Capítulo 14

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Brianna

Empieza la semana y me encuentro rumbo a Aria, hoy ya me encuentro bien, y sé que pronto será parte de mi pasado, solo que no sé cómo hacérselo saber a Máximo ya que parece que no lo entiende, ayer al encender mi celular tenía mensajes y llamadas de él, veremos quien se cansa primero.

Entro al restaurante y saludo a todos mis compañeros, busco a Alejandro, pero no está a la vista, tengo que hablar con él y disculparme él solo buscaba apoyarme y acompañarme, pero yo lo que necesitaba era pensar y estar sola, me siento con la necesidad de explicárselo, sé que es comprensivo y se ha portado como un amigo... bueno realmente creo que "amigo" no es la palabra correcta...

Llego a mi área de trabajo y MaryAnn me saluda:

– Brianna que ha pasado contigo, traté de contactarte y nunca pude.

– Tengo tanto que contarte... estos días han sido reveladores...

Empiezo a contarle todo lo que ha pasado desde la fiesta de Maximo, su cara es de incredulidad, no puede creer que el adorado Maximo pudiera hacerme algo así, no sé si contarle de Alejandro y en ese momento soy salvada por la campana.

–¡Buenos días a todos! Espero que todos hayan descansado bien – es Alejandro, me ve directamente y luego voltea – porque esta semana va a ser de mucho trabajo, el restaurante tendrá un evento mañana, así que los necesito a todos, voy a mi oficina así que esperen instrucciones.

Termina de hablar y asignar las tareas de hoy y se fue, en este punto no sabía descifrar su estado de ánimo, pero eso no me iba a detener, así que me encontraba casi pisándole los talones teníamos que hablar.

Toque la puerta e inmediatamente me dio el pase.

– Adelante.

Asome mi cabeza – ¿Puedo pasar?

– Pasa Brianna.

Ups, ¿dónde quedo el rojita?

– ¿Podemos hablar?

– Estamos hablando – toma asiento y cruza los brazos.

Y ahí está el arrogante de siempre

– Viendo tu animosidad, si quieres vengo más tarde. – me voltee rumbo a la puerta.

Se para rápidamente cuando me ve irme.

– Espera, lo siento. Siéntate dime de que quieres hablar.

– Vale – nos sentamos y comencé –, estoy aquí porque quería ofrecerte una disculpa – su cara es de asombro–. Siento como termino nuestra conversación la otra noche, lamento de verdad haberte hecho enojar después de todo lo que hiciste por mí. Solo que de verdad necesitaba descansar de todo esto...

– ¿Estás bien? ¿puedo hacer algo?

– Alejandro te aseguro que ya hiciste mucho y eso es algo que siempre te voy a agradecer.

– ¿Entonces ya me vas a contestar el teléfono y me vas a dejar llevarte a tu casa? – dijo con esa sonrisa que me derrite.

– Lo de contestar el teléfono no fue a propósito el día se me fue y olvidé encenderlo y lo de llevarme a mi casa, hoy traje mi coche, pero en otra ocasión claro que sí. – dije guiñándole un ojo.

– ¿Entonces Chef? Estoy perdonada – puse mis ojos del gato de Shrek.

– Ay rojita ven para acá.

Nos levantamos y caminó hacia mí, abrió sus brazos y yo no pude más que corresponderle, me sentía segura, me sentía cómoda, encajábamos a la perfección y era mi lugar favorito en este momento y no quería salir de ahí. Me soltó y se quedó viéndome puso sus manos en mis mejillas y me beso, fue un beso lento, paso su lengua por mis labios pidiendo permiso para entrar..., lo deseaba así que lo deje, nuestras lenguas bailaban al mismo son, como si ese momento se hubiera detenido y solo éramos él y yo. De pronto la imagen de su novia vino a mi mente, lo empuje, pareció saber lo que pensaba porque solo dijo:

Gastronomía del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora