A la mañana siguiente cuando me levante tomé un vestido algo antiguo que tenía en mi armario, nada ostentoso ni llamativo. De un color azul oscuro. Mi pelo lo deje al natural, realmente me encontraba sin ánimos de realizar un peinado. Baje para desayunar, al ingresar me encontré con mi tía, y nadie más. Era extraño.
—Buenos días tía—la saludé intentando regalarle una sonrisa. Ella dirigió su mirada a mi, dándome un pequeño asentimiento con la cabeza.
—Buen días Liz.
— ¿Dónde están mis hermanos? —pregunté mientras veía como Luisa entraba a la cocina.
Esta era bastante grande, las mesadas eran amplias, pensadas para que mucha gente cocine en simultáneo. Sabía que antiguamente hubo una cantidad grande de servidumbre, pero ahora no era necesario. Contaba hasta con una mesada en una isleta en el medio de la cocina, dos hornos y dos fregaderos. También había una amplia mesa de madera donde actualmente nos encontrábamos Emily y yo.
Inmediatamente Luisa me preguntó que desayunaría, sin saber que elegir decidí comer lo mismo que mi tía, una tostada francesa con huevos y un té. Era muy normal comer eso con el frío que hacía afuera.
—Tus hermanos están con su tutor, debían comenzar las clases más temprano—contestó simple. Simplemente asentí, y me dediqué a comer. Hoy seguía con un humor particular, me encontraba cansada y exhausta.
Mi vista se dirigió a la ventana, el cielo estaba gris, como era usual en Inglaterra, llovía tan seguido que estaba más que acostumbrada a ese clima. Una vez que terminé mi desayuno, el cual fue sumamente silencioso e incomodo, me dirigí al jardín. Quería estirar mis piernas antes de ingresar a mis clases.
Un ruido llamó mi atención, por lo que enfoque mi atención en su origen. Vi a lo lejos al huésped de la casa, quien tenía su mirada perdida en los árboles que rodeaban la casa. Era tan alto y delgado que su figura se perdía entre los árboles, como si fuera una simple sombra más. Me quede observándole un momento, atraía mi atención sin siquiera buscarlo.
Me alejé instintivamente, era mejor tomar distancia de un muchacho que no conocía y que realmente no quería saber de él. Todavía podía recordar la cena del día anterior, y la mi fase competitiva se apoderaba de mí sin reparar en las consecuencias. Lo mejor sería dar una pequeña caminata al rededor se la construcción, me despejaría y recargaría mis energías llevándose el mal humor.
La casa contaba con múltiples habitaciones, una pequeña capilla, su propio cementerio familiar, al igual que huerto y piscina. En los terrenos de alrededor que también pertenecían a la propiedad no había nada, eran simplemente vegetación natural del lugar.
Cuando giré a la izquierda fue cuando vi la tumba de mi madre, y mi interior se revolvió. Había estado soñando con ella durante la última de semana. Ese tema me mantenía inquieta, Anabelle me había insistido tantas veces que cuando un muerto aparecía en tus sueños significaba que quería comunicarse contigo. Yo le creía fervientemente, por lo que pensaba que mi madre quería que la visitara, y por mi parte también lo necesitaba. Todos los días parecía extrañarla aún más, y alejarme de ella así no era la solución. Por lo que sin dudarlo caminé entre las flores que había allí plantadas hasta llegar al lugar donde ella yacía.
Observe la piedra, y dude nuevamente sobre si era una buena idea estar aquí. Temerosamente me arrodillé en frente de ella, y me quedé así un tiempo pensando.
Cuando recién partió venía todos los días, y le hablaba creyendo que podía oírme, que podía ayudarme. Jamás me había fallado porque en cada ocasión que le pedí ayuda lo había hecho, y se merecía que le contara lo que sucedía. No lo pensé dos veces y comencé a hablar:
—Hola mamá, sé que paso un tiempo desde la última vez que estuve aquí, y de verás lo siento mucho, luego de que papá se fue necesite un tiempo, espero que puedas entenderme. De todas formas aquí estoy. Todo está bien, no debes preocuparte por nada. Estoy estudiando, Arthur está cada día mas maduro y Harry...—suspiré, mire a mi alrededor. Estaba completamente sola. No sabía si decirlo o no, pero que perdía en aquel momento—, tiene algunos problemas, a veces se pone un poco triste porque los extraña, y ayer dijo que vio a alguien en su cuarto.
Hice una pequeña pausa, todavía era difícil hablar con ella de esta manera. Recordar el pasado desgarraba mi corazón y me sumergían en una tristeza profunda, pero era necesario.
—Si tú puedes ayudarlo desde donde sea que estes, no sé, creo que es necesario—volví a callarme. Me comenzaba a sentir algo tonta, siempre me decían que mi madre me protegería y eso era lo que quería pedirle—. Entre otras cosas seré maestra. Sí, seguramente te preguntarás qué hago estudiando para eso, y ya lo sé, no me gusta, pero no admiten mujeres en ninguna otra carrera y mis tíos jamás lo permitirían. Es la escuela de señoritas o nada.
Me encogí de hombros, y solté una risa amarga.
—Sé que no debería quejarme porque debo aprovechar la única oportunidad que tengo para salir de aquí, además eso es lo que los tíos quieren, pero siento que no puedo dejar a Harry y Arthur solos con ellos, será una tortura. ¿Qué crees que debería hacer?—ilusamente espere a que me respondiese, pero cuando me di cuenta que su respuesta no llegaría fue cuando solté un sollozo. Estaba llorando—. Llegó un muchacho a la casa, un huésped de Charles, y creo que es el momento en el que más personas están viviendo aquí desde que te fuiste, y a pesar de eso se siente más vacía que nunca, pero de todas maneras todo está en orden. No debes preocuparte por nada. Estaremos bien.
Me levanté del suelo donde estaba. Era consciente de que cuando mi tía Emily me vea pondría el grito en el cielo, reclamándome que había arruinado mis ropas con el barro del suelo, pero ya nada me importaba. Solo quería que las cosas se sintieran bien, como solían hacerlo antes de que mamá se fuera y de que papá decidiera dejarnos, antes de ser unos huérfanos al cuidado de sus exigentes tíos.
—Señorita Elizabeth, ¿qué ha pasado? —Luisa abrió la puerta de la cocina que se conectaba con el jardín, su expresión demostraba preocupación, y era sumamente entendible, ya que seguro parecía que algo grave me había sucedido.
—Sólo..., visite a mi mamá.
—Oh cariño, ven aquí—la señora que me había visto crecer abrió sus brazos para invitarme a un abrazo.
—Te ensuciaré—negué con mi cabeza repetidamente, alejándome.
—No importa, sólo quiero darle un abrazo, ¿si?—murmuró sonriendo sin mostrar sus dientes. Y sin volverlo. a dudar me arroje a sus brazos.
Luisa era lo más cercano que tenia a una abuela, su dulzura siempre estaba presente en cada acción que realizaba para mi o para mis hermanos, y era admirable como sabía que hacer cuando alguno la necesitaba. Me conocía desde pequeña, conocía a mis padres y también a mis abuelos. Conocía tanto mis debilidades como mis fortalezas.
—Gracias—susurré cuando su calidez me reconfortó, fue entonces en el momento que me di cuenta que estaba temblando por el frío de afuera—. Debo ir a cambiarme antes de Emily me vea.
—Vaya señorita, cualquier cosa que necesite estaré en la cocina, recuérdelo.
Le sonreí limpiando las lágrimas de mis ojos y me dirigí rápidamente a mi habitación, intentando mojar lo menos posible el camino ya que mi ropa estaba empapada y dejaba un rastro de agua. Antes de que pudiera llegar a mi destino vi como la puerta del cuarto del señor Chalamet se abría. Apuré mi paso y entré a mi pieza, donde solté de verdad toda la tristeza que tenía dentro.
La visita a mi madre no había sido la mejor idea.
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𝐄𝐋 𝐇𝐔𝐄𝐒𝐏𝐄𝐃 || timothée chalamet
FanfictionEn un vieja casona de Inglaterra los Bennett hospeda a un conocido de la familia, alarmando a la única mujer de la familia. La llegada de Timothée atormenta a Elizabeth desde el día uno, pues su visita sólo había traído problemas y desgracias para s...