaba. Ella se levantó y se acercó a mí.

-Vine a educarte, porque veo que no sabes lo que es saludar, grosero –reí y bajé la mirada.

-Lo siento, Karen –la abracé-. Hola, ¿cómo estás?

-Bien, aunque… te extrañaba, por eso vine. –admitió en un susurro una vez que se había separado un poco de mí. Alargué mis labios en una sonrisa sin saber exactamente qué decir.

Karen Faye, mi querida estilista a quien aprecio con el alma, una gran amiga, confidente y leal, siempre ha estado conmigo en todo momento, bueno y malo. Desde un tiempo para acá, se han presentado ocasiones en las que me ha dado a entender que ella siente algo por mí, pero yo simplemente no he podido corresponderle, y no creo poder hacerlo más adelante.

Me he llegado a plantear la idea de darnos una oportunidad, sin embargo, cuando la he tenido así de cerca y la miro a los ojos, no encuentro en ellos a esa persona, no encuentro a mi alma gemela reflejada, solo veo a esa grandiosa mujer a quien nada más puedo ver como a una mejor amiga. Por eso es que me pongo algo incómodo cuando ella dice ese tipo de cosas, y más si estamos solos, porque sé que eso significa que se está esforzando por poner el ambiente romántico. Yo, al contrario, trato de deshacerlo de alguna u otra forma.

-Gracias. Yo-yo también… -respondí temiendo ilusionarla-. ¿Tienes hambre? –inquirí dando un par de pasos disimulados hacia atrás-. Podemos pedir algo para comer.

-Sí, eso me encantaría –Algo en su rostro me informó que tal vez creyó que la estaba invitando a  una “cita”. Espero que no: pensé.

Una vez que dejé a Karen en la sala viendo la televisión para distraerla por unos minutos, fui en busca de Matt para avisarle sobre la repentina visita y preguntarle cómo es que Karen había podido saber en qué habitación me hospedaba si desconocía el nombre con el que me había registrado. El grandulón estaba dentro de la suite, a unos metros de la puerta en el área del recibidor sonriéndome como un idiota. Ya no tuve que averiguar nada, con esa expresión me había dicho todo: él era el responsable.

-No me lo agradezca –sonó muy orgulloso. Entrecerré mis ojos y elevé una ceja.

-Ya hablaremos luego –dije algo enfadado dejándolo con la duda tatuada en su rostro.

 No es que me moleste la presencia de Karen, para nada. Yo la quiero mucho, es como una hermana para mí, y creo que ahí es donde reside el problema, porque yo no siento lo que ella y, sin embargo, viene desde lejos a verme motivada por ese sentimiento que sabrá Dios cómo le nació. Eso es lo que me incomoda y me hace evitarla unas veces: el conocer la razón por la que hace este tipo de cosas.

En fin, hice personalmente la llamada al servicio desde el teléfono de la suite. Al estar escogiendo los platillos del menú, me percaté de que en realidad no tenía hambre; ni modo, ahora iba a tener que comer a fuerzas.

Invité a Matt a comer con nosotros, pero él, como “buen” amigo, dijo que prefería ir a comer un rato solo a la cafetería, al cabo no me iba a pasar nada pues estaba en buena compañía. Plan con mañana, de eso se trataba.

La comida llegó en cuestión de minutos, y Karen hizo el favor de recibirla por mí. Nos pusimos a disfrutar de nuestros alimentos y a pasar un buen rato. Todo tenía una buena pinta, parecíamos los mismos de antes conviviendo divertidos como los buenos amigos que somos, hasta que de pronto ella tomó mi mano por encima de la mesa. Tragué saliva.

La historia desconocida de Michael Jackson (fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora